Lula, una evaluación
especiales

En la reciente Cumbre de la CELAC Lula abogó a en defensa de la democracia, luego de insistir en que ningún país puede imponer su sistema político a otro. En ese sentido, apuntó la erosión de la confianza en la política y la apertura de espacio para lo que denominó proyectos autoritarios. Foto EFE
Una reforma agraria estancada, un Movimiento Sin Tierra que se siente defraudado, el incumplimiento de promesas para combatir el cambio climático y la inconsistencia de las fuerzas políticas que dicen apoyarlo han restado popularidad al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, en su tercer mandato, aunque, no obstante, y a pesar de su avanzada edad y sufrir operaciones cerebrales, sería nuevamente el más votado si intentara la reelección, en unos comicios limpios.
El mandatario alcanzó la mitad de su actual gobernanza con buenos resultados económicos. Al respecto, la economista Carla Beni, profesora de la Fundación Getulio Vargas, enumera los logros en esa área cuando se para y exclama:
“Ah, un factor muy importante es la estabilidad. Ya no tenemos un jefe del Ejecutivo que dice todas las semanas que habrá un golpe”. Destaca que el PIB ha crecido más del 3%, hay una fuerte reducción de la pobreza, el aumento real del salario mínimo, un desempleo en mínimos históricos… “.
Pero, señala, “hay una divergencia entre la realidad económica y la percepción de las personas”. Una distorsión que atribuye a la inflación, el tono de pánico de los medios y la polarización. La especialista considera al Presidente “a la defensiva frente a un mercado financiero endiosado”.
“Lula ha recolocado a Brasil como un actor relevante en el escenario internacional tras un período de aislamiento diplomático” con Bolsonaro, explica Tatiana Vargas-Maia, especialista en Relaciones Internacionales de la Universidad de Río Grande do Sul.
Cierto, ha reforzado las alianzas en América Latina, África y los BRICS, regresado como voz relevante del Sur Global a foros multilaterales y, como colofón, acogió la última cumbre del G20 en Río de Janeiro, donde los líderes abrazaron la alianza contra el hambre.
Este 2025, recibirá a los BRICS y la COP30 será en la Amazonia. Aunque Brasil ha ejercido un notable liderazgo global en la agenda climática, ha sido menos incisivo de lo esperado.
BLINDAR A BRASIL
Lula, con políticas progresistas en relación al conflicto ruso-ucraniano, el genocidio israelí contra el pueblo palestino y el bloqueo de Estados Unidos a Cuba, se ha buscado una mayor animadversión del imperialismo y sus satélites.
Hoy, Brasil se enfrenta a un incremento del 10% en los aranceles para todos sus productos exportados a Estados Unidos, además de las tarifas adicionales sobre el acero y el aluminio.
En respuesta, Lula reafirmó la posición de Brasil frente a los aranceles de Donald Trump, al declarar que su país cuenta con un "colchón" de reservas internacionales, suficiente para resistir los impactos financieros derivados de los aranceles.
Durante un acto en Cajamar, estado de Sao Paulo, el mandatario destacó la solidez económica de Brasil y recordó las reservas acumuladas en sus anteriores mandatos.
"En mis dos primeros mandatos (2003-2010) hicimos una acumulación de reservas internacionales que puede enfrentar cualquier crisis, incluso cuando el presidente Trump diga lo que lo quiera", aseveró.
EL GRAN ENEMIGO
Tanto la Cámara de Diputados como el Senado están dominados por aliados de Bolsonaro.
El gobierno es totalmente rehén del Centrâo [los partidos del llamado gran centro], cada vez más ideologizado y escorado a la derecha, exigente en términos económicos y de cargos.
Ante esa hostilidad, las cuestiones más ideológicas (como mujer, indígenas o medio ambiente) han quedado aparcadas y el capital político se invierte en leyes económicas como la reforma tributaria.
EXIGENCIA CORRECTA
Consciente de esta amarga realidad, Lula realizó un encendido alegato en defensa de su gestión y pidió a su partido cambiar sin perder la esencia, tras presentar una caída en los índices de popularidad.
En una ceremonia en Río de Janeiro con motivo del 45 aniversario del Partido de los Trabajadores (PT), que él lidera, el mandatario instó a su militancia a volver a los lugares de trabajo, dialogar con las iglesias y ocupar sin miedo tanto las calles como las redes sociales.
“Porque si solo aparecemos cada cuatro años (por las elecciones), seremos iguales que cualquier otro partido político. Y el PT no nació para ser igual, nació para ser diferente”, afirmó.
En este contexto, el partido progresista, que él ayudó a fundar en 1980 y que dirige desde entonces, “necesita cambiar y avanzar, sin perder de vista su esencia”, según dijo.
Lula listó como desafíos la “creciente digitalización, la precarización de la clase trabajadora, la extinción de profesiones” por la Inteligencia Artificial (IA) y “la ascensión de la extrema derecha que amenaza la democracia en varios países”.
El presidente de Brasil también invitó a ser valientes a la hora de enfrentar las noticias falsas de una ultraderecha «mentirosa» que «no tiene miedo de calumniar» gracias al apoyo de las empresas que controlan las principales plataformas de redes sociales.
En su discurso, Lula volvió a criticar la estrategia imperialista del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al mencionar las aspiraciones del republicano de anexionar Canadá y Groenlandia, y el discurso a favor de la extrema derecha que el vicepresidente de ese país, J.D. Vance, pronunció en la Conferencia de Seguridad de Múnich.
“A nosotros nos gusta la democracia y vamos a defenderla, porque solo con democracia un compañero de la periferia puede ser diputado o un tornero mecánico llegar a ser presidente”, indicó, haciendo alusión a su caso personal.
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