Cuba: Sobre contratación de deportistas en un año complejo
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Contratación de deportistas cubanos. Hoy volvemos sobre ese camino, que no por haber ganado en experiencia durante ya casi siete años desde que en el 2013 el Inder aprobara la política de contratación en el exterior, y modificara también el sistema de pago a los atletas, sigue siendo perfectible.
No es un sendero trillado y en este andar lo acontecido, y la evolución si se quiere, ha dictado cambios.
Tomaremos entonces como primer referente lo que ha venido sucediendo en la presente Serie Nacional de Béisbol.
“La federación Cubana de Béisbol (FCB) anunció nuevos contratos de jugadores para las ligas de México y Venezuela, así como la extensión de otros acuerdos en el circuito japonés.
La institución confirmó que Carlos Juan Viera y Guillermo Avilés jugarán en breve con Cañeros de Los Mochis, en México; Pablo Luis Guillén lo hará con Tigres de Aragua en Venezuela.
Además, en la Liga Profesional Japonesa se ratifica para la campaña 2021 a Moinelo, Despaigne y Gracial con Halcones de Softbank.
Lo mismo sucederá con Ariel Martínez, Yariel Rodríguez y el entrenador Omar Linares en Dragones de Chunichi, entidad a la que también volverá el lanzador Raidel Martínez.
Lo primero es lo siguiente: Contrario a las dinámicas que se venían implementando hasta ahora, en la actual temporada beisbolera nuestros jugadores han recalado en circuitos ligueros del Caribe en cualquier momento de nuestra Serie Nacional. De esto se desprende que, por causa del Coronavirus, casi todas esas ligas retrasaron en alguna medida sus inicios, y que además quisieron darse la oportunidad de ver la forma deportiva y rendimientos de aquellos jugadores que consideraron sus elecciones.
En Japón, el proceder sí no ha variado.
A eso le sumamos, para beneplácito de todos los amantes de la pasión de Cuba, el retorno a nuestro clásico de no pocos peloteros que estuvieron años desempeñándose en el exterior de manera autogestionada.
Consideramos válido aclarar una cuestión: Existen varias modalidades o mecanismos contractuales al amparo del Inder: Contrato; firma de convenio entre federaciones, carta de intención…
En un año de notoria complejidad producto del azote del Coronavirus, no solo en nuestro país, sino en toda la geografía universal, los certámenes, accionar de clubes, y escenarios ligueros donde se hace posible la contratación de nuestros atletas, se vieron considerablemente afectados.
Nuestro país, incluso antes de la pandemia de la Covid-19 tenía sus lides domésticas, especialmente las de disciplinas colectivas, bastante deprimidas en cuanto a calidad, calendario, y otras cuestiones asociadas a infraestructura y la posibilidad de denominarlas espectáculos.
Me detengo en la Liga Superior de Baloncesto, el Nacional de Fútbol, las Liga Nacionales de Voleibol, Balonmano, polo acuático, los torneos de softbol y hockey, el circuito de voly de playa… en fin.
Ese bajón lógicamente hace pensar en la contratación de exponentes de todos esos deportes en clubes foráneos, independientemente de que disciplinas individuales como ciclismo, lucha, tenis de mesa y otras, también han buscado engranar este mecanismo contractual para desarrollar a sus efectivos, además de asegurarles experiencia competitiva de mayor nivel.
Pero desde nuestra perspectiva, los deportes colectivos sufren más la inercia y el inmovilismo, el cual en muchos casos también se ha convertido en pie forzado para la búsqueda de otros horizontes de realización y crecimiento, éxodo mediante.
Otro elemento de interés es el hecho de que los contratos extra-fronteras no siempre se traducen en mejor desempeño o evolución de nuestras selecciones nacionales.
Un ejemplo latente lo hallamos en el baloncesto, el voliebol, e incluso el béisbol, donde los últimos performance de conjuntos han estado en el plano de lo cuestionable.
De hecho, no poseemos ninguna disciplina colectiva clasificada hasta este minuto a los Juegos Olímpicos de Tokio, y solo a la pelota le resta una posibilidad de poder conseguirlo.
En la última ventana mundialista de Baloncesto la armada antillana dejó mucho que desear, sin variantes para responder a las situaciones de partido y un República Dominicana que nos superó en todas las líneas.
A las féminas, que han cedido considerable terreno a este lado del Atlántico les ha sucedido otro tanto. Puerto Rico nos supera actualmente, Colombia se tutea, y México nos da batalla, algo insospechado hasta hace unos años atrás.
Las demostraciones del voleibol, con más bajos que altos son otra prueba fehaciente, lo mismo que el balonmano masculino que, si bien consiguió reunir a buena parte de su legión que ha brillado en otras latitudes, la ausencia de team-work, sistemas ofensivos y de defensa y capacidad para resolver circunstancias de partido en momentos claves, les pasó factura.
Entonces, evidentemente, y porque los ejemplos sobran, no solo de talento y crecimiento individual va el asunto.
Paralelamente a la inserción de nuestros deportistas debiera capacitarse a nuestros técnicos, atemperar cada disciplina y los saberes a las expresiones contemporáneas, a criterios de efectividad colectivos que adolecemos, a llevar esos conocimientos luego a otros niveles ya sea mediante clínicas, campamentos u otras herramientas de capacitación.
Es cierto que en su espiral ascendente nuestros atletas llegan a las preselecciones nacionales con muchas lagunas, asociadas incluso a cuestiones tan medulares como ubicación o juego sin balón en la cancha, que hacer después de una pared o jugada de pick and roll, cómo ganarle espacios a los defensas, o sencillamente cómo colocarnos en defensa para ser más herméticos.
La sabermetría o análisis profundo de estadísticas de juego igualmente deben acompañar esta profunda estructura de desarrollo. El estudio de contrarios, el conocimiento de biomecánica y metabolismo, capacidades físicas de cada uno de los miembros de un elenco, incluso sus expresiones o manifestaciones psicológicas ante determinados picos de tensión o presión.
Evidentemente algo está fallando, y no digo que las contrataciones no constituyan un mecanismo favorable para el desarrollo y la formación como profesionales de todos aquellos que se vean beneficiados con esta política.
Solo que la evolución de un equipo depende de mucho más que del crecimiento individual de algunas de sus piezas. A propósito, a veces choca ver que esas piezas de loables performances con sus respectivos clubes “se apagan” a la hora de vestir y rendir con la casaca tricolor.
¿Quién cuestiona que Yurisbel Gracial, Liván Moinelo, Ariel y Raidel Martínez y compañía, Jasiel Rivero, Karel Guzmán, Javier Jústiz, Yoanki Mensiá, Miguel Ángel López, Dairis Pérez, Marlon Yant, Liván Osoria, Raidel Carales, Yosdany Ríos, Magnol Suárez, Lorena Téllez, Yunisleydi Camejo, Niurkis Mora… y muchos otros no han mejorado notablemente su categoría cómo atletas? ¿Quién duda que Arlenis Sierra, Alejandro Valdés, Andy Pereira y compañía igualmente han evolucionado?
Reitero que la moraleja está en continuar creciendo en materia contractual, extendiendo esta filosofía a otros deportes, pero el verdadero salto de nivel en lo colectivo estará en empastar todo ese conocimiento agregado por cada contratado de manera individual al desarrollo de conjunto, a la capacidad para avanzar en todo lo concerniente al accionar de equipos, en rescatar nuestros escenarios competitivos en las distintas categorías…
En todo eso y mucho más, parafraseando la letra de una popular canción. Eso si de veras queremos reposicionarnos en la palestra Mundial en materia de disciplinas deportivas, pues yacen empolvados en el recuerdo, en el fondo de nuestros pulmones, los gritos ahogados de Cuba, ¡sí se puede!
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Ramon
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