Crisis británica: Liz Truss fundida
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Liz Truss apenas duró seis semanas
Llegó al premierato con el propagandeado aval conservador de ser una nueva Margaret Thatcher, la Dama de Hierro, pero la sustituta de Boris Johnson implantó el record de permanencia más corta en el poder y no logró objetivo alguno, constituyendo el fracaso más sonado del neoliberalismo británico de los últimos tiempos, provocando tal crisis en su Partido Conservador que pudiera abrirle las puertas a nuevas elecciones anticipadas en las que pudiera triunfar su principal rival laborista.
Liz Truss apenas duró seis semanas, y agravó uno de los períodos más convulsos de la historia reciente británica.
La ex primera ministra alcanzó el cargo el 6 de septiembre aupada en las primarias por las bases conservadoras, que apreciaron su discurso desacomplejado y su propósito de dar un giro más a la derecha en el rumbo del país.
Eso no obstó para que el 23 de ese mes su entonces ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, presentase la mayor bajada de impuestos a la clase rica en medio siglo, sin más plan para financiarla que endeudar al país; los mercados respondieron disparando la prima de la deuda soberana y hundiendo la libra.
Ese día fue el principio del fin para Truss. A partir de entonces solo pudo dedicarse a destituir a Kwarteng y llegar a la humillación final de ver al nuevo ministro de Economía, Jemery Hunt, desmontar por completo ante el Parlamento un plan lleno de errores.
Sus últimos movimientos a la desesperada, como aparecer en la BBC para hacer acto de contrición y pedir perdón, no sirvieron para nada más que para dilatar un destino que ya estaba escrito.
CAMALEÓNICA
Antes de convertirse en primera ministra, había ocupado en el último año la cartera de Exteriores, desde donde dirigió un choque con la Unión Europea (UE) que todavía amenaza con derivar en una guerra comercial, y desplegó una dura retórica contra China y principalmente Rusia, a la cual expresó que no le temblaría la mano para apretar el botón nuclear contra el más extenso país del mundo.
Ella fue la impulsora de la ley que permitirá a Londres incumplir el acuerdo del Brexit y se erigió en la primera defensora de las "oportunidades" que vislumbra el Reino Unido fuera de la UE, a pesar de que defendió con pasión la permanencia antes del referéndum del 2016 -abandonar el bloque sería una tragedia, llegó a escribir-.
Crecida en una familia de izquierdas. Republicana ella misma durante su juventud en un país monárquico. Liberal-demócrata antes que "tory". Truss fue capaz de superar todas sus contradicciones para crecer dentro del Partido Conservador con una carrera firme en la que su primera cartera ministerial, Medio Ambiente, le llegó en el 2014.
Sirvió en los gabinetes de David Cameron, Theresa May y Boris Johnson, quien le dio la gran oportunidad de su carrera al pasarla de Comercio Internacional (donde había fraguado los primeros acuerdos pos Brexit con terceros países) al Foreign Office.
En Exteriores obtuvo el trampolín desde el que aspirar al plato fuerte, la jefatura del Gobierno. Solo seis semanas después, la deja con la cabeza gacha y como un borrón histórico.
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