Robiel quiere pasear la bandera en Santiago 2023
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No pienso en marcas, mi meta es ganar. Foto: Calixto N. Llanes, enviado especial de JIT
Se desenvuelve con el desenfado de un adolescente presumido, los risos del pelo y su caminar de cadencia impostada y rítmica descubren ese flow que contagia.
Conversa casi inocente y en voz baja, combina la ligereza aparente del despejo con la mesura de vaticinar propósitos y metas.
Sabe que ha venido a ganar, lo confiesa: «soy el favorito y tengo un compromiso con ese pronóstico y otro más grande con Cuba. Soy el abanderado de la delegación y no hay otro final que me conforme».
Faltan horas apenas para que asalte el Centro Atlético Mario Recordón, de Ñuñoa, y se robe el show del salto largo para la categoría T47 en los VII Juegos Parapanamericanos de Santiago 2023. No se avisora en él un gramo de tensión.
Con apenas 20 años de edad ha ganado todo y eso pudiera resumir en contenido su dimensión de hombre singular. Sin embargo, no invita a conformarse su recuento con el resumen parco de sus glorias.
Lo singular en su caso, habida cuenta de sus títulos mundiales y paralímpicos, del récord universal que estampó recientemente en Bogotá, cuando voló 7.71 metros, no resulta la predicción tácita de su éxito, sino la exposición prolija del cómo.
Y esa se encuentra en el despejo y la diversión que lo caracteriza; en el gesto bondadoso de tomar a Pedrito de la mano y servirle de Lazarillo afectuoso, sin la intensión moralizante del postureo; en verle sudar y disfrutar a la misma vez del sacrificio detrás de sus éxitos.
«A mí me gusta saltar, es lo que más disfruto, incluso me encantaría que estuviera el triple salto en todos los juegos porque me encanta también», asegura con el rostro iluminado con ese mismo goce de cuando baila en cualquier lado en que suenen los ritmos urbanos y modernos.
Despeja con modestia una incógnita casi inundada de obviedad: si su competencia es contra rivales o contra sí mismo.
«No, yo compito para ganar», así aclara de golpe la obsesión con los ocho metros, porque a pesar de que no quiere hablar de ese extenso foul en los V Juegos Parapanamericanos Juveniles de Bogotá 2023, piensa que superar sus marcas es solo una consecuencia de querer ser mejor y ganar.
Solo con esa satisfacción que encuentra en el deporte puede aliviar el peso de tanto sacrificio, imponerse a la condición que le quita estabilidad en la carrera y el vuelo.
Lo mismo otorga licencia para elucubrar y evadir el silencio piadoso sobre la afrenta de competir contra convencionales, aún en su condición.
«Claro que me gustaría, me encantaría competir en unos juegos olímpicos, pero solo si ello no implica renunciar a los paralímpicos», responde con tanta precisión cómo para entender que lo ha pensado antes, porque con sus mejores saltos hubiera ganado la medalla de plata en los XXIV Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador 2023
¿Si consiguieras la barrera de los ocho metros te animarías? Escucha y salta como un resorte, «claro, por lo menos en los campeonatos nacionales. Entreno y compito con los atletas convencionales de mi especialidad, incluso el triple salto lo he practicado y me he atrevido a rivalizar con ellos», desvela.
Y vuelve a lo que le ocupa, los Parapanamericanos de Santiago 2023. Aquí tendrá un reto menor para los especialistas, pero siempre importante para él.
«Me gusta competir, me gusta mucho ganar, no importa la magnitud y la importancia de la competencia, es lo que hago y ahora tengo otro compromiso, porque sé que en Cuba esperan mi éxito», asume con satisfacción más que con solemnidad.
Y remata: «no pienso en las marcas, pasear la bandera cubana por el estadio es mi meta». Siendo así no habrá vientos que detengan su vuelo al éxito.
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