La solidaridad que da la finca de Danilo Resqueijo (+ Fotos y Video)
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Cuando nos encontramos, a la entrada del Hospital Militar Dr. Mario Muñoz de Matanzas, Danilo Resqueijo llevaba ya unas cinco horas en pie, aunque apenas pasaban las nueve de la mañana.
Pero qué va, los ojos aguados no eran por la falta de sueño, a eso está acostumbrado, este guajiro estaba al reventar en el más humano y varonil de los llantos posibles. Le hicimos una emboscada, me dijo el político.
La verdad, le tiraron con todo, por si fuera poco la cantidad de estrellas bien ganadas en las charreteras de los que “dirigieron la operación”, un ejército debidamente “nasobucado”, listo para ir a la guerra cuerpo a cuerpo contra la Covid 19, estaba allí, esperando para aplaudirlo. De aplaudidos a “aplaudidores”.
¿Quién no se emociona? Desde el pueblo de Bolondrón, donde vive, hasta su finca, Danilo recorre cada madrugada unos 15 kilómetros. Para llegar al Militar, en la cabecera provincial, viajó más de cuarenta en un camión cargado de frutas, viandas sazones y solidaridad. Pero si los multiplicamos por 4, que es el número de cargas como esta que ha entregado para la alimentación del personal de salud y los pacientes ingresados allí, ya acumula cerca de 200 km y una cantidad de agradecimiento que ninguna unidad de medida puede expresar.
¿Pueden los aplausos? Me dice Danilo que sí, que todos los tomates, calabazas, plátano, ajíes, melones, cada producto que ha donado está bien pagado: “…nada que yo haya hecho antes me lo han valorado tanto, estas son unas gentes muy buenas, pa qué te voy a decir, hoy mismo mira, yo ni aviso, Juan Carlos, el director, me dice que lo llame y yo no lo llamo porque a mí no me gusta nada de esto y hoy llegué y mira lo que me encontré, ya con eso yo tengo.”
Con eso y el orgullo de Amaranta, la chiquilla de cinco años y nombre hermoso que espera todos los días a papá cuando vuelve de la finca como a las seis de la tarde. Ella también lo inspira cuando hace una pausa en la rutina para darse un saltico al hospital. Ella y un sentimiento que no se compra en el mercado.
“Es como único yo puedo ayudar, eso lo pensé y lo comenté con los compañeros y me dijeron sí, eso está bien, los que trabajan conmigo, la familia. Yo estoy cumpliendo todos mis planes con acopio, esto no afecta, el país está en una situación que necesita de todo el que pueda ayudar y yo me siento bien, me siento muy bien con lo que estoy haciendo.
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