Kelvis Ochoa, el hombre que le pone letra a cualquier melodía

Escuché por primera vez a Kelvis Ochoa cuando era una adolescente, fue en un casete de grabadora que me regaló una amiga que vivía en Estados Unidos. Recuerdo que me dijo: “Tienes que oír a este grupo, te va a encantar, se llama Habana Abierta, son cubanos”.

En aquel entonces los chicos de Habana Abierta eran más conocidos en el extranjero que en esta isla. Por fortuna para los melómanos cubanos la banda, que abrió un gran camino a la verdadera música fusión- el rockason, como ellos mismos lo llaman-, pronto comenzó a sonar en nuestra radio y a circular en discos quemados que nos facilitaban algunos conocidos que venían de España o Miami.

Cada uno de los miembros del grupo hacía su estilo particular y al mismo tiempo compartía la música del colectivo. Kelvis se convirtió en uno de los que nunca podía faltar a una presentación de Habana Abierta para cantar “La Natilla” y otros temas, con los que tantas veces nos despelotamos en las fiestas.

Además de la gozadera que provocaba el repertorio de Habana Abierta, las composiciones de Kelvis que fui conociendo cuando ya la banda estaba dispersa, me despertaban múltiples sensaciones. Había tanta suavidad en sus versos, tanto amor o desilusión, según el caso. Y Kelvis empezó a ser para mí una especie de bolerista timbero o sonero de cuya música no quería prescindir.

Hace poco escuché decir a Ernán López-Nussa, ese gran pianista cubano, que Kelvis era capaz de ponerle letra a cualquier melodía. Y sí que estaba en lo cierto. El maestro lo invitó a su disco “Sacrilegio”, para cantar una versión muy cubana e inusual del vals de Chopin.

Después de saborear ese track del álbum de López-Nussa, no podemos más que darle toda la razón en su teoría sobre Kelvis.

Y con el chico Habana Abierta conversó Cubasí, luego de su nominación al Cubadisco 2014 en la categoría de Canción Contemporánea por el disco “Dolor con amor se cura” (Bis Music).

¿El título del disco significa que son canciones de amor?

Cuando empecé a juntar las canciones para hacer el disco vi que todas tenían que ver con historias de relaciones, historia personales y de gente que me rodea. Y me pareció que el amor como curador de los dolores que causa el día a día era un buen mensaje para los momentos que viven Cuba y el mundo.

¿Es un disco personal, entonces?

Sí, son canciones que filtré a través de mi persona, pero también es un disco que le dedico a mi abuela y a todos los cubanos.

Después que inicié mi trabajo en solitario la gente que me ha seguido ha sido muy fiel, a ellos me debo, así que este disco es un regalo para ellos.

¿Te consideras un enamorado?

Sí, eternamente.

¿De qué?

De la vida sobre todo, de mi familia, de mis amigos, amo a todo el mundo.

En el disco están invitados jóvenes jazzistas como Harold López-Nussa, Aldo López-Gavilán y Rolando Luna. ¿Qué intención tuviste al escogerlos?

Son personas con las cuales he trabajado desde que regresé de España a La Habana. He compartido escenarios con ellos y me pareció lindo invitarlos, es una reverencia a cada uno de ellos por su bondad y grandeza como músicos.

Yo estoy tocando con una banda de amigos a los que conocí a mi llegada a Cuba. Ellos estaban saliendo del conservatorio Amadeo Roldán, no grabé con ellos este disco, grabaré otros, pero me pareció justo compartir con aquellos esta experiencia musical.

Este disco tienes canciones llenas de imágenes que pienso llevar  a la pantalla, hacerlas videos clip. Hay varios directores interesados: Alejandro Pérez, Jorge Soliño, Jorge Perugorría.

Te confieso que me encantó tu versión del vals de Chopin en el disco de Ernán. Él dijo durante la presentación del fonograma que te había llamado porque tú tienes la virtud de ponerle letra a cualquier melodía. ¿Qué crees de eso?

Yo soy atrevido. Me ilusiona y me fascina hacer ese tipo de trabajo y, desde luego, si me llama un músico de la talla de Ernán voy a aceptar el riesgo, el reto. No me perdería por nada compartir un minuto o un tema con Ernán, que es una gran persona, un hombre increíble, un amigo de verdad, un músico excelente, de los mejores que hemos tenido.

¿Cómo crees que los melómanos cubanos reciben esa experimentación o ese riesgo en tu música?

Al público le gusta. De hecho a veces me han preguntado por alguna canción que he montado porque creen que es de mi autoría y cuando les respondo que yo solo hice una versión me dicen que parece mía, que yo convierto las cosas en algo muy mío… y esos elogios me los tomo muy personales. Respeto y quiero mucho mi trabajo. He tenido una linda respuesta del público que me sigue.

Hace poco te hicieron un documental: “Yo sé de un lugar”. Tú eres un artista joven aún, no todos los músicos cubanos tienen un documental. ¿Qué te hace pensar esto?

(Risas). Realmente estas cosas me parecen un homenaje, porque pienso que me están enterrando ya. Yo tengo mucha carrera por hacer. Pero sin dudas es un reconocimiento. Yo creo que este director y la productora quisieron reflejar con mi música la vida y la obra de los de mi generación, que estuvimos en los mismos lugares, aprendimos a hacer canciones de la misma manera, cómo vivimos en los años 80, en fin. Eso está reflejado en ese documental. Es algo positivo.

Hace unos 10 años hiciste la música de la segunda parte de la película “Vampiros en La Habana”, también compusiste para “Blues Habana”. Ahora este documental cierra un ciclo de tu trayectoria en el cine. ¿Qué sientes por el cine?

Yo estoy muy unido al cine. La gente del medio saben de mi debilidad por el cine, por participar en bandas sonoras, esto es algo que me fascina, me roba la ilusión hacerlo. Es un trabajo bien duro, pero emocionante. Me siento bien comprometido con componer para cine, es parte de mi atrevimiento porque el cine cubano tiene grandes compositores en su historia.

“Vampiros en La Habana” es un animado cómico. Tus letras también lo son en ocasiones. ¿Te gusta el humor?

Me encanta. La invitación de Juan Padrón a componer para su filme animado fue algo grande, yo lo admiro mucho a él, es alguien importante de mi infancia y de mi vida. Juan es un denominador común que tenemos los cubanos.

¿Qué hace reír a Kelvis Ochoa?

Me hacen reír los chistes de Juan, me encanta el cine cubano de los 70 y 80.

A principios de los 2000 los miembros de Habana Abierta se unieron en La Habana e hicieron una serie de conciertos que culminó en La Tropical con un espectáculo inolvidable. ¿Piensas que podría darse otra oportunidad de ese tipo y que un disco lo dejara registrado?

El tiempo lleva todas las cosas a su lugar, nada más el tiempo podría hacer posible a eso. Estoy muy abierto a todas las proposiciones. Me encanta ese tipo de colaboraciones. Retomar esa experiencia sería de beneplácito para mucha gente. He mantenido relaciones con ellos y he estado en conciertos personales de algunos como Vanito, Barbería, Medina. Estoy comprometido con ellos, son mis amigos hace muchos años, son mis hermanos. Somos de una misma generación.