Historia en la universidad: ¿carga académica?
especiales

En este país, la asignatura de Historia de Cuba es un componente presente en la formación universitaria, independientemente de la carrera que se curse. Se trata de una política educativa que genera debates entre estudiantes y académicos, dividiendo opiniones entre quienes la consideran esencial para la formación integral y quienes la ven como una carga innecesaria.
Por un lado, los defensores de impartir Historia de Cuba en la universidad argumentan que esta asignatura es fundamental para entender el presente y construir el futuro. El estudio del pasado no solo proporciona conocimientos sobre eventos pretéritos; también fomenta el pensamiento crítico, la capacidad de análisis y la comprensión de los procesos sociales, políticos y económicos. Para muchos, esta disciplina es una herramienta invaluable que contribuye a la formación de profesionales más conscientes y comprometidos con su entorno.
Además, en un país como Cuba, con una rica y compleja trayectoria histórica, conocer su devenir a través del tiempo es clave para entender su identidad nacional y su proyección hacia el futuro.
Pero lo cierto es que no todos comparten esta visión. Algunos estudiantes consideran que asignaturas como Historia de Cuba son irrelevantes para sus carreras, especialmente en áreas técnicas o científicas como las ingenierías, las ciencias médicas o la informática. No es imposible hallar, incluso, profesores que de una u otra manera compartan estos criterios. Para sus detractores, el tiempo dedicado a esta materia podría aprovecharse en contenidos más directamente vinculados con la formación profesional específica.
Esta postura se basa en la idea de que la educación universitaria debería ser más especializada, enfocándose en habilidades y conocimientos delimitados que preparen a los estudiantes para el mercado laboral.
Entre los argumentos en contra también suelen aparecer los relacionados con la metodología de enseñanza, que en ocasiones se centra en la memorización de fechas y eventos, en lugar de fomentar una reflexión profunda y crítica. A ello se suma que, muchas veces, los estudiantes no encuentran en la Historia de Cuba de la universidad saberes novedosos que trasciendan la reiteración descolorida de los principales hitos y figuras estudiados a lo largo de las etapas escolares precedentes.
A pesar de estas críticas, basadas muchas veces en experiencias poco felices, es importante destacar que la Historia no solo aporta conocimientos: también desarrolla habilidades transversales. La capacidad de analizar contextos, entender causas y consecuencias y reflexionar sobre el impacto de las decisiones humanas son competencias útiles en cualquier profesión. Por ejemplo, si un médico comprende la historia de la salud pública, dónde tiene sus orígenes la política del país en esta materia, probablemente pueda abordar mejor los retos actuales del sistema sanitario. En este sentido, la Historia no debe asumirse solo como un recuento del pasado, sino, además, como una herramienta para la toma de decisiones en el presente.
De igual modo, es menester prestar atención a la forma en que se imparte la asignatura en los centros de estudios superiores. Para que la Historia de Cuba se presente como una clase verdaderamente útil y atractiva allí donde hoy no lo esté siendo, resulta necesario propiciar la reflexión, replantear enfoques pedagógicos, incorporar estrategias más dinámicas y participativas que conecten el pasado con los intereses y realidades concretas de los estudiantes. Esto podría incluir el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, así como debates sobre temas contemporáneos que tengan sus antecedentes en alguno de los contenidos que conforman los programas docentes.
Vincular los temas históricos con áreas específicas de cada carrera también podría resultar llamativo para los estudiantes.
En este debate, es crucial encontrar un equilibrio entre la especialización y la formación integral. Si bien es cierto que varias carreras requieren un enfoque más técnico, no se puede subestimar el valor de una educación que fomente la conciencia social y el pensamiento crítico.
Las clases de Historia de Cuba y otras materias afines, cuando se imparten de manera adecuada, no se asumen como una carga académica, pues son capaces de enriquecer el conocimiento y de convertirse en escenarios para la formación de ciudadanos más comprometidos y responsables. En un mundo cada vez más interconectado, entender el pasado nacional es esencial para enfrentar los desafíos de la contemporaneidad.
Comentarios
Carlos de New York City
Carlos de New York City
Añadir nuevo comentario