DE LA HISTORIA DEPORTIVA: Tres ases del boxeo profesional cuentan

DE LA HISTORIA DEPORTIVA: Tres ases del boxeo profesional cuentan
Fecha de publicación: 
3 Diciembre 2021
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Hay voces contrarias a las críticas sobre el boxeo profesional. Hasta estiman exagerado los escritos que censuran este comercio a puñetazos. En la primera línea, los negociantes; los mafiosos presentes desde hace muchísimo tiempo. Les siguen los fanáticos. Esa enajenación, en cualquier rama del vivir, ciega. Antes de opinar, prefiero citar a tres ases del ring de diversas etapas.
 
Que inicie estos testimonios Gene Tunney, quien fuera campeón mundial de peso máximo, poco amado por la afición al haber vencido a su ídolo, Jack Dempsey, en dos ocasiones cuando éste mostraba decadencia. En la segunda, pesó un conteo lento por culpa del perdedor, al no separarse rápido del enviado a la lona. Lean:
 
“Ni siquiera fue en un encuentro oficial, pues ocurrió en un entrenamiento. Recibí un puñetazo en la cabeza y sentí como si me hubieran taladrado el cráneo y por el agujero me echaran un chorro de agua caliente en los sesos. Durante los tres días siguientes no podía acordarme de los nombres de los amigos más íntimos. La posibilidad de que pudiera declarárseme el síndrome de los púgiles me obsesionó durante varias semanas. Comencé a pensar en retirarme”.
 
Presencié este juicio en Nueva York ocurrido hace más de 30 años. Se acusa a Jonny Saxton, extitular del orbe de los welter, de robar cinco pesos. Juez: “¿Cómo es posible que usted haya caído en esto si ganó un cuarto de millón de dólares?” Acusado: “¿Quién le dijo eso? A mí no me tocó casi nada y, de contra, debo al gobierno más de 16 000 dólares por impuestos sobre la renta. Busque mi plata en los bolsillos de mi mánager  y de los promotores”.

Intenta suicidarse. Lo internan en un hospital de New Jersey. Confiesa al psiquiatra: “Ya no me necesitan, estoy acabado; no sé otra cosa que tirar golpes y no tengo un centavo. Estoy en el hospital, eso es lo que he sacado del cuadrilátero. “Era entonces un viejo de... 28 años. La muerte se llevaría a un cadáver viviente.
 
Hacia otro escenario. La silla contra el espejo de la salita. El ruido. Los cristales. Siguen los destrozos. Los vecinos, la policía, los paramédicos, la camisa de fuerza, la inyección salvadora... La noticia sobre aquella maravilla que fue entre las cuerdas no escogía un sendero sabroso. Ingresado en un hospital de dementes Mando Ramos, excampeón mundial de los ligeros. Al retirarse, este anciano de 27 abriles; acumulaba 37 triunfos (23 por KO) y un empate en 49 encuentros.
 
En el centro de salud confiesa: “Yo no quería ser boxeador, por mi madre que no. Mi padre me obligó; y la situación, sí, la situación. Todos creían que yo era muy valiente. Mentira... Antes de las peleas hasta sentí el deseo de romperme los puños para no tener que pelear. Llegué a campeón de los ligeros, sí, pero el miedo no se me quitaba: le metí a la droga, me emborrachaba para vencerlo pero siempre estaba ahí... Cuando perdí el título y fui para abajo, fue peor...”

Jamás se recuperó del todo. Los nervios, la diabetes entre sus males, provocados por el exceso de bebidas alcohólicas y las drogas... Murió el siete de julio de 2008 en Los Ángeles. La prensa para referirse a él, no abandonó la exageración, la superficialidad, la falsedad: “El chicano Mando Ramos había nacido para ser campeón, con 19 años era un genio, un peleador explosión, con una esgrima perfecta. Era una maquinaria para pelear, pero las juergas lo derribaron antes de tiempo”.

Martí y Mella atacaron duro este intercambio de golpes por dinero tan enajenante y enajenado más allá de las cuerdas. Son numerosos los ultimados por el castigo recibido. No debemos olvidar la destrucción de los cubanos  José Marroquín Hernández, Ángel Barreras, Alcibíades Ortega, Pedro Javier Hernández (conocido como Kid Dinamita), Joe Rigores, Benny Paret, José, el Tigre, Blanco...
 
El marinero Marroquín, Joe Mac Curdy como nombre de guerra, resultó el primero en dicha relación el 21 de marzo de 1919, a causa de un derechazo noqueador de Alex Publes. Al Tigre lo vi caer para siempre por la paliza propinada el 8 de noviembre de 1958 por su coterráneo Ultiminio, Sugar, Ramos quien también le quitó la vida con trompadas a Davey Moore, en combate por el cetro mundial pluma, el 20 de marzo de 1963. Pero el pugilismo pagado posee más vertientes que se dirigen a la fatalidad.   
 
Existen otras  muertes violentas ligadas a esta bestia: el argentino Ringo Bonavena liquidado por mafiosos al no obedecerlos;  el habanero Black Bill (Eladio Valdés), el santiaguero Douglas Vaillant, el vasco Urtaín, lanzados al suicidio por derrumbes respectivos; la partida  por excesos físicos del villaclareño sagüero Kid Charol (Esteban Gallard), con los pulmones destrozados, y del novato norteamericano Fitszgerald, cuando le falló el corazón en una lidia después de una gran batalla por hacer el peso. La lista de víctimas, de una u otra forma, es demasiado larga desgraciadamente.

Lo terrible es que por amor al lucro, el monstruo ha prostituido el amateurismo sin escondrijos en años más recientes, aunque siempre lo usó cual cantera en su beneficio. La Asociación Internacional de Boxeo cada vez más enlazado a lo peor del profesionalismo de alguna manera. Tengan claro,  la Fifa no es la única violada por la corrupción. Donde el negocio prima, vibra ese mal.
 
Han crecido las barbaridades antideportivas. Eliminada la protección de la cabecera, no parar la pelea hasta cuando quien lleva la peor parte nada tiene que hacer ya entre las cuerdas, más rounds, refuerzos-mercenarios, que en bastantes ocasiones no tienen la preparación ni el físico adecuados en la llamada Serie Mundial de Boxeo. Ya hay una especie de  justa profesional para los del amateurismo, que ya es más que vitrina y puente.
 
Los bandidos luchan por guantes más pequeños para hacer daño superior, atraer desde la sangre, el peligro, la muerte y deformar, alimentar lo de fiera que todo ser humano tiene. También, por más capítulos. El olimpismo, bastante comercializado en general, no ha escapado de esta invasión que amenaza con avanzar hacia lo peor. Ya han participado  púgiles pagados. Luchan los mercaderes- no quedan fuera bastantes directivos- por la incorporación plena, llegar a diez rounds y más, menos arte y más bronca y sangre, sangre, ¡sangre...!, para atraer sabroso. ¡Mi madre, qué gentuza!

 

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