Las campañas electorales en Estados Unidos, opacadas por la violencia racista
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La violencia racial –más bien la oficial contra las minorías y sus consecuencias– se impuso sobre la agenda política nacional la semana pasada. Algunos funcionarios advirtieron que el país está en un "barril de pólvora", pero en esta coyuntura crítica los ausentes más notables fueron los dos virtuales candidatos a la presidencia.
No es que se hayan esfumado, sino que no figuraron en Wa-shington y en los medios. Menos en las calles. Su participación no incidió en el debate nacional, ante la muerte de dos afroestadunidenses a manos de policías, los decesos de cinco policías en Dallas por un veterano de guerra negro y las movilizaciones de miles –junto con el arresto de más de 300– en todo el país, en una protesta furiosa, pero generalmente pacífica, contra la violencia policiaca y su impunidad la semana pasada.
Algunos observadores se preocupan por que las bases de Donald Trump, junto con las de gran parte del Partido Republicano, que han nutrido un clima racista y xenófobo cada vez más alarmante, podrían detonar más violencia contra las comunidades minoritarias y migrantes del país.
"No hay mayor pesadilla para un gran número de blancos encabronados y asustados que armas en manos de minorías disparando contra blancos", comentó un líder latino a La Jornada. Advirtió que ello podría generar más violencia contra afroestadunidenses y latinos.
Posible respuesta a lo ocurrido en Dallas
Crece la inquietud de que podría haber actos de venganza de grupos ultraderechistas en respuesta a lo ocurrido en Dallas, tema alimentado por varias figuras, como el ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani y la ex candidata a vicepresidenta Sarah Palin, quienes culpan al movimiento Black Lives Matter (Las Vidas Negras Importan) del fallecimiento de los policías blancos.
El presidente Barack Obama, quien regresó un día antes de lo programado de su gira por Europa para atender la crisis, está convocando a un foro entre líderes comunitarios, activistas y jefes de la policía en la Casa Blanca, pero antes viajará a Dallas para honrar a los agentes que perdieron la vida la semana pasada.
En sus declaraciones de la semana anterior, Obama insistió en que no se puede permitir que algunos individuos, policías o el hombre que decidió disparar contra agentes, definan "quiénes somos", e instó a la calma.
Defendió los derechos de protesta y libre expresión, y subrayó: "Alguien que está preocupado por el fracaso del sistema de justicia criminal y ataca a la policía está haciendo daño a la causa".
Mientras tanto, los virtuales candidatos presidenciales, el republicano Donald Trump y la demócrata Hillary Clinton, han intentado navegar las aguas agitadas por los incidentes de la semana anterior, pero siguen caracterizados por algo inusitado en tiempos recientes: ambos son desaprobados y considerados "no confiables", hasta deshonestos, por aproximadamente dos tercios de la población. Ninguno goza de "autoridad moral".
Hillary Clinton intentó hacer eco de las declaraciones del presidente Obama, al buscar una respuesta equilibrada afirmando que sí, que las "vidas negras valen". De igual forma, pidió calma y respeto a la policía por su peligrosa labor.
El nivel de desconfianza hacia Clinton lo revela una encuesta del Washington Post difundida ayer. La mayoría de los estadunidenses (56 por ciento) consideran errónea la decisión del director de la FBI, James Comey, la semana pasada, de no presentar cargos criminales contra ella por su manejo "extremamente descuidado" de su sistema de correo electrónico personal cuando era secretaria de Estado.
Trump buscó volverse una figura más presidencial y responsable al decir que los actos de la policía contra dos afroestadunidenses la semana pasada "carecían de sentido", y reiteró que se necesita "restablecer la ley y el orden" en esta nación. Hoy aseveró: "No únicamente soy el candidato de la ley y el orden, sino el de la compasión".
Muchos se preocupan –la ciudad de Cleveland está preparando a sus fuerzas de "ley y orden" para ello– porque durante la Convención Nacional Republicana, que se realizará la semana próxima, podrían surgir más actos violentos, sobre todo entre manifestantes que se oponen al multimillonario y su partido, y una amplia gama de agrupaciones racistas y ultraderechistas que prometen llegar a "defender a los fieles de Trump".
No tranquiliza que las autoridades estén prohibiendo en la zona de seguridad de la sede de la convención, en Cleveland, todo tipo de objetos, como pelotas de tenis, botellas de vidrio y pistolas y rifles de agua, pero no armas de fuego. Es Ohio. En ese estado, la ley "otorga el derecho" de portar armamento.
Agrupaciones que pugnan por los derechos civiles y otros temen que, a partir de los sucesos en Dallas, las autoridades inicien una ola de represión contra activistas y justifiquen una mayor vigilancia y espionaje contra los civiles. De hecho, el pasado fin de semana reaparecieron tanquetas en calles de algunas ciudades y el uso de gas lacrimógeno y pimienta. Asimismo, arrestos sin justificación.
Charles Ramsey, ex jefe de la policía de Washington y de Filadelfia, expresó ayer en un programa de NBC News que "estamos sentados sobre un barril de pólvora, en un punto muy crítico en la historia del país".
Ramsey, designado por Obama para encabezar una fuerza de tarea en 2014, advirtió que teme que habrá "algún incidente" en las convenciones nacionales de los dos partidos.
Trump manifestó: "Tenemos que ser solidarios con las fuerzas de seguridad pública, las cuales, tenemos que recordar, son la fuerza entre la civilización y el caos".
Pero para muchos, sobre todo en comunidades minoritarias, esas fuerzas son las que están generando el caos.
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