En tiempo real: de alas y serruchos
especiales
En un capitalino hospital de excelencia he visto a una doctora, también profesora, y a un grupo de estudiantes de medicina restarle toda la atención que merece el paciente ante el aviso de una enfermera que les convocaba junto a las maltas y bocaditos traídos por quién sabe.
En una panadería, donde desde la madrugada se trabaja y juntan esfuerzos, he visto a una trabajadora del lugar maltratar a viejitos que hacían la cola, también desde el amanecer, porque no lograban ubicarse en el puesto que les correspondía por el número de un ticket que batallaron en el frío de la madrugada.
En el portal de una casa he visto a un señor cercano a la tercera edad serruchar una escalera de madera hasta convertirla en un banquito para esperar sentado su turno en la cola.
Lo que muchos hacen con las manos, y sobre todo con el corazón, hay quienes lo desbaratan con los pies, con el serrucho del desamor. No dejemos que nos conviertan la escalera en banquito.
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Cubana
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