8M: El feminismo no es la guerra contra los hombres
especiales

Fotografía tomada de https://www.dw.com
A propósito del ocho de marzo, hablemos de feminismo, ese término que provoca sensaciones diversas, al mismo tiempo que confunde, fanatiza, molesta, pero que es mucho más que una palabra o un «berrinche»; es un movimiento político, social y filosófico que se interesa por buscar la igualdad a través de la concientización.
Desde las calles, la academia, y la cultura, los feministas intentan transformar las relaciones sociales porque tal y como se dan ahora, y desde tiempos ancestrales, las mujeres sufren discriminación y violencia solo por su condición genérica. El feminismo no es la histeria compulsiva contra los hombres, sino a favor de la equidad y de toda postura alejada de la dominación y la imposición de conductas machistas.
No es un tema de ahora. Desde el siglo XVIII ya existía pensamiento feminista que se expresaba en tertulias y círculos cerrados donde las mujeres socializaban sus inconformidades e intentaban salir de la coraza que impedía su total desarrollo. Sin embargo, es en el XIX cuando la actividad se diversificó y tomó un poco de fuerza, hasta que en la actualidad se identifica como una lucha abierta por la justicia.
No se puede hablar de un único concepto ni negar que existen varias vertientes como la liberal, la radical, y muchas más, pero lo importante es la raíz común. Por supuesto, no hay una sola manera de asumirlo, cada quien lo vive distinto y le aporta según sus creencias, necesidades, vivencias. Y en esa diversidad coexisten posturas más cercanas o alejadas a lo que nos parece adecuado, porque es subjetivo. Lo importante son las bases de las demandas feministas, encaminadas a que todas las personas tengamos los mismos derechos y oportunidades; que las mujeres no seamos violentadas de ninguna manera, física o psicológicamente, tampoco discriminadas, y que se respete la libertad sexual y las decisiones sobre nuestro cuerpo.
Imagen tomada de https://unamglobal.unam.mx
El feminismo es una ideología que sufre la desacreditación y el ataque de posturas que intentan minimizar la causa. En ocasiones, se manipula la información para que parezca exagerado, como si se tratara de un grupo de mujeres locas y desesperadas, cuando, en realidad, solo se concentra en que exista equilibrio, que el género no determine nuestro lugar en la sociedad y nuestra relación con los demás.
No es justo vincular al feminismo con la insatisfacción, con los traumas y la frustración, y que solo pretenden llamar la atención, y claro que sí, pero con un objetivo específico: ser escuchados y tenidos en cuenta.
El principal reto que tiene el movimiento hoy es el desafío de enfrentarse contra ese machismo heteronormativo que no solo pauta el comportamiento, controla y agrede, sino que trabaja para minimizar, denigrar, ridiculizar, incluso calumniar al feminismo con afirmaciones grotescas como que pretende la supremacía de las mujeres, que es una corriente con un discurso nazista, que es antónimo de machismo, y que (como si fuera posible) odian a muerte a los hombres. Se trata de interpretaciones erradas del asunto, y construcciones equivocadas de la verdad con la intención de descalificarlo.
Y precisamente, el interés del feminismo es desmontar esa estructura patriarcal y exigir el mismo trato por igual, independientemente del género, sin privilegios, ni dominación o exclusión. Tan simple como eso. Es un concepto que atañe a todos.
Pero es difícil. Trabajar por cambiar la mentalidad de siglos de machismo es un camino extenso y espinado. Es cierto que si miramos en retrospectiva, el mundo avanzó unos puntos, y de manera general, la mujer es menos sometida que en el pasado, aunque no es así para todas las culturas. No obstante, aún es insuficiente, y sabemos que será una lucha dura porque existe mucha resistencia patriarcal.
¿Para qué hace falta el feminismo? Para empoderar, para darle voz a quienes, durante tanto, estuvieron silenciadas, sometidas, sumisas como búcaro en el rincón. Y porque el feminismo es política, y unidos somos más fuertes. Las mujeres no somos el sexo débil, ¡somos personas!
Ilustración de la española Raquel Riba Rossy para su libro ¿Qué pacha, mama? Al frente se encuentra Lola Vendetta, su icónico personaje feminista.
Cuba
Mucho queda por hacer también en Cuba porque se trata de un tema complejo. Aquí, como en el mundo, es difícil desmontar todo un discurso patriarcal arraigado muy hondo, que no solo modera el pensamiento, sino la manera de actuar, tanto de hombres como de mujeres. Sin embargo, debemos destacar lo mucho que ha hecho y hace la Revolución por la igualdad de género.
Desde el inicio, las mujeres fueron protagonistas de la gesta, y ese mismo ímpetu fue el impulso posterior para darle cada vez más participación en la sociedad. El proyecto social cubano intenta que todos tengan las mismas posibilidades, condena la violencia machista y la discriminación.
Antes, la mujer cubana estaba relegada al hogar, al cuidado de los hijos y la familia, con escasa presencia pública. No solo era marginada; no contaba con derechos políticos, económicos y sociales. Con el triunfo en 1959 comenzó un proceso intenso que favoreció a todos gracias a la implementación de políticas encaminadas a eliminar los obstáculos culturales, ideológicos, psicológicos, económicos y sociales que impedían el desarrollo y los derechos de las mujeres.
Fue creada la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), y desde ahí se estimularon iniciativas para apoyar la superación personal y profesional. Fue diseñada no solo para acompañar, sino también para velar por los intereses femeninos, así como para promover su emancipación, y defender y respaldar cuando sea necesario.
En 1961, Fidel Castro expresó que «sin la mujer, la obra ingente de la Revolución no habría sido posible». Después de ello, de manera acelerada comenzaron a salirse del marco doméstico, a tener instrucción y voz propia, a asumir nuevos roles, a posicionarse, poco a poco, en todos los ámbitos, y a participar de manera activa en las transformaciones del país.
Muchas de las luchas que se generan hoy en el mundo ya fueron vencidas en Cuba. Algunos logros de la Revolución son la igualdad salarial, el derecho a pensión por viudez, la licencia de maternidad retribuida (incluso extensiva a padres y otros familiares), el respeto a los derechos sexuales y reproductivos, el acceso a círculos infantiles y seminternados, entre muchos más.
En la actualidad, podemos ver que las mujeres lideran en todos los aspectos: en la política, en la economía, en la cultura y en lo social. No existe espacio donde no destaque el desempeño femenino. Mantienen actitud empoderada en cualquiera de sus funciones, como amas de casa, dirigentes, estudiantes, profesionales; andan con total libertad en las calles, en las industrias, en los medios, en las instituciones de salud, en las empresas. ¿Que no han conseguido más? Pero se esfuerzan para ello, incluso, con respaldo legal.
Mujeres cubanas. Foto: Granma
Cada ocho de marzo se hace un balance entre los resultados y lo pendiente, ajustado a nuestra realidad. De acuerdo con la secretaria general de la FMC, Teresa Amarelle Boué, por delante nos queda lo relacionado con la división sexual del trabajo dentro del hogar, la ampliación de las fuentes de empleo, la prevención del embarazo en la adolescencia y el mejor tratamiento a la violencia de género; sobre ello aseguró que «la ley se seguirá aplicando con todo el rigor para que nadie piense que puede actuar violentamente contra una mujer y quedar impune».
Leer más: Mujer cubana: Del decir al hacer
Día Internacional de la Mujer: ¿Heroínas inadvertidas?
Machismo: paradojas de cubanas
- Añadir nuevo comentario
- 678 lecturas
Comentarios
alexander
Añadir nuevo comentario