A caballo de la belleza
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Foto: Getty Images
No hace falta un día específico para hablar de ellos, ningún pretexto es necesario porque no hay mayor razón que la belleza.
Y si esa viene acompañada de conductas también hermosas y casi conmovedoras, entonces el caballito de mar se ha ganado este espacio.
Sucede que el hipocampo - como también se le llama por pertenecer al género Hippocampus, combinación de las palabras griegas caballo y monstruo marino, aunque nada tan lejos de los monstruoso como él- además de contar con una apariencia bien elegante y casi misteriosa, es junto a los llamados peces pipa, con quienes comparte la familia Syngnathidae, el único animal macho que se embaraza.
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Como preámbulo de tan singular embarazo, el caballito de mar protagoniza un bonito cortejo amoroso, donde hembra y macho se pasan varios días nadando juntos y danzan entrelazados por las colas. En esos días de “enamoramiento” él suele llenar de agua el saco de gestación que posee en la zona abdominal y así ella aprecie su potencial para gestar a las crías por llegar.
También en ese período “prenupcial” el macho realiza movimientos enérgicos que incluyen estremecimientos, y hasta a veces cambian de color adquiriendo tonos más brillantes también para mostrar su disposición durante la temporada de reproducción, que usualmente coincide con una temperatura más elevada del agua y también mayor iluminación.
El ictiólogo y biólogo pesquero del Museo de Historia Natural de Florida George H. Burgess, asegura que esa cola prensil permite a los caballitos sujetarse a hierbas marinas, corales u otros objetos del mar con una fuerza “comparable a la de un bebé apretando el dedo de un adulto”.
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En por esos días cuando, en oportunidades, ambos trenzados por las colas enfrentan las cabezas y suelen formar el clásico dibujo de un corazón, que tanto gusta a los diseñadores de postales. La finalidad real de sus danzas, sin duda encantadoras, es sincronizar cada vez mejor los movimientos para garantizar una transferencia exitosa de los huevos.
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Muchas leyendas fresa se han tejido en torno al cortejo de los hipocampos, como aquella que asegura que él muere después de ella fallecer, o que se trata de una unión eterna.
Es muy romántico, pero inexacto. Estudiosos del tema aseguran que sí son monógamos, pero solo durante la temporada reproductiva cuando forman una pareja estable, que incluso puede permanecer por más de una temporada dependiendo de la especie.
Pero en realidad no se trata de amor eterno sino de una monogamia genética para garantizar que cada lote de huevos que él gestará sean de una única hembra. Incluso, indagaciones recientes –aunque no abundan- refieren es la hembra la que corteja al macho, a veces en franca competencia entre varias que se lo disputan.
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¿Y cómo se hacen los futuros caballitos de mar-bebé?
Cuando se dan las condiciones óptimas, la pareja asciende unida y nadando en espiral por una columna de agua. Ella entonces le transfiere los huevos mediante una estructura ovopositora que los envía al saco gestacional de él.
A la vez que esto sucede, el papá en ciernes libera esperma al agua para que los huevos, a medida que entran al saco se vayan fecundando. Cuando concluye la fecundación, el saco se cierra durante varias semanas, en dependencia de la especie, hasta el momento del alumbramiento.
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Aseguran que el cuidado parenteral mostrado por el macho durante este período es de los casos excepcionales en el mundo. Se muestra protector y a la vez agresivo mientras su abdomen crece ostensiblemente, lo cual se convierte también en una fortaleza frente a los depredadores que lo ven más grande.
Algunos textos indican que la hembra visita diariamente al papá embarazado, pero se desentiende del asunto inmediatamente después del parto, que tiene lugar mediante fuertes contracciones del saco gestacional del macho, el cual a veces la aprieta contra estructuras sólidas como corales o rocas para ayudar a la expulsión de los alevines.
Foto: George Grall / National Geographic Creative
Los recién nacidos, de entre 2 y 12 milímetros, pueden sumar cientos y hasta miles, aunque pocos sobreviven.
A caballo también por la sobrevivencia
A pesar de su apariencia delicada y su pequeño tamaño, los hipocampos se cuentan entre los depredadores más voraces de los mares. Como no tienen estómago y tampoco dientes, con sus largas trompas a modo de hocico succionan casi constantemente alimento (larvas, copépodos y otros diminutos). Para hacerlo, emplean la técnica de la emboscada y cazan entre 30 y 50 veces al día.
Pero en la otra cara de la moneda ellos también son objeto de depredación. Muchas de las más de 40 especies de caballitos de mar se ven hoy amenazadas por la contaminación, los métodos de pesca destructivos que degradan los hábitats costeros poco profundos donde radican así como por el incremento de su comercialización para ser usados en medicina tradicional y acuarios, y hasta para venderlos disecados como souvenirs.
Foto: Justin Hofman
En Cuba, según el perfil de facebook del Acuario Nacional, los hipocampos son más frecuentes en los manglares, pilotes y muelles., a diferencia de otras partes del mundo, donde abundan en pastos marinos, arrecifes coralinos y esteros.
Tantos son los riesgos que hoy corren los caballitos de mar en su cabalgar por los mundos marinos, que el destacado biólogo marino y explorador de National Geographic, Manu San Felix, asegura que si las condiciones de los mares y océanos no se revierten, en 25 años habrán desaparecido del planeta.
Foto: tomada de semana.com
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