CRÓNICAS BIEN CORTAS: ¡Yo hablé con Fidel!

«Cuando lo tuve delante, alcé la cabeza para mirarle a los ojos, era más alto de lo que esperaba. Me sonrió y me hizo una pregunta bien bajito; no entendí bien, la repitió: quería saber qué estudiaba: Medicina, segundo año, le dije. Muy bien, volvió a sonreír, me dio una palmadita en el hombro. Me fijé en sus manos, tenía los dedos muy largos, me recordó la pintura que le hizo Guayasamín, era unas manos muy expresivas, como si hablaran… Siguió caminando por el pasillo, intercambiando con la gente, sonriendo y hablando bajito, hasta que desapareció detrás de una puerta.

«Yo quería que viniera a mi graduación, yo soñaba que me diera el título de graduada, pero ya estaba enfermo, ya no asistía a esos actos. Un día habló en la Universidad, y yo lo vi de lejos, ya era doctora y me dije: le voy a escribir una carta, para contarle que mi abuela, el último día que la vi allá en Oriente, me dijo: “Y si ves a Fidel allá en La Habana dile de mi parte que gracias por todo, por enseñarme a leer y a escribir, por mostrarme que podía trabajar y ser útil, por darles escuela a tus padres y a ti misma, y por ser siempre tan valiente y tan buen mozo”.

«—Pero, ¿cómo voy a ver yo a Fidel, abuela?

«—A lo mejor un día va tu escuela, nadie sabe.

«Y ese día fue, pero fue muy rápido, y no tuve tiempo de hacerle el cuento. Por eso quería mandarle la carta, ¿pero cuántos cuentos así le habrán hecho a él? En definitiva, no la escribí. Ojalá que hubiera una vida después de la muerte, para que mi abuela lo pueda ver allí y le pueda dar ella misma las gracias. Yo sé que son boberías mías, pero estoy nerviosa, estoy muy nerviosa y hablo y hablo para no ponerme a llorar…»

Escuchado en la Plaza de la Revolución, el 28 de noviembre de 2016, en la fila donde miles de cubanos esperaban su turno para rendirle homenaje póstumo a Fidel Castro.