DIARIO DEL FESTIVAL DE TEATRO: Fin de fiesta
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Hoy concluye el XX Festival de Teatro de La Habana, y pese a todos los obstáculos de una época difícil y demandante, ha sido un buen festival.
Lo primero es que ha preservado una tradición hermosa de la escena cubana, solo interrumpida por la pandemia de Covid-19. Ciertas lógicas apuntaban a que se debía suspender ante los problemas logísticos de una crisis, pero la decisión de organizar una convocatoria más austera fue correcta.
Era preciso garantizar un espacio de confluencias para los artistas del teatro cubano, un intercambio fructífero de poéticas diversas.
Y lo principal: el público. Los espectadores estuvieron a la altura: casi todas las salas estuvieron llenas, e incluso la gente desafió la lluvia para disfrutar del teatro.
Y llama la atención la cantidad de jóvenes que asistieron a las representaciones. Es una circunstancia alentadora, habla de la fuerza de un arte presencial, experiencia de comunión, en tiempos de imperio de la virtualidad.
Fue, en definitiva, una apuesta por el futuro del teatro. Una fiesta de los que lo aman en esta ciudad y en esta nación.
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