Luego de cómodos triunfos ante Islas Turcas y Caicos y luego frente a Granada, ahora la complejidad sube un escalón con la presencia de República Dominicana en el estadio Pedro Marrero.

Aunque sobre el papel ambas escuadras lucen parejas y ninguna puede alardear de una historia de peso en el fútbol, este encuentro bien pudiera considerarse como el primer medidor importante. Sin embargo, un mejor fogueo internacional y una mayor experiencia de sus jugadores titulares, aumentan la fuerza de los dominicanos.

De cara al choque de este sábado, otra vez la velocidad en los contragolpes parece la mejor arma de los cubanos. No obstante, las pobrezas defensivas, el poco ordenamiento táctico y la inestabilidad en el juego son factores que deberán controlar si aspiran a un buen resultado.

Mientras tanto, si en otros momentos la escasez de gol resultaba una suerte de fantasma para el once cubano, los 14 tantos conseguidos en los dos primeros choques alertan sobre una posible mejora. Pero ojo, ni Guyana y mucho menos Turcas y Caicos, son medidores para calibrar la potencia de ataque de los cubanos. El choque de mañana quizás deje lecturas más verdaderas.

Por ahora, Cuba marcha cuarta entre las xx naciones que participan en el torneo. Una victoria prácticamente garantizaría un cupo entre los diez equipos clasificados a la Copa de Oro del 2019. Una derrota, sin embargo, complicaría las cosas y los cubanos tendrían que apostarlo todo a su último partido frente a la selección de Haití.

Ubicada en un discretísimo lugar 181 del ranking de la FIFA, a Cuba no le queda más remedio que ganar y ganar. Y para ello, consolidar un equipo y una estrategia de superación a largo plazo, decidir de una vez si convoca a futbolistas que ahora mismo juegan en otras ligas, establecer una comunicación sin silencios con la prensa y los aficionados, son tareas que tienen tanta importancia como marcar goles y atajar disparos.

Si tenemos en cuenta que selecciones de la CONCACAF como México, Estados Unidos, Honduras o Costa Rica, ya tienen su cupo asegurado y no participan en este torneo, para Cuba no debería existir otro objetivo que terminar entre los cinco mejores equipos. Sería, al menos, un bálsamo para el maltrecho futbol nacional y un impulso para comenzar a andar.