¿Existe Haití?

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¿Existe Haití?
Fecha de publicación: 
15 Febrero 2025
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Con tantos acontecimientos internacionales en boga, desde la guerra Rusia-Ucrania, el continuado genocidio israelí contra el pueblo palestino, las  legislaciones arancelarias de Trump contra sus socios y no tan socios comerciales, y su política antiinmigrante, tiene que surgir un acontecimiento tal como el incendio por una banda criminal de su principal hospital para que el mundo vuelva a conocer noticiosamente a Haití, días después que otro grupo de bandidos  haya estado tres días asesinando impunemente a centenares de personas en un barrio de la capital, Puerto Príncipe.

Existe un llamado Consejo Presidencial  Transicional que junto a un gobierno también transitorio debería celebrar elecciones, aunque antes tendrá que terminar con el caos reinante, y más cuando las tres cuartas partes de Puerto Príncipe están en poder de grupos armados y las  fuerzas extranjeras que debían colaborar al efecto son insuficientes y no hay un presupuesto para mantenerlas, después que Estados Unidos se había comprometido para ello.

No es nada nuevo, porque la hoy cada vez más desprestigiada USAID no puede explicar a ciencia cierta a donde han ido a parar los millones de dólares dedicados supuestamente a la ayuda humanitaria.

Según datos verificados por la ONU, al menos 5 626 personas murieron en Haití en el 2024 como consecuencia de las acciones de bandas criminales (un millar más que el año anterior), 2 213 resultaron heridas y 1 494 fueron secuestradas.
Por su parte, a mediados de enero la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informó que el número de desplazados en Haití se ha triplicado en solo un año y ha superado el millón de personas, de los que más de la mitad son niños.

NUEVO CAMPO DE BATALLA

El portavoz del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), James Elder, afirmó que  los cuerpos de los menores de edad se han constituido en otro "campo de batalla" dentro de la nación caribeña.

"Un asombroso aumento del mil por ciento (1 000%) en la violencia sexual contra los niños en Haití ha convertido sus cuerpos en campos de batalla. El aumento de diez veces, registrado entre el 2023 y el año pasado, se produce mientras los grupos armados infligen horrores inimaginables a los niños", sostuvo el funcionario en una conferencia de prensa desde Ginebra.

Empero, la gravedad del asunto contrasta con la escasa atención mediática que ha recibido esta espantosa estadística, y por eso, si los números han perdido significado, los niños que viven este horror sí cuentan.

El horror que produce un ataque a un niño es evidente. Un aumento de diez veces la cifra es ruinoso. El dolor se extiende a las familias, destroza las comunidades y deja cicatrices en la sociedad en su conjunto.

Para empeorar la situación, también va en ascenso la cantidad de menores que son reclutados por los grupos armados. En el último año, el alza se ubicó en 70% y la violencia armada respira muy cerca de 1,2 millones de niños.

En la actualidad, hasta la mitad de todos los miembros de los grupos armados son niños, algunos de tan solo ocho años. Muchos son llevados a la fuerza. Otros son manipulados o arrastrados por la extrema pobreza. Es un ciclo letal: los niños son reclutados por grupos que alimentan su propio sufrimiento.
A la lista de tragedias sumó el colapso de los hospitales, las escuelas y las zonas residenciales, pues muchos de ellos se han convertido en campos de batalla que han obligado a la huida de medio millón de niños. A ello se agrega que unos tres millones de  los 11 millones de haitianos precisan de ayuda humanitaria urgente.

PRIMERA, Y ÚLTIMA

Al declarar su independencia en 1804, Haití se convirtió en la primera república negra libre del mundo. Dos siglos después, este país de belleza insular excepcional, tras siglos de intervención extranjera, ocupación y endeudamiento forzoso, inestabilidad política y desastres naturales, es la nación más pobre del hemisferio occidental.

Como resultado de esta historia, Haití bordea el colapso. La nación caribeña sufre inestabilidad política y corrupción, violencia de bandas, tráfico de drogas, trata de seres humanos y un alto índice de secuestros y violencia sexual y de género, brutalidad policial y homicidios. El hambre aguda afecta a 1,6 millones de haitianos. El sistema judicial se ha desintegrado. Casi 900 escuelas han cerrado sus puertas dejando a 200 000 niños sin acceso a la educación. Los hospitales abarrotados y la tasa de mortalidad materna y neonatal es la más alta del hemisferio occidental. Esto ha obligado a cientos de miles de personas a abandonar Haití.

En enero del 2010, Haití sufrió su catástrofe natural más devastadora hasta la fecha. Un terremoto de gran magnitud causó más de 220 000 muertos, 300 000 heridos y 1,5 millones de desplazados. Después, en el 2021, otro terremoto sacudió el sur del país, matando a 2 000 personas y desplazando a decenas de miles más. Días después, una tormenta tropical causó más estragos en esa parte del país. En el 2023 se produjo un sismo que mató a más de 2 000 personas. La destrucción masiva de estas catástrofes naturales ha provocado enormes necesidades humanitarias. Aunque muchos países han intervenido para proporcionar ayuda exterior, ésta ha sido muy mal gestionada por organizaciones no-gubernamentales y entes gubernamentales como la USAID.

La escasez de agua y la hambruna empeoran día a día y afectan ya a millones de haitianos en todo el país. Más del 50% de los haitianos sufren actualmente inseguridad alimentaria, y casi una cuarta parte (22%) de los niños del país se consideran desnutridos. Además, dos tercios de la población carecen de servicios de saneamiento adecuados, y un tercio no tiene acceso a agua potable. La hambruna generalizada, la escasez de agua y la debilidad de las infraestructuras son el resultado de una historia de subdesarrollo. Las catástrofes naturales han empeorado las condiciones, ya que han perturbado la agricultura en todo el país. 

La falta de agua potable, saneamiento, infraestructuras y servicios sociales ha dejado a Haití vulnerable a enfermedades generalizadas. En octubre del 2022, una epidemia de cólera arrasó la isla e infectó a más de 13 000 personas. La población más vulnerable son los desplazados internos que han huido de sus hogares.

Para los haitianos que toman la difícil decisión de abandonar su país de origen, el viaje para entrar en Estados Unidos es peligroso, y no siempre exitoso.

RECUENTO FATÍDICO

El devenir del país más pobre de América Latina importa poco o nada. Las organizaciones internacionales giran la cabeza a un lado para no tomar en cuenta esa dura realidad que es Haití: caótico y mísero. Actualmente, este pequeño país se hunde en la violencia y el caos, sumado a una gravísima situación sanitaria y bandas criminales que operan en todo el país. La anarquía incrementó desde el magnicidio del expresidente Jovenel Moise en el 2021. 
Calificado de “Estado fallido”, Haití no ha tenido estabilidad social y económica desde hace largas décadas. Basta recordar las barbaridades cometidas durante los casi 30 años de dictadura duvalierista para comprender la actualidad. 

A raíz del asesinato de Moise, el país estuvo dirigido por un gobierno transitorio comandado por el médico Ariel Henry, quien resultó ser un fiasco de autoridad. La población haitiana no solo lucha contra la falta de autoridad institucional, sino también contra las bandas que azotan y asesinan a cualquiera sin distinción y que no les interesa el orden.

En una reunión del Caricom (Comunidad del Caribe), los responsables decidieron instaurar una especie de Consejo Presidencial para la Transición con el apoyo de Estados Unidos, Canadá, Brasil y México. Estados Unidos, por cierto, prometió una ayuda económica que nunca llegó, ocupado en un difícil año electoral, y el dinero ya fue destinado a Ucrania. 

La población haitiana, exasperada, espera con ansias que ese Consejo Presidencial, que eligió a Edgar Leblanc Fils como presidente y a Fritz Bélizaire, ex ministro de deporte, como primer ministro, se encarguen del destino de ese país hasta el 7 de febrero de 2026, fecha prevista para la investidura de un nuevo presidente tras las elecciones legislativas. 

El Consejo Presidencial tomó las riendas del país bajo la amenaza de boicot de las bandas armadas y a la espera de que la ONU cumpla con su promesa de enviar fuerza internacional que ayude al orden en las calles. Mientras, la oligarquía haitiana, muy cuestionada, sigue impávida. 

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