El ascenso de Camilo a comandante

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El ascenso de Camilo a comandante
Fecha de publicación: 
21 Abril 2025
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Camilo Cienfuegos. Imagen tomada de internet

Aunque ya estaba firmada por el Fidel Castro desde antes, el 21 de abril de 1958 fue el día en que a las manos de Camilo Cienfuegos llegó el papel con su orden de ascenso. El último de los enrolados en la expedición del yate Granma pasaba de capitán a comandante del Ejército Rebelde.
 
La ordenanza emitida por el máximo jefe del ejército guerrillero especificaba que el nombramiento respondía a conveniencias tácticas. Quien en los últimos meses había destacado como uno de los capitanes más audaces en la insurrección recibió, con el ascenso, la orientación de ponerse al frente del triángulo combativo cuyos vértices eran las ciudades de Bayamo, Manzanillo y Las Tunas. 

Las obligaciones del nuevo comandante serían las propias de su grado militar, así como “la coordinación de los esfuerzos de las diferentes guerrillas que operan en la zona”, según se lee en la orden firmada por Fidel. También debía coordinar los abastecimientos y las acciones de sabotaje dentro de los pueblos inscritos en su radio de operaciones, así como organizar la reforma agraria y la modificación del régimen de justicia, de acuerdo a las disposiciones jurídicas del Ejército Rebelde para los territorios liberados. 

Poco más de 24 horas después de conocer oficialmente sus nuevas responsabilidades, el guerrillero oriundo de La Habana le contestó al líder de la revolución por la que luchaba: “(…) Al recibir tan alto honor y responsabilidad he jurado cumplir a cabalidad dicho cargo y trabajar hasta el límite de mis fuerzas por acelerar el triunfo de la revolución (…)”. De esa misma nota, fechada el 23 de abril, son las históricas palabras en las que Camilo le aseguraba a Fidel: “Más fácil me será dejar de respirar que dejar de ser fiel a su confianza”.

Al operar en la nueva zona bajo su mando, el comandante Camilo se convirtió en el primer jefe guerrillero de relieve en combatir sistemáticamente en los llanos. De ahí que su amigo Che Guevara lo llamara, años después, “el precursor”, en alusión a lo que fue la invasión a Occidente.

A través del tiempo, la figura del Señor de la Vanguardia ha recibido el elogio y respeto de sus compañeros de armas por la osadía con que asumía las acciones militares. La historia recoge que en una ocasión estuvo cercado, acompañado de apenas una veintena de rebeldes, por unos 600 soldados enemigos, quienes contaban con dos tanques; sin embargo, Camilo y sus hombres resistieron el acoso durante un día entero y por la noche lograron escapar.

Varias son las anécdotas en las que sobresale la elocuencia de Camilo Cienfuegos. Una de ellas se enmarca pocos meses después de ser ascendido a comandante, cuando el jefe del Ejército Rebelde lo puso al frente de una de las columnas que desarrollaría la invasión a Occidente. Antes de partir a la misión, Fidel le preguntó si había escogido a los combatientes que lo acompañarían.

— Sí, los escogí todos locos.

— ¿Cómo locos?

— Sí, porque hay que estar loco para cumplir la misión que me has dado.

Junto a otras figuras emblemáticas de la Generación del Centenario, Camilo es un símbolo de valentía, lealtad y compromiso con los ideales que abrazó. Su impacto en la Revolución Cubana trasciende no solo por sus habilidades militares, sino también por el humanismo y determinación con que inspiró a quienes lucharon a su lado. 
 

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