USA: Primarias con ombligo sucio
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Cierto, una gran parte del mundo tendrá elecciones generales, pero la ubicada al final de este 2024 en Estados Unidos tiene ribetes peligrosos, agravados por la importancia -triste, claro- de ser aún la primera potencia militar y económica del planeta.
Pero mucho antes, en febrero venidero, se efectuarán las elecciones primarias de los dos principales partidos estadounidenses en el estado conservador de Carolina del Sur, con el fin de elegir a sus candidatos.
Del lado demócrata, la victoria del presidente Joseph Biden se da por hecha; del lado republicano, el escrutinio sellará el destino de los contrincantes de Donald Trump, quien ha estado expuesto a numerosas acusaciones para eliminarlo de la contienda.
Sin embargo, hay un problema mucho más general: la mayoría de los estadounidenses no quieren ni a uno ni a otro.
Una nueva encuesta elaborada por CBS/YouGov muestra que la confianza de los ciudadanos estadounidenses en su sistema democrático no es sólida. Por el contrario: los temores sobre episodios de violencia electoral son palpables.
El 70% de los encuestados consideró que la democracia de Estados Unidos está amenazada, mientras que el 30% opinó que dicha democracia es segura, indicaron los resultados de esta encuesta, en la que el 49% cree que habrá caos y violencia durante o después de las elecciones de este año de parte del bando que pierda. El resto, el 51%, tiene la esperanza de que los comicios se lleven a cabo y concluyan de forma pacífica y con pleno respeto a los resultados oficiales.
La encuesta es publicada en el marco del tercer aniversario del asalto al Capitolio, uno de los momentos más álgidos de la vida política norteamericana y cuyas consecuencias legales todavía siguen su curso.
El 6 de enero de 2021, una turba de simpatizantes del expresidente Donald Trump tomó violentamente el Congreso en protesta por el triunfo de Joe Biden, al que consideraron de ilegal y fraudulento.
En ese sentido, la encuesta de CBS/YouGov señala que el 39% de los estadounidenses no considera que Biden sea el legítimo ganador de las elecciones presidenciales del 2020, a pesar de que no existan pruebas contundentes que demuestren el supuesto fraude alegado, principalmente, por Trump.
Sin embargo, el 78% de los encuestados desaprobó las "acciones llevadas a cabo por las personas que entraron por la fuerza en el Capitolio de Estados Unidos" el 6 de enero del 2021.
No obstante, más de un tercio de los encuestados considera que la toma del Capitolio fue un acto "en defensa de la libertad".
ESTRIBILLO VACÍO
Mientras el irascible y violento Trump desbarra a diestra y siniestra contra Biden, éste se limita a decir que la democracia está en peligro, algo que hasta sus adeptos como el exmandatario Barack Obama y la expresidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, les parece que es una plataforma débil.
Pese a las promesas de Biden de que su llegada al poder alumbraría un funcionamiento democrático supuestamente más "normal" que el que regía durante el mandato de Trump, el escepticismo sobre el sistema político no ha parado de crecer durante su gobierno, acrecentando las grietas en la sociedad estadounidense.
El primer factor para la creciente falta de legitimidad de Biden es la extrema polarización del electorado. Los republicanos confían menos y tienen cada vez menos cosas en común con los demócratas, y viceversa. Cada grupo tiene no solo una serie de valores y creencias cada vez más disímiles, sino también sus propias cámaras de eco, compuestas por medios de comunicación, redes sociales, amistades, etcétera, que solo confirman sus propias opiniones.
Eso ha producido que, si bien comparten un país, parecieran que viven en realidades totalmente distintas, generando una fricción y una animosidad muy profunda hacia todo lo que sea del otro bando.
El analista argentino Juan Losada recuerda que durante el gobierno de Trump (2017-2021) fueron los demócratas los que creían que el presidente republicano había sido elegido de manera ilegítima, con numerosas protestas encabezadas por eslóganes como "No es mi presidente", campañas para eliminar el Colegio Electoral y establecer el triunfo por voto popular (ya que el magnate ganó más estados, pero obtuvo menos sufragios que su adversaria Hillary Clinton).
También se registraron artículos periodísticos basados en descabelladas teorías conspirativas e investigaciones judiciales de funcionarios ligados al Partido Demócrata que intentaban probar una supuesta colusión —que jamás logró ser acreditada— entre el equipo de campaña de Trump y Rusia para lograr el triunfo en las urnas.
Conversando por vía Internet con algunos conocidos migrantes latinoamericanos en Florida, Georgia y California -la mayoría no tienen derecho al voto- una pequeña parte votaría por Trump, porque este les aseguró una mejor economía.
Ya por esa vía, uno de los radicados hace tiempo en Estados Unidos, advirtió que “la comunidad de ascendencia latina lamentará haber apoyado a Trump, un racista y clasista declarado. De igual forma lamentaría votar por el senecto Biden, un militarista y corrupto. Pero hoy tienen una opción extra: se llama Robert F. Kennedy. ¡Kennedy es la mejor opción para el cambio total en USA!”.
Pero no debemos olvidar que no hay democracia en Estados Unidos, porque, como recordó el intelectual Noam Chomsky, “en EE.UU. gobierna el Deep State; si hubiera democracia, no existiría tanta desigualdad, con 50 millones de pobres, ni el 1% concentraría el 90% de la riqueza”.
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