Buen arte y gusto estético cinceló bienal habanera
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Audacia, talento, novedad y sensibilidad para asimilar diferentes estilos y propuestas artísticas caracterizaron la XI Bienal de La Habana, acontecimiento visual que hoy se despedirá del público tras estampar su halo de buen arte y gusto estético.
Unos 180 artistas de 43 países llegaron a la capital cubana para exponer sus obras en galerías, parques, instalaciones y otros espacios abiertos, a tono con el imaginario social, tema que presidió la mayor cita de su tipo en la isla con carácter bianual.
Mensajes de paz, amor, tolerancia y armonía entre hombre y naturaleza, entre muchos otros, pulularon por espacio de un mes en un encuentro que al decir del pintor cubano Alexis Leyva (Kcho) ratificó el compromiso del arte, al tiempo que resaltó la riqueza y los valores del llamado Tercer Mundo.
En tal sentido, destacaron las propuestas del surafricano Steven Cohen, del marroquí Batoul Shimi y del palestino Rafat Asad, por solo citar algunos nombres presentes en este diálogo interactivo, en el que también primaron las sorpresas ante lo desconocido, el riesgo y la aventura inherentes a los procesos creativos.
Mención aparte merece la tecnología, herramienta que la bienal habanera, a diferencia de otros grandes eventos de su tipo en el mundo, reservó un espacio muy especial en el Centro Iberoamericano de la Cultura, donde 18 artistas y 15 obras ofrecieron varias visiones sobre la robótica y la informática asociadas al arte, a través de la muestra colectiva Open score.
Un ambiente visual diferente ofrecieron novedosas propuestas como Los carpinteros y su conga irreversible, el performance del cubano Manuel Mendive, el Caballo de Troya, la Ciudad generosa, el Barco de la tolerancia o el proyecto colectivo Detrás del muro, que abarcó siete kilómetros del populoso malecón habanero, una de las 18 sedes expositivas.
Obras como estas no solo llamaron la atención por la ingeniosidad y el buen gusto de sus creadores, sino por devolverle el encanto y la belleza a espacios citadinos muy concurridos en la mayoría de los casos, o abandonados.
Otros proyectos como el performance del artista austríaco Hermann Nitsch y los objetos elaborados por la joven cubana Grethell Rasúa a partir de fluidos corporales humanos como sangre, leche materna, semen y lágrimas mostraron la dimensión poco conocida y trasgresora del arte contemporáneo.
Sucesos como los antes mencionados serán recordados por transeúntes, turistas y espectadores, porque detrás de cada mirada acuciosa estuvo la vitalidad del arte y sus diferentes formas de enfocar la realidad social, utopías, aspiraciones y la creación humana.
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