Final de la LSB: Sin favoritos en drama finalista
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¿Que nuestro baloncesto masculino dista de la élite de la región centrocaribeña? Es cierto. ¿Que la popularidad del deporte ráfaga derivada del bajón de calidad de la Liga Superior ha mermado? También lo es. Con todos y cada uno de los problemas que afloran carga esa disciplina, que este miércoles reanuda la final entre Matanzas y Pinar del Río, con abrazo a una victoria por bando.
Y me atrevería a decir que no hallo un favorito a todas luces, pese a inclinarme por los yumurinos antes de comenzar la serie, pactada al mejor de siete.
Sucede que los comandados por Allen Jemmott cuentan con un quinteto titular experimentado, y de horas de vuelo en preselecciones nacionales, dirigido por Yuniskey Molina (42 puntos-nueve rebotes-seis recuperaciones), Danny Torriente (27-5-cuatro asistencias y ocho recuperaciones), Yoan Rodríguez (27 cartones), Humberto García (6-14), cuya función principal es la custodia de los tableros, y William Granda.
Del otro lado de la cancha, los discípulos de Andrés «Tatica» González son sumamente rigurosos en el cumplimiento de los sistemas tácticos, además de que tienen en la velocidad de sus perimetrales y los puntos por concepto de contraataque, sus principales argumentos ofensivos.
Liderados en el plano individual por el armador de la selección nacional Osmel Oliva (21-5-7-8), el escolta Yosiel Monterrey (19-9-12), principal asistente en esta definición, Yaudelier Suárez (19-6) y el centro Eliéser Quintana (33-16), se han plantado sobre el tabloncillo y le han conferido una rivalidad atractiva a la final, con definiciones en tiempo extra favorable a los yumurinos 66-63, y desquite 70-68 para los vueltabajeros, que a partir de hoy jugarán en calidad de visitadores en la EIDE Luis Augusto Turcios Lima matancera.
Más allá de la pimienta que ha aderezado estos cotejos, cabe el análisis de varios rubros estadísticos. Si bien es cierto que una final de campeonato siempre genera tensión adicional, presión en los jugadores, y se amplía el margen de error sobre la cancha, me resultan alarmantes las 38 y 39 pérdidas respectivas que exhiben pinareños y matanceros, máxime cuando la cifra de asistencias la tienen fijada momentáneamente en 23 y 14, por ese orden, lo que denota a todas luces la ausencia de un pensamiento de juego colectivo, medular en el baloncesto, amén de que en la NBA el talento individual de los jugadores les posibilite abusar en ocasiones de esas virtudes y descuidar este indicador.
Ese análisis conlleva a otro. Si usted penetra con mayor recurrencia al aro, es posible que le cometan mayor número de faltas. Justo ahí recalamos en los tiros libres y los porcentajes de acierto. Ambos elencos apenas frisan el 50% desde la línea de los suspiros, paupérrimo si se tiene en cuenta que para presumir de nivel en este renglón, hay que frisar el 80%. Y hablamos de 85 intentos entre ambas escuadras, a razón de 49 por los de la Atenas de Cuba y 36 por los del extremo más occidental.
La radiografía continúa, pues ni desde el campo, ni mucho menos más allá de la línea de los 6.75 metros, las miras de los basquetbolistas de una y otra armada han estado afinadas. Baste señalar para comprobarlo que, en el caso de los matanceros, compilan para el 42.5 y el 27.8%, mientras los de Pinar lo hacen para el 42 y 23%. Indicadores que dejan mucho que desear.
De ahí que los marcadores de las dos batallas iniciales apenas superen o coqueteen con los 70 cartones, cuando aproximarse a los 90 sería más o menos destacable para cualquier liga de nuestra área.
Otros elementos de carácter un tanto más subjetivo afloran, como la rotación endeble del esférico, la pobre selección de tiro de aquel jugador en mejores condiciones para hacerlo, lagunas visibles en la ubicación para rebotear, además de libertades poco comunes en el balance defensivo por momentos.
Ese es nuestro vino. Los partidos se han considerado hasta ahora visiblemente «interesantes» por lo reñido de los marcadores, en lugar de por mostrarnos un buen baloncesto. Tragos amargos, pero urge continuar trabajando desde las categorías tempranas para que, en un futuro no lejano, nuestro baloncesto no sea un trago más amargo, máxime cuando el sistema competitivo a nivel de clubes y de clasificación mundialista ha variado.
Equilibrio en la final de la LSB. Se juega hoy el tercer acto en la EIDE Luis Augusto Turcios Lima. ¿Quién emergerá campeón? ¿Se necesitarán los siete desafíos? Para hallar esas respuestas habrá que esperar.
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