Economía mundial bajo presión en 2020
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La Organización de Cooperación y Desarrollo Económico, OCDE, anunció desde su sede en París, Francia, que el año próximo el crecimiento del Producto Interno Bruto global será de 2,9 por ciento, el más bajo registrado desde la crisis financiera mundial iniciada en 2008.
De acuerdo con los especialistas de la entidad, que agrupa a los países capitalistas más desarrollados, la economía del planeta estará sometida a la influencia de varios factores, entre ellos los efectos del cambio climático, la digitalización y la guerra comercial desatada por Estados Unidos contra China.
“Estamos ante un momento inquietante”, aseguró el economista jefe de la OCDE, Laurence Boone.
El ritmo del crecimiento estará determinado en buena manera por el curso del enfrentamiento entre Estados Unidos y China, que acordaron este mes una especie de tregua en su escalada mutua de tarifas aduaneras y podrían firmar a principios del año venidero un acuerdo preliminar.
Sin embargo, esto no resolvería los verdaderos problemas de fondo en esta crisis, que radican en los temores de Washington de perder su hegemonía global ante el desarrollo industrial, financiero, tecnológico y el crecimiento constante del gigante asiático.
La OCDE prevé, asimismo, que si acaso Estados Unidos resolviera sus problemas con China, no tardaría en hallar otros adversarios.
Entre los más visibles en estos momentos figura la Unión Europea, a la que Donald Trump dejó de ver como un aliado desde el inicio de su administración y la trata como a un potencial enemigo.
Solo así pueden explicarse varias medidas recientes, como la aplicación de sanciones a las empresas que participan en la construcción del gasoducto que enlazará a Rusia con el bloque continental.
La situación es delicada, porque la Unión Europea debe enfrentar las consecuencias de la separación del Reino Unido, el llamado Brexit, que se consumará el 31 de enero de 2020 y cuyas consecuencias verdaderas aún son imprevisibles.
En este panorama no debe olvidarse el efecto del fortalecimiento de los gigantes tecnológicos, que han influido en la distribución de la riqueza global y modificado las reglas del empleo, debido a una reducción inédita de puestos de trabajo en un mundo cada vez más digitalizado.
Si se agrupan todas estas tensiones, en un año electoral en Estados Unidos donde se decidirá si el polémico presidente Trump sale de la Casa Blanca o, por el contrario, consigue un nuevo período de cuatro años, ciertamente hay muchas razones para la incertidumbre en todo el planeta.
No es que la derrota de Trump en los próximos comicios vaya por sí sola a resolver los problemas del mundo, pero las cosas sin duda serán más fáciles sin su contradictoria y fastidiosa presencia. Ya veremos.
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