Una confusión muy habitual en el arte pictórico moderno ocurre entre Édouard Manet y Claude Monet, lógicamente por la semejanza de sus apellidos en un ambiente en el que se suele simplificar y eliminar el nombre.

No solo se escriben y suenan muy parecido Manet y Monet, es que coinciden en nacionalidad, periodo, profesión, movimiento, e incluso poseyeron apariencia similar por sus barbas y complexión física.

Ambos son franceses, pero les distingue un estilo fácil de identificar, solo observemos. Antes, un breve resumen de ambos pintores que, cuentan, llegaron a conocerse.

Para empezar, Édouard Manet nació en París en 1832, ocho años después lo hizo Claude Monet, también parisino. Como vemos, la diferencia es muy poca, pertenecen a la misma época, así que es muy probable que hayan recibido semejante influencia artística, solo que cada cual, desde su singularidad, eligió un camino de creación guiado por sus propios impulsos y motivaciones.

Por ejemplo, a Manet le interesaba la luz, y su obra es reconocible por el contraste que lograba con el empleo de fondos oscuros y figuras nítidas gracias a sus contornos y detalles definidos. Prefería hacer retratos y escenas con personajes.

Por su parte, Monet es claramente impresionista. De hecho, es considerado el padre de esta corriente por su famosa pintura “Impresión, sol naciente”. A ella se le debe el nombre porque marcó el inicio del movimiento para el que Monet resultó innovador, atrevido con la utilización del color y la luz, con formas, manchas y trazos delicados y desordenados fundidos unos con otros, propios, si puede decirse, de la premura de su arte porque pintaba en una sola sesión.

Mientras Manet concebía sus cuadros en estudio y podía dedicarle más tiempo a cada pieza, así como mayor cuidado a detalles e intención que quería mostrar, Monet prefería hacerlo en exteriores para poder captar de una sola mirada la belleza de los paisajes y elementos de la naturaleza que llamaban su atención. Su obra es muy abundante, y en ella demostró su dominio con el pincel y su predilección por perpetuar el instante que vivía.

Aquí les mostramos algunas obras de ambos excelentes pintores que, sin dudas, dejaron una huella única e importante para la historia del arte.

De Manet:

“Almuerzo en la hierba”, 1863. Imagen tomada de https://es.wikipedia.org.