Celulares en Cuba: ¿solución o problema?
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Cuando hace apenas unos años la máxima dirección del país decidió expandir la telefonía celular a todos los cubanos, la pregunta de orden para muchos fue qué futuro tendría en la isla un mercado tan específico como este. O quizás, cómo un pueblo con tantas prioridades económicas se insertaría en este espacio tecnológico, que si bien ofrece a sus usuarios diversas ventajas y comodidades, también representa para todo cubano de a pie un particular reto cuando se trata de mantener de un solo bolsillo los elevados costos de adquisición de equipos, líneas, reparaciones, así como la mensualidad que se debe abonar a la compañía telefónica para mantener activo el servicio.
Pero lo cierto es que en apenas un año los abonados de la telefonía celular en Cuba superaron el millón, dejando atrás la similar cifra de teléfonos fijos que existen en todo el país, lo cual demuestra una marcada tendencia al incremento de la telefonía móvil en la isla. Tan es así, que según estadísticas ofrecidas por la empresa de telecomunicaciones cubana ETECSA, cada vez son más los cubanos que acuden a las oficinas de Cubacel a solicitar este servicio, hecho que sin lugar a dudas tiene sus mejores momentos durante las rebajas de tarifas, o a partir de las diferentes ofertas de promoción que se anuncian coyunturalmente, según el plan estratégico de marketing de esta empresa.
Es por ello que con esta acelerada tendencia al incremento de usuarios, podemos dar casi por seguro que la telefonía celular en Cuba llegó para quedarse. Tal es así, que con las nuevas medidas de apertura en el país se puede observar a simple vista cómo en diferentes lugares existen mesas con todo tipo de móviles a la venta, múltiples accesorios para estos, así como talleres de reparaciones, una nueva modalidad que ha venido cobrando mucha fuerza en los últimos meses.
Digamos que según aumenta la demanda, lógicamente también se ha incrementado este servicio, donde muchos técnicos especialistas en electrónica, cibernéticos y hasta cacharreros por cuenta propia, se hayan aventurado a abrir sus propios talleres en los que se realizan (en algunos lugares con más eficiencia que en otros), servicios de defectación de equipos, limpieza, reparación, cambio de banda, desbloqueo, flasheo, etc.
Competencia, imagen y calidad en los servicios: la experiencia de La Clínica del Celular
Aún falta mucho para que en Cuba se logre la cultura de marketing necesaria para poder triunfar como es debido. A nivel de Estado son contados los ejemplos en los que se trabaja correctamente esta fina línea que, en no pocos casos, ha decidido la permanencia en el mercado de un producto o incluso, la quiebra o subsistencia de determinada empresa.
Más crítica aún es la situación de los negocios particulares, donde son contados los casos que se han tomado el tema de la comunicación como el eje principal del éxito, pues de aquí deben partir estrategias, inversiones, identidad e imagen, y producto final, elementos que deben marchar juntos si realmente se desea alcanzar un tramo de ventaja dentro de tanta competencia.
Este es el caso de un grupo de jóvenes que decidieron emprender vereda por este riesgoso camino, en el cual se han tenido que desdoblar desde la teoría comunicacional hasta la práctica en sí misma, hecho que en muy poco tiempo los ha llevado a lograr un sello distintivo en imagen y calidad en los servicios.
«La Clínica del Celular surge hace apenas dos años, cuando un amigo conocedor de la tecnología me sugirió que podríamos adentrarnos en este mundo de los celulares», comentó a CubaSí Javier Ernesto Matos Soto, cuentapropista responsable del taller de telefonía móvil ubicado en la calle G entre 17 y 19, del Vedado capitalino.
«Vimos una oportunidad única, ya que los celulares comenzaban a tener auge en Cuba, así que nos dimos cuenta que este sería un negocio próspero, ya que la tecnología siempre está evolucionando, fallando, y los usuarios siempre van a necesitar un servicio que responda a este tipo de exigencia», agregó Matos Soto.
Pero para llegar a caminar sin tropiezos hay que comenzar por pequeños pasos, poco a poco, aunando el empeño de todos en un mismo objetivo. Así lo experimentó Carluchín Vidal, otro integrante del equipo de la calle G, quien nos confesara que el local que ahora mismo utilizan era un garaje viejo repleto de trastos amontonados, así que la primera y gran tarea para lanzarse a esta aventura fue limpiar el lugar y acondicionarlo según las exigencias requeridas.
«Estuvimos todo un fin de semana trabajando muy duro. Al ser esto un garaje, tuvimos que abrir un hueco y poner un extractor, porque en verano sería como trabajar dentro de una sauna. Una vez limpio el local, lo pintamos y comenzamos a acomodar, según la estética que habíamos acordado. Así, de poco en poco y con el apoyo de muchos amigos, es que hemos podido llegar hasta este punto, que por supuesto, continuaremos mejorando paulatinamente en imagen y atención al cliente», explicó Vidal.
En cuanto a la puesta en práctica del taller, Javier Matos insistió en que todo un compendio de elementos tendrían que estar listos antes de abrir a la población, pues según sus propias palabras: «en este tipo de negocio uno no se puede desesperar; se debe ser muy hábil, hay que hacer estudios de mercado, aprender de la competencia, etc. Y precisamente son esos elementos los que al final hacen que la estrategia escogida marque la diferencia».
Sobre la estrategia utilizada relató: «Partimos de un detallado Manual de Identidad, el cual encomendamos a un especialista partiendo de nuestras prioridades. De aquí fue que nos propusimos apartarnos del nombre cotidiano de Taller de celulares, por lo repetido y poco original. Surgió entonces la propuesta de La Clínica del Celular, un nombre que se ajusta con el objetivo real de las clínicas de salud. Por ejemplo, el color seleccionado para el local es un verde fuerte, bien vivo, parecido al de las batas que se llevan en estas clínicas. Y como ícono identificativo diseñamos una graciosa mascota,que simula a un celular alzando las manos (como símbolo del éxito) con un estetoscopio médico. Como ves, todos estos son detalles que por insignificantes que parezcan, nos han ayudado mucho a atraer clientes», afirmó el especialista.
Pero con tantos años de retraso en la telefonía celular, lo cual se revierte en muy poca experiencia en servicios técnicos en la isla, es lógico que muchos usuarios se sientan recelosos, e incluso desconfiados, cuando acuden a estos talleres. «La verdad es que algunos son unos improvisados, y uno teme que lejos de resolver el problema, se cree uno mayor, pero las recomendaciones corren de boca en boca, y por eso llegué hasta aquí, porque dicen que estos muchachones son los mejores», explicaba el taxista Alexander Guerra mientras terminaban de reparar su equipo.
«Nuestra primicia siempre ha sido trabajar frente al cliente, para que vea lo que hacemos, nos pregunte sus dudas, y finalmente quede satisfecho con el trabajo. Ese es un sello de garantía infinito que les da a los clientes la seguridad de querer volver a nosotros cuando tenga otro problema», enfatizaba Matos mientras maniobraba sobre el móvil de última tecnología Samsung Galaxy.
Pero, ¿quiénes son y cómo se preparan los técnicos que trabajan en esta clínica? ¿Cómo se actualizan de las nuevas tecnologías que constantemente salen al mercado? A estas interrogantes respondió el técnico cuentapropista:
«Algunos somos graduados de Electrónica, otros de Cibernética, y eso complementa unas cosas con otras, pues básicamente los fundamentos de la electrónica son los mismos, solo que hay que adaptarlos a las nuevas tecnologías. No obstante, siempre estamos actualizándonos estudiando catálogos, folletos, manuales que nos llegan por diferentes vías. Lo otro ya queda en el talento de cada cual y sobre todo, en la constante práctica».
Pero como todo lo que brilla no es oro, quisimos consultar a algunos clientes sobre los precios de productos y servicios; diversidad de opiniones que confluyó básicamente en el criterio de que aún resulta demasiado caro hacer frente a las ofertas y servicios técnicos tanto en talleres particulares como en establecimientos del Estado. «A veces lo barato sale caro, eso es un hecho», acotaba enfáticamente Silvia Chong, quien dice haber visitado tres veces un taller en Marianao por el mismo problema. «Uno de estas cosas no sabe nada, pero a veces quien dice ser técnico, sabe menos. Esta gente (La Clínica del Celular) son muy profesionales y siempre dan garantía, eso es muy importante, pero para mí que no gano CUC ni me mandan dinero del extranjero, resulta un serio problema cada vez que tengo que acudir hasta acá».
Según Erick Fleites, un técnico de telefonía celular residente en Punta Brava, barrio situado en las afueras de la capital cubana, «los precios de los equipos, las piezas, así como de los servicios, varían por zonas. En Playa o el Vedado, por razones obvias, todo es mucho más caro que aquí, que es un pueblo casi de campo y con mucho menos estatus económico». Así funciona generalmente con otros municipios y provincias, aunque ojo, hay determinadas cosas que sí no varían sus precios, sea donde sea.
Pero si de gastos hablamos, también debemos tener en cuenta que no solo resulta caro el pago por los servicios, o las piezas de repuesto, sino que en algunos casos el desespero lanza a la travesía interprovincial a más de uno. Este es el caso de Alexander Álvarez Fernández, quién atravesó el mar desde la Isla de la Juventud hasta La Habana en busca del taller de la calle G, «el que salió por el Noticiero», decía en referencia a un reportaje transmitido un tiempo atrás por la Televisión Cubana. «En la Isla me dijeron que ellos no sabían desbloquear este HTC, así que me sugirieron que viniera a La Habana, que este móvil era para Grandes Ligas».
Si en este caso concluimos que a los gastos de pasaje, alimentación y alojamiento, hay que sumarles el débito por el servicio en moneda libremente convertible, lo cierto es que se torna extremadamente caro y engorroso resolver un problema que ni siquiera tendría que haber llegado a llamarse así. No obstante a sus esfuerzos, Álvarez Fernández se reconoció impresionado con el tratamiento que le fue dado a su equipo, ya que solo demoró tres minutos en La Clínica y a su servicio de desbloqueo se le dio garantía de por vida.
Casos como este podemos encontrar a menudo, y si es cierto que este ejemplo suele ser la parte más crítica del asunto, no deja de ser importante, por cotidiano que parezca, el hecho de que cada usuario de telefonía móvil en la isla asuma como todo un sacrificio lo que a estas alturas no debería figurar preocupación alguna.
¿Seguiremos avanzando? Esperemos que sí, pues si de algo no me caben dudas, es de que este es indiscutiblemente el comienzo de la nueva revolución tecnológica hacia la que marcha nuestro país.
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Diana María
tami
Orlando
ARES
yoko
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