El método Mou
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Algunos le llaman cáncer, otros le llaman Salvador, pero muy pocos pueden guardarse una opinión cuando se trata del portugués José Mourinho, el actual entrenador del club español Real Madrid.
A su indiscutible prestigio en el mundo del fútbol, labrado a base de títulos en Portugal, Inglaterra, Italia y España, se le suma un carácter fuerte y contradictorio, el de una persona dispuesta a decir lo que siente aunque a veces dé la impresión de que no reflexiona antes de hablar.
Ahora además de hablar pasó a la acción, al meterle el dedo en el ojo al asistente del Barcelona, en imágenes que dan la vuelta al mundo entero una y otra vez. Lo peor, si hay algo peor que mostrar la frustración de esa manera, es hacerlo por la espalda y luego marcharse cobardemente, él mismo que luego dijo que juega los partidos como hombre.
Ni uno de los madridistas más convencidos del mundo como Jorge Valdano pudo comulgar con este método y debió dar el paso al costado, dejando a Mou como todopoderoso en el conjunto blanco.
Es muy lindo ganar, pero en el madridismo, por lo menos en aquel que yo abracé hace ya unos cuantos años, el cómo se gana también tenía su peso, casi tan alto como lo otro. Si no que alguien me explique por qué botaron dos veces a Fabio Capello pese a ganar la Liga.
Sus defensores a ultranza alaban su sinceridad, pero la hipocresía es un mal tan necesario a esta sociedad como la política, y eso no se puede cambiar de golpe.
En lo estrictamente futbolístico tampoco me gusta el Madrid rocoso de Mou, pero es quizás la única vía para frenar al Barcelona, al menos ha sido el único capaz de ganarle en más de una ocasión a través de su carrera. Entiendo que no se pueda pretender jugar fútbol bonito ante el mejor equipo del mundo en estos momentos, pésele a quien le pese, pero reitero, fuera del campo no debe haber más espectáculo que dentro.
No comparto tampoco la excesiva satanización del arbitraje. En determinados momentos ha tenido razón, pero a The Special One se le va la rosca.
Se puede ser mal perdedor (Pep Guardiola es tan mal perdedor como él; recordar la conferencia de prensa luego de perder el título de Copa), pero de ahí a atacar a tu rival fuera del campo ya va otro tramo, y nada agradable.
Quiero ganar, pero por favor, sin escándalos extradeportivos.
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