Afganistán frente al terrorismo y el boicot imperial

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Afganistán frente al terrorismo y el boicot imperial
Fecha de publicación: 
23 Abril 2022
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En esta imagen de archivo tomada de un video, un combatiente talibán hace guardia en el exterior de una mezquita tras la explosión de una bomba, en la provincia de Mazar-e-Sharif, Afganistán, el 21 de abril de 2022. (AP Foto, archivo)

Diversas fuerzas terroristas, alimentadas por Estados Unidos, han intensificado la siembra de muerte en Afganistán, teniendo como puntos de mira tanto objetivos civiles como militares, con decenas de víctimas, entre ellas escolares y amas de casa. 

Mientras, grupos incursionaban contra el vecino Paquistán y más esporádicamente en otras naciones fronterizas, poniendo en tela de juicio la promesa del Talibán de impedir acciones semejantes, una de las demandas para estabilizar las relaciones con el actual gobierno.

El incremento de tales hechos ocurre en los momentos en que la nación afgana carece virtualmente de ayuda externa; su principal fuente de ingresos, la exportación de los productos derivados del cultivo de la amapola ha cesado, porque el Talibán se dice enemigo de las drogas, además de que Estados Unidos se niega a descongelar los fondos afganos en el exterior, parte de los cuales entregó, sin consultar a Kabul, a familiares de personeros del anterior régimen.

Todo esto explica la situación que ha llevado a millones de habitantes a la miseria en de una de las naciones que de por sí ya era una de las más pobres del planeta.

La nación afgana ha dependido durante décadas del cultivo de amapola, que convierte en heroína, además de otros opioides, por lo que se hace necesario la diversificación de cultivos, a pesar de suelos estériles y en parte contaminados por los bombardeos aéreos norteamericanos, además de que, subrayo, el Talibán, desde su primera asunción al poder, rechazó la vinculación y vivir del comercio de drogas.

Además, afirma que nunca ha realizado atentados suicidas contra la población civil, pero éste si ha sido el instrumento de grupos que aún controlan pequeñas partes de la nación, mientras reciben financiamiento imperial, tratan de hacer la vida imposible al afgano corriente e incursionan contra centros religiosos, culturales y docentes no afines a sus intereses, y promover la subversión contra el gobierno.

Recordemos que el Talibán tiene entre sus metas lograr un emirato islámico dentro de los límites territoriales del país centroasiático, mientras entidades como el Estado Islámico (EI) pretende que también comprenda los países vecinos, entre ellos Iraq y Siria.

Miles de combatientes del EI fueron llevado por Estados Unidos a Afganistán, y hoy día integrantes de grupos terroristas actúan como mercenarios para enfrentar la operación militar rusa en Ucrania.

Y todo esto lo aprovechan Estados Unidos y la OTAN para tratar de borrar su incapacidad en doblegar al pueblo afgano, mientras echan la culpa al anterior régimen de Ashraf Qani de no “preservar la seguridad”.
Creen que con ello evitan las críticas por la fallida misión emprendida en el 2001, so pretexto de luchar contra el terrorismo y deponer a los talibanes.

EL CAMINO CORRECTO

Por lo pronto Rusia y China han abierto el camino para ayudar humanitariamente al pueblo afgano, independientemente de las demandas para que su gobierno sea más inclusivo.

Rusia fue el primer país en reconocer al gobierno talibán, entregándole la embajada en Moscú, mientras el canciller chino, Wang Yi, visitaba Kabul, tras lo cual recabó el apoyo de naciones vecinas para ayudar a la necesitada nación.

El Ministro de Exteriores chino califica al grupo de “fuerza clave política y militar”.

China ha enviado una importante ayuda sanitaria y alimentaria, que aún es insuficiente, mientras Occidente permanece impasible y EE.UU., como apuntamos, manipula ilegalmente los fondos afganos en el exterior.
“Los talibanes en Afganistán representan una fuerza clave política y militar, y desempeñarán un papel importante en el proceso de paz, reconciliación y reconstrucción”, indicó Wang, en un comunicado distribuido por su ministerio.

El titular de Exteriores reiteró lo que Beijíng espera de los talibanes: que atajen al Movimiento Islámico de Turquestán Oriental (ETIM, por sus siglas en inglés), un grupo radical uigur al que China acusa de estar activo en la región de Xining y de querer perpetrar actos terroristas con el fin de lograr la independencia de ese territorio, hogar de esa minoría étnica de religión musulmana. El ETIM, subraya el comunicado, representa una “amenaza directa a la seguridad nacional de China”.

Beijing recibió esas garantías. “La delegación ha asegurado a China que no permitirá que nadie use territorio afgano contra China”, ha declarado el portavoz talibán Mohammed Aneen, citado por la agencia Reuters. “China también ha reiterado su compromiso de continuar su asistencia a los afganos y ha dicho que no interferirá en los asuntos de Afganistán, pero ayudará a resolver los problemas y el restablecimiento de la paz en el país”.

DOBLE INTERÉS

Y es que un Afganistán desestabilizado puede servir de refugio a radicales uigures, como ocurrió en el pasado, y facilitar que grupos terroristas puedan cometer atentados en Xining, precisamente cuando China considera que el éxito de su campaña de reeducación entre la minoría musulmana, que lleva a cabo desde 2016, ha permitido que no se detecten actos de violencia extremista en esa región en los últimos seis años. 

El atentado contra un autobús en el que murieron nueve ingenieros de nacionalidad china que trabajaban en la construcción de una represa en Paquistán ha agudizado esas preocupaciones.

Por otro lado, un Afganistán en paz y libre de tropas norteamericanas no solo confirma su tesis de que Estados Unidos es supuestamente una potencia cada vez más decadente. También le permite proteger y ampliar sus intereses económicos en esa nación, sedienta de inversiones e infraestructuras. Y le abre las puertas para integrar a ese país en su iniciativa de Nuevas Rutas de la Seda, la gigantesca red de infraestructuras con la que pretende conectarse con el resto del mundo. 

China, que ya construye allí una autopista entre Pesada, en la frontera paquistaní, y Kandahar, podría así conectar Kabul con el proyecto estrella de la iniciativa, el Corredor Económico China-Paquistán, y abrir una vía de acceso terrestre a mercados como Irán, Turquestán o Uzbekistán, en Asia Central.

China ha propuesto un plan de paz de tres puntos para Afganistán, y nombró un nuevo enviado especial para las negociaciones, el diplomático Fue Xiaoyong, en una señal de que pretende un papel de mayor relevancia en el proceso. 

El plan quiere evitar una escalada del conflicto en el país centroasiático, restablecer las negociaciones entre los bandos afganos para lograr la reconciliación política y evitar que grupos terroristas puedan sacar provecho de la situación para implantarse en su territorio, como hiciera Al Qaeda durante los ’90.

 

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