Pesadilla en USA: Prohibido enfermarse
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Como todo puede ser posible, mientras haya vida, si llega a convertirse en presidente, Bernie Sanders intentará que la salud y la educación sean gratuitas en Estados Unidos, algo impensable para el establishment y que llega a convertir al aspirante a candidato demócrata en un «peligro comunista».
Eso de mejorar la calidad de vida de la población hace que los medios del Imperio tergiversen el sentir de Sanders, y que el miedo cunda ante un socialdemócrata progresista que aún tiene opciones frente a otros candidatos de su partido no tan «socialistas», aunque menos ante el que ya catalogan como el favorito para hacer bis —toda una desgracia para la Humanidad—, el republicano Donald Trump.
En el caso específico de la salud, y ante 40 estados que han pedido la reducción de los precios de los medicamentos, Trump prometió que este verano se solucionará la cuestión, pero no ha hecho nada al respecto, además de que entre las farmacéuticas hay algunas que contribuyen generosamente a sus campañas electorales.
Así, se ha escrito mucho sobre el particular, específicamente de lo imposible de que personas con pocos recursos reciban un tratamiento médico, y mucho menos hospitalizarse.
Una amiga de Georgia me contaba que, en los tres días en que estuvo ingresada para hacerse una operación de vesícula, se endeudó en más de 19 000 dólares. Y como gana poco y demorará bastante en resarcir la deuda, se le ha prohibido salir de ese Estado, y mucho menos visitar a sus familiares en Cuba.
Un hermano ya tiene una deuda de 60 000 dólares por una operación en el corazón, y piensa que morirá sin poder pagarla.
Quizás algunos recuerden aquel incidente en que una puerta del metro de Boston atrapó la pierna de una mujer, quien en vez de pedir auxilio, gritó: «¡No llamen a una ambulancia! Son 3 000 dólares, no puedo pagarlos».
Guido Maquiavelo, especialista en optimización preoperatoria con más de 10 años de experiencia en un hospital público del distrito Bronx, en Nueva York, admitió que solo el viaje al hospital le representaría un gasto de entre 1 500 y 5 000 dólares, pero que el cuerpo médico, por ley, tiene que atenderle y hacer lo necesario. Posteriormente, cuando su estado de salud mejora, los servicios administrativos trabajan con el paciente, contó el médico a France 24.
Maquiavelo no explicó cómo hay pacientes que mueren en los hospitales sin atención médica, porque o no tienen seguro o estos están vencidos y, como se dice vulgarmente, «no pasa nada».
El problema llega cuando los servicios administrativos entregan la factura de la visita, que por lo general suele rondar cifras abultadas. No todo el mundo puede asumir los costos, por eso, en 1965, se fundaron los sistemas sanitarios Medicare y Medicaid, encaminados a ayudar a los mayores de 65 años y a los más desfavorecidos económicamente.
Sin embargo, si no se es parte de estos dos grupos y además no se trabaja para una gran compañía que ofrezca un seguro médico, como el caso, por ejemplo, de los trabajadores autónomos o empleados de empresas pequeñas, todo se complica.
Es un secreto a voces que las compañías farmacéuticas les pagan a las entidades en todo el sistema de atención médica para que favorezcan sus medicamentos más caros, en lugar de las alternativas de menor precio.
Al respecto, Robin Feldman, profesor de Leyes de la Universidad de California Hastings y autor del libro Drogas, dinero y acuerdos secretos: el imparable crecimiento de los precios de los medicamentos recetados, asegura que aquellos que deberían actuar como perros guardianes de los pacientes están felices de acompañarlos.
En MarketWatch se sostiene que las compañías farmacéuticas también pagan a doctores, clínicas, hospitales, programas de asistencia para pacientes y a grupos de defensa del paciente que favorecen sus cada vez más caras medicinas y drogas.
Y es que interrumpir un sistema tan lucrativo y arraigado requerirá una combinación de cambios, mediante lo cual —y ello es necesario en un sistema capitalista no tan salvaje— se deben reducir los pagos de las compañías farmacéuticas, existir transparencia total (para que la competencia pueda prosperar) y reducir los muchos derechos de competencia otorgados por el gobierno que refuerzan el poder de las empresas farmacéuticas en una amplia gama de medicamentos...
Frente a ello, Sanders trata de levantar la bandera del derecho humano a la salud, como también a la educación.
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