Arsenio Rodríguez, el músico maravilloso
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La genialidad se ha esparcido a través de la historia de la música cubana. Arsenio Rodríguez, ese «ciego maravilloso», como le nombraban sus seguidores, que tocaba el tres como ningún otro y que permeó sus composiciones de esa riqueza cultural heredada de África, cumpliría este 30 de agosto un siglo de vida.
Arsenio perdió su visión siendo muy pequeño. Sin embargo, tal situación no pudo amilanar la decisión del músico de crear. Desde esa fecha, Rodríguez mostraba su virtuosismo al tocar no solo el tres, sino varios instrumentos de percusión y el bajo.
Nacido en 1911 en Güira de Macurijes, Matanzas, sus padres lo nombraron Ignacio de Loyola Rodríguez Scull, más en los escenarios se bautizó como Arsenio Rodríguez. Precisamente sus textos, llenos de picardía, doble sentido y criollismo, forman parte del repertorio de las orquestas actuales.
«La yuca de Catalina», «El reloj de Pastora», «Fuego en el 23» y «A Belén le toca ahora», figuran entre sus más conocidas canciones, de las cerca de 200 que escribió Rodríguez.
Su paso, a finales de la década de 1930, por los septetos Boston y el Bellamar, fue decisivo para que en 1940 fundara el Conjunto Arsenio Rodríguez, todo un hito en el panorama sonoro de la época en Cuba. Un conjunto que ha tenido como integrantes a lo largo de su vida artística a los pianistas Adolfo O’Reilly, Rubén González y Lilí Martínez; el trompetita Félix Chapotín, el guitarrista Carlos Ramírez, el percusionista Tata Güines, y a los cantantes Miguelito Cuní y Marcelino Guerra, entre otros.
Sin dudas, esa fue una de las más importantes contribuciones de Arsenio a la música popular: la creación del conjunto, que ofrecía en sus presentaciones una riqueza sonora aportada por la inclusión de tumbadoras, trompetas y piano y, como elemento distintivo, se destaca al cantante como solista de la agrupación.
Aunque hay antecedentes del uso de estos instrumentos en el género mucho antes de que lo hiciera Arsenio, los estudiosos coinciden en que el mérito de Rodríguez ha sido el de brindarle una nueva fisonomía al son a través de estas agrupaciones.
El célebre tresero cubano vivió desde los años 50 en ciudades estadounidenses como Los Ángeles y Nueva York. En tierras norteñas fue fundador de otros conjuntos en los que mostró su virtuosismo y llegó a compartir escenarios con Dizzy Gillespie, Bobby Richard y Max Roach, entre otros.
Fonogramas de ese tiempo también evidencian el estilo de Arsenio, como en Palo congo, que grabara bajo la batuta de Sabú Martínez; y en 1968 aparece Arsenio dice, considerada su última producción discográfica.
Dos años más tarde, una neumonía feroz deja sin vida el cuerpo del genial matancero en la ciudad de Los Ángeles. Mas, la impronta de Rodríguez ha influenciado a las nuevas generaciones de soneros de la Isla, quienes han bebido de su peculiar manera de componer, para continuar enriqueciendo la música cubana.
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Tomás I. Jimeno Díaz
Yanio Sánchez Hdez
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