Hiroshima-Nagasaki: La muerte en vano

En poder de Estados Unidos está el más grande arsenal atómico. Su ejército es el que posee las más peligrosas posibilidades de utilizarlo, y hoy la humanidad corre el riesgo real de volverlo a sufrir.  

Cientos de miles de vidas se perdieron con las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos contra Hiroshima y Nagasaki, en 1945, respectivamente los días 6 y 9 de agosto, cuando ya Japón estaba indefenso.

La muerte de centenares de miles de personas, las secuelas que se mantienen, siguen siendo injustificables y esas muertes aún son en vano, porque la paz mundial está muy lejos de alcanzarse, debido a las agresivas políticas seguidas por sucesivos gobiernos y que empeora la actual administración.

Las recientes amenazas de Estados Unidos contra Irán y la República Popular Democrática de Corea hacen aún más vigentes el genocidio que cometió hace 75 años contra la indefensa población de las ciudades mártires, las cuales siguen siendo bases de un movimiento, internacional para prohibir las armas elaboradas con uranio.

Punto de partida testimonial de los horrores de aquella agresión atómica y los sufrimientos de los sobrevivientes es Shunsaburo Tanabe, representante del Proyecto Hibakusha, que aboga por el desarme nuclear mundial, y con quien tuve oportunidad de conversar cuando visitó Cuba.

Tanabe, tenía 20 cuando el bombardeo atómico norteamericano contra Hiroshima. Se hallaba a solo 2,1 kilómetros de distancia de donde cayó el artefacto que causó el 6 de agosto de 1945 la muerte instantánea de 80 000 personas y que llegó en días posteriores a 140 000 fallecidos. “Fue algo injustificable, porque Japón ya estaba debilitado y hambriento. No eran necesarios esos lanzamientos para terminar la guerra”, subrayó.

Otro Hibakusha o sobreviviente, Hisashi Shosokabe relató que en el momento de explosión de la bomba tenía 9 años de edad y se hallaba en una escuela a 20 kilómetros de Hiroshima, donde trabajaba su padre, quien pereció. Su madre y hermano mayor fallecieron después por el cáncer producto de la radiación. “Yo he quedado sufriendo secuelas que pueden provocarme la muerte en cualquier momento”, expuso.

Los fallecidos por los artefactos suman más de 200 000 y hay dos millones de víctimas de la radiación, o sea, son sobrevivientes de los bombardeos atómicos.

Muchos otros lugares han servido para que Estados Unidos perfeccione sus experimentos para el exterminio humano, como Iraq, debido al uranio que contenían las armas empleadas en la Guerra del Golfo y en la invasión que lideró Estados Unidos en el 2003.

Cuenta DPA que Haruko Moritaki, cuyo padre presidió el Consejo Japonés contra las Bombas Atómicas y de Hidrógeno, indicó que existe un paralelismo entre lo que sucedió en el país árabe con Hiroshima, donde "el cáncer comenzó a aumentar entre diez y 15 años después del estallido de la bomba". En Japón mostró las fotos de niños muriendo de cáncer en escuelas y otros lugares, y expuso lo que ocurrió en el Iraq devastado por la guerra que desató EE.UU. 

La propaganda imperialista impide que hechos como estos se conozcan, mientras ha tratado de inculcar durante 75 años que el arma más devastadora entre todas las conocidas fue utilizada para someter al Japón cómplice de la Alemania hitleriana durante la Segunda Guerra Mundial, cuando estaba virtualmente concluida. Y trató de ocultar, como ha quedado demostrado, que los bombardeos se realizaron como un chantaje a la Unión Soviética y para evitar que su sistema socialista se extendiera por el mundo.

Hiroshima conmemora 75 años desde el bombardeo atómico pic.twitter.com/axgei3k1U3

— Reuters Latam (@ReutersLatam) August 8, 2020