Después de la Covid-19, el desafío del adiós

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Después de la Covid-19, el desafío del adiós
Fecha de publicación: 
12 Abril 2020
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El primer y más importante saldo positivo del cambio de fecha de los Juegos Olímpicos, es la vida. Ante la pandemia de la covid-19, los organizadores y la entidad rectora del olimpismo han respetado el más sagrado de los derechos humanos. Sin embargo, la permuta, en el tiempo, de la cita más encumbrada del deporte mundial le movió, cual resorte sísmico, los cimientos a muchas luminarias.
 

Algunas de ellas tienen pensado el adiós al deporte activo después que se apague el fuego olímpico, y quieren despedirse desde un podio de premiaciones. Así le ocurre a la mexicana María Espinoza, taekwondoca de más de 67 kilogramos, campeona bajo los cinco aros en Beijing-2008, bronce en Londres-2012 y plata en Río de Janeiro-2016. Por situación similar pasa su coterránea, la clavadista Paola Espinosa, quien a sus 33 abriles aspira a su quinta presencia en tan exigente lid, donde tiene tercer y segundo lugar, en Beijing-2008 y Londres-2012, además del título mundial de Roma-2009.
 

Pero más comprometida con el año de postergación está la gimnasta uzbeka Oksana Chusovitina, quien desde 2006 concursa bajo la bandera de Alemania. Cuenta ya con 44 de edad, y su objetivo era cerrar una carrera de más de 20 años en la capital japonesa. Como cumple en junio los 45, la posposición un año de la justa la encontraría con 46 sobre los tapices, lo cual ya sería digno de una medalla a la constancia de esta mujer, campeona en Barcelona-1992, plata en Beijing-2008 y con 11 pergaminos en campeonatos mundiales (tres de oro, cuatro de plata e igual cantidad de bronce).
 

Desde 2013 difícilmente exista deportista más laureado, o laureada, que la pequeña de 23 años Simone Biles. En solo siete calendarios, la gimnasta estadounidense se ha ceñido 19 coronas mundiales, con tres segundos lugares y otros tantos trofeos de tercero. En los pasados Juegos Olímpicos se erigió como la reina indiscutible de Río de Janeiro, con cuatro diademas y un premio bronceado. Ella está impactada por el corrimiento de Tokio-2020. A la pregunta de la  ap de si seguirá con sus planes de participar, no quiso dar un sí definitivo. «Estaba en una pelea, lista y mentalmente en el momento, pero lista para dejarlo en tres meses. Un año es mucho para atletas de alto rendimiento».
 

No todos reaccionan igual, el español Jesús Ángel Chuso García Bragado ya posee la clasificación a sus octavos Juegos Olímpicos, a los cuales llegará con 52 años. El campeón mundial de Sttutgart, en 50 kilómetros marcha, no se rinde; tampoco otro encumbrado caminante, el australiano Jared Talient, ganador en Beijing-2008 y subtitular en Londres-2012 y en Río de Janeiro-2016. Aunque es mucho más joven, la agotadora prueba es más engorrosa a los 36.
 

Un inmenso reto tiene también el luchador cubano Mijaín López, tricampeón olímpico y seis veces del mundo. A diferencia de otros muchos ejemplos, los deportes de combate suman varias exigencias a la longevidad: el contacto físico directo con una fuerza similar y la batalla por mantener un peso determinado, que a los 38 que tendrá Mijaín en la urbe nipona, pesa tanto como el más fornido de los oponentes.
 

A la par de los requerimientos físicos, técnicos y tácticos, ellos necesitan de una excelente preparación sicológica, que les permita contar con la herramienta más poderosa para hacer realidad el último sueño: la motivación.
 

Estos y otros atletas han pasado más de la mitad de sus vidas poniendo su cuerpo al límite de las posibilidades humanas, en un esfuerzo colosal, y hoy, llenos de experiencia, enfrentan el desafío de una despedida que no solo ellos, sino todos sus seguidores quisieran que fuera frente a su bandera, ondeando en los mástiles de sus extraordinarias hazañas.

 

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