2015: ¿Año de las artes visuales en Cuba?
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Durante el 2015 Cuba se ha situado en el epicentro del mundo cultural, un escenario donde las artes visuales han contribuido a que las miradas de marchantes, coleccionistas, curadores y artistas extranjeros se vuelquen sobre lo que podría considerarse un «mercado inexplorado».
Ciertamente, la XII Bienal de La Habana —el evento más importante de la plástica cubana— insertó al país en el circuito internacional, donde apartándose un tanto del concepto de mega exposición, la cita reunió en la capital habanera a reconocidos nombres del arte como el francés Daniel Buren, el indio Nikhil Chopra, y el italiano Michelangelo Pistoletto, quien regresó en noviembre último con el Primer Fórum Rebirth Geografías de la Transformación, en el cual compartió algunas de las premisas de su teoría de la trinámica correspondiente al símbolo del Tercer Paraíso.
En su duodécima edición y, por primera vez en la Isla, la bienal aglutinó en un mismo espacio todo el arte cubano contemporáneo: Zona Franca, enclavada en las instalaciones del Complejo Morro Cabaña, constituyó una bocanada de aire fresco para los amantes de la visualidad made in Cuba.
A este contexto regresó el proyecto Detrás del Muro —con la curadoría de Juan Delgado y la crítica e investigadora Elvia Rosa Castro—, que convirtió el Malecón habanero en un auténtico museo urbano; contribuyendo, además, a que muchas de las obras expuestas permanecieran en espacios de la ciudad, más allá de la Bienal.
Hasta La Habana llegó también la exposición Ruido salvaje/Wild Noise, primera muestra del Museo del Bronx en la Isla; mientras que Peter Turnley irrumpía en el edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes con sus Momentos de la Condición Humana, una panorámica de algunas de las principales instantáneas del fotógrafo norteamericano, quien colaboró en medios como Newsweek, Geo, National Geographic, Life, Le Figaro, Le Monde y New Yorker.
El 2015 fue también el año de Pedro de Oraá, a quien se le confirió el Premio Nacional de Artes Plásticas, reconociéndose no solo su obra como pintor abstracto, sino además al movimiento abstraccionista del cual formó parte.
Post it 3 —la expoventa de arte joven contemporáneo cubano que se insertó en espacios galerísticos como Collage Habana, Arte Facto, ARTIS 718 y Galería Galeano— convocó a los jóvenes creadores menores de 35 años a demostrar su valía, en tanto en esta oportunidad exhibió obras de 48 artistas, seleccionados por un jurado entre los 166 aspirantes de todo el país.
Entre las muestras individuales que pusieron el listón del arte contemporáneo bien alto, vale la pena destacar la expo All over drawing, del dúo Jorge y Larry, la cual estuvo hasta el pasado seis de diciembre en la Galería La Acacia; en tanto la artista de la plástica Adislen Reyes conquistó al público con Paciencia, una selección personal donde se reúnen alrededor de diez piezas trabajadas en lo que se conoce el arte del minimalismo, recreando estampas cotidianas, pero desde una genialidad extrema.
La cartelística cubana también estuvo representada fuera de la Isla, cuando la muestra Puros cubanos —la cual incluyó un total de 118 carteles de factura nacional— quedó inaugurada por primera vez en Nueva York, con un catálogo donde sobresalen nombres como Nelson Ponce, Edel Rodríguez (Mola), Raúl Valdés (Raupa), Giselle Monzón y Michele Miyares; cinco de los mejores diseñadores del país.
Pero quizás, el mayor acontecimiento para el mainstream insular lo constituyó la apertura en La Habana de una nueva sede de Galleria Continua, la primera extranjera en el país; que plantea una visión artística alejada del canon, adoptando por sede lugares tan recónditos y sui géneris como un cine abandonado en San Gimignano, una vieja fábrica en Beijing y las cercanías de un río en Francia.
Continua tuvo su opening con una muestra colectiva titulada Anclados en el territorio, donde convergieron seis artistas del patio: Elizabeth Cerviño, Susana Pilar Delahante, José Yaque, Carlos Garaicoa, Reynier Leyva Novo y Alejandro Campins. Obras que entraron a dialogar de alguna manera con el espacio y convirtieron al antiguo cine el Águila de Oro, del Barrio Chino, en un centro para el arte contemporáneo.
Sin dudas, una enumeración de hechos que hacen apostar por la visualidad en la Isla y esperar —a pesar de los criterios adversos— que las artes plásticas se posicionen a la vanguardia del movimiento cultural en el país.
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