Pepe o el antifútbol
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Uno de los defensores con más historia en el Real Madrid, Goyo Benito, solía repetir, por los años setenta del siglo pasado, una curiosa frase: “pasa el jugador o el balón, pero nunca los dos”. El portugués Pepe ha tratado de seguir esas instrucciones; pero con sus golpes sobre un terreno de fútbol solo consiguió unificar criterios de los más diversos fanáticos y especialistas: su “estilo” de juego daña la imagen del más universal de los deportes.
En el fútbol siempre han existido defensores rudos que imponen respeto en el campo. Su corpulencia física y destreza para detener los ataques del rival los convierte en figuras imprescindibles en el esquema de cualquier director. Probablemente a nadie se le ocurriría renegar de un atleta capaz de complicar al máximo el planteamiento ofensivo del oponente. En la lista de excelentes defensores, con fama de “rudos”, podríamos incluir desde Oscar Ruggieri hasta Genaro Gatusso; sin embargo, Pepe ha sobrepasado la pequeña distancia que separa a un futbolista duro y a uno agresivo.
El historial de violencia de Pepe ya es tristemente célebre. En abril de 2009 pateó de una brutal manera a Javier Casquero, jugador del Getafe. Los directivos lo castigaron con diez partidos de suspensión; aunque tal vez debieron duplicar esa cifra, porque el defensor definitivamente no aprendió la lección.
Los duelos entre el Barcelona y el Real Madrid nunca han sido fáciles; aunque esa rivalidad histórica creció desde la llegada al banquillo merengue de José Mourinho. En los últimos ocho partidos disputados entre estos dos excelentes equipos, en múltiples ocasiones la violencia ha ocupado un lugar central. Pepe—no podía ser de otra forma—pocas veces quedó fuera de las discusiones, patadas y hasta golpes intercambiados.
Durante uno de los enfrentamientos en la semifinal de la Liga de campeones de Europa, en 2011, Pepe recibió una tarjeta roja, al pisar a Dani Alves. Luego, en el primer Clásico de la temporada 2011-2012, probó sus habilidades en las artes marciales y solo la suerte evitó que el chileno Alexis Sánchez recibiera el impacto de la bota del portugués en pleno rostro. A pesar de estos lamentables incidentes, el “repertorio” de actos violentos de Pepe todavía no estaba completo. Faltaba un golpe más directo.
Millones de espectadores presenciaron el desafío de ida de cuartos de final de la Copa del Rey. El campeón de la edición anterior, el Real Madrid, recibió en el “Santiago Bernabéu” al Barça. Minuto 68: el tres veces ganador del Balón de Oro de la FIFA, Lionel Messi, cayó al suelo, por la acción de Callejón. Entonces Pepe vio su “momento”.
Lentamente se acercó y “de casualidad” dejó caer todo el peso de su pierna sobre la mano izquierda del argentino quien, al recibir el impacto, se retorció de dolor. Todos vieron la acción y la cámara lenta no dejó lugar a las dudas.
En realidad no “todos” presenciaron el burdo pisotón, porque los cuatro árbitros dejaron pasar ese “desliz”. La acción merecía la roja directa y una larga suspensión, pues Pepe era reincidente; pero después del encuentro los directivos del Barça prefirieron no calentar más el partido de vuelta; mientras el club merengue publicó, en su sitio web, una declaración espectacular del jugador: “quiero decir desde ya que ha sido un acto involuntario. Pero aun así, si Messi se siente ofendido le pido disculpas”.
¿Un acto involuntario? Ese falta de sinceridad no convenció a casi nadie. Como era de esperarse, su coterráneo, José Mourinho, salió a defender al agresor, en una conferencia de prensa: “si quieren llamar mentiroso a Pepe háganlo, están en su pleno derecho y acepten las consecuencias que pueda tener una situación como esta. Es un problema entre Pepe y quien le llame mentiroso”, declaró el técnico.
La arrogancia de Pepe y Mourinho molestó a la comunidad futbolística. Por primera vez en muchísimo tiempo los seguidores merengues y culés concordaron en una idea: el juego violento del portugués no tiene espacio y mancilla la camiseta del mejor club de fútbol del siglo XX.
El pisotón “involuntario” de Pepe apareció en las portadas de varios medios de comunicación de todo el mundo y un internauta publicó un comentario interesante: “con Pepe en el terreno, no sabes con cuántos jugadores terminarás el partido, ni qué daño recibirán los contrarios”. Él es, en la actualidad, quizás la imagen más exacta de lo que no debe ser un futbolista.
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