Telenovela Playa Leonora: ¿una segunda parte de Santa María del Porvenir?
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La audiencia encuentra en la recién estrenada telenovela Playa Leonora no pocas coincidencias con su predecesora Santa María del Porvenir.
Los comentarios ya suenan en las calles, en los centros de trabajo, escuelas, lugares de convivencia y de acceso público. La audiencia encuentra en la recién estrenada telenovela Playa Leonora no pocas coincidencias con su predecesora Santa María del Porvenir.
La banda sonora parece una clara referencia al pueblo en que todas las mujeres se llaman María. Selección de locaciones periféricas, y un folclorismo anclado al “countryside” develan la concurrencia en un lugar común de los realizadores de hoy, en una exhibición de realidades fílmicas cada vez más provincianas, menos cerca del “suburbio” y la “favela”.
El propio misterio en torno a cosas que ocurren inesperadamente, es representación conocida para el público: la bomba que hace estallar una lancha de repente en el capítulo inicial, rememora al helicóptero que detona en las primeras entregas de Santa María del Porvenir, y del que caen billetes de cien a los pobladores. La propia naturaleza supersticiosa que se respira en el aire del pueblo no constituye una novedad. Tal como una madre (en la piel de Nancy González) suspende la celebración de los quince de su hija –por resabios y malos augurios-, ya habíamos visto cómo en el recinto de las María, los moradores temían tomar el dinero “caído del cielo” por presumir de “mala suerte”.
No obstante las alusiones a su muy criticada antecesora, Playa Leonora ha inaugurado sus propios gazapos -inéditos en la realización televisual más reciente-, que se advierten en los designios populares de un correveidile: un narrador que parece estarnos leyendo una historia empolvada del librero, y cuya voz en off ocupa casi un tercio de cada capítulo.
Por otra parte, está la cuestión de la Biología. Pareciera que los directores actuales son fieles defensores del ecosistema marino y seguidores de los cambios del medio ambiente, porque ahora aparecen muchos profesionales de esta disciplina que tienen la última palabra si de dar el visto bueno se trata. Tanto para una obra arquitectónica como para el uso de algún fertilizante -situaciones corrientes en nuestra pantalla cubana-, las novelas requieren de una aprobación biológica.
Sin embargo, ello no es lo más preocupante. Lo que en verdad entristece es que se pierdan facultades para contar historias, que las largas horas de estudio en academias de artes y medios audiovisuales se envanezcan ante la pérdida de sentido de los relatos. Actores de alto calibre también declinan en pálidas actuaciones por interpretar personajes poco consistentes y repetidos de una línea argumental a la siguiente.
Aun cuando Playa Leonora parece deudora de su antepasada, creo que es temprano para enjuiciarla. A juzgar por el comienzo cae en lugares comunes, pero quizás sean solo antesala de la superación de errores pretéritos. Una periodista que encarna la joven Yuni Bolaños, -a quien hemos visto arreglárselas en un papel diferentísimo en Tras la huella- tal vez sea un signo positivo. La misma Nancy González, vestida ahora de madre sobreprotectora, y hasta la hija, interpretada por una actriz debutante, pueden ser los símbolos de una historia bien contada.
Que se nos hace un poco corta de duración es cierto, que cuando más expectantes estamos se acaba, también puede ser verdad, pero esperemos a que las actuaciones ofrezcan lo que nos tienen deparado, y a que la acción dramática fluya. ¿Por qué no desprejuiciarse y evitar estigmatizar el parecido? Quizás, después de todo, Playa Leonora no sea la segunda parte de Santa María del Porvenir.
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