Uruguay se ahoga en hambre, sed y abandono
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Un viejo amigo cubano residente desde hace años en Santiago de Chile contaba como muchas personas duermen en las calles de la capital, jubilados van a las bodegas para pedir que les fíen el pan de cada semana y una enorme cantidad de uvas es desperdiciada para no pasar trabajo en la entrega a una población necesitada.
El hecho se repite de una forma u otra en el vecino Uruguay donde el régimen de derecha no tiene que soportar bloqueo alguno, ni es señalado como auspiciador del terrorismo y tiene todas las ventajas para lidiar con compañías extranjeras para, como el caso de la actual falta de agua, hacer lucrativos negocios particulares.
A la crisis hídrica en la otrora “Suiza de América”, se añade la falta de alimentación a una gran parte de la población, independientemente de que, como reportó Prensa Latina, sigue creciendo el número de personas que tienen que vivir en las calles.
Ya son populares, por necesarias, las ollas colectivas, en las que no sé si está incluido el tasajo, que tan famoso hizo a la pequeña y poco poblada nación suramericana.
Encuestas dignas de crédito revelan que el 63% de los uruguayos consultados está de acuerdo en que “hay mucha gente pasando hambre”, y el 66% estima que “la seguridad pública está desbordada”.
La publicación de informes periodísticos, primero en el semanario Brecha y posteriormente en la diaria, que recogían testimonios de docentes que daban cuenta de situaciones de hambre en liceos de Montevideo, generó variadas repercusiones en el ámbito político. La primera reacción del gobierno fue desacreditar o relativizar los testimonios de los docentes, o cuestionar el hecho de que hubieran hecho las denuncias en la prensa.
Así, el semanario Búsqueda informó de una reunión de alto nivel de líderes del gubernamental Partido Nacional en el hotel Hyatt para “hacer un análisis y una planificación estratégica sobre la situación actual del Partido Nacional, la de ahora y la del futuro, con un ojo puesto en el 2024”. Según informó el semanario, en el encuentro “se exhibió preocupación, porque la coalición de izquierda ha logrado ‘imponer sus relatos’, aun desde la oposición. Se mencionó específicamente a dos de ellos, que entienden han ganado fuerza en la agenda mediática o en el tan mentado centro del ring: que hay gente que está pasando hambre y que la seguridad pública está desbordada”.
VERDAD INOCULTABLE
Hay hambre en Uruguay: suena tan fuerte, como increíble. Es un país donde se produce alimento para 30 millones de personas, con una población de poco más de tres millones y donde hay casi cuatro vacas por persona. La pandemia de COVID-19 y la del gobierno neoliberal liderado por Luis Lacalle dejan al desnudo un sistema voraz e insaciable que deja a miles con la barriga vacía.
En las últimas semanas empezaron a circular por medios de prensa, informes y noticias sobre los ya mencionados casos de hambre y mala alimentación en centros educativos de Montevideo.
Los titulares se esparcieron como pólvora y el debate se instaló en medios oficiales y redes sociales. La primera reacción del gobierno fue negar y desacreditar tales situaciones, pero la realidad indica que por lo menos 8 000 niños pasan hambre en Uruguay.
El sociólogo y director de opinión pública de la consultora Opción, Rafael Porzecanski, dijo a CNN que el gobierno enfrenta “un trimestre complicado”. Ve “caída” en aprobación de Lacalle por encima de fluctuaciones habituales. “Una de las grandes piedras en el zapato del gobierno, y con la que le ha costado lidiar, es la tarifa de los combustibles”, opinó.
A ello se agrega la denominada situación de calle en la que el corresponsal jefe de PL, Orlando Oramas León comenta que “a simple vista en las noches montevideanas se observa un número creciente de personas durmiendo bajo cartones, pese a las bajas temperaturas de este invierno austral”.
Y es que, si se compara el número de personas sin techo registradas en el 2019, año antes de la pandemia por la COVID-19, el incremento es del 58%.
Y es que mientras el gobierno incrementa la oferta de soluciones pasajeras, la demanda también crece.
CÍRCULO VICIOSO
El ministro de Desarrollo Social Martín Lema dijo ante el Parlamento que Uruguay debe cortar lo que calificó de círculos viciosos por los cuales no pocos se van a vivir a la calle, algunos con más de 35 años en tal condición, y un 46,7% de los que vivían a la intemperie habían estado presos alguna vez.
Otra arista del asunto pasa por las adicciones. “Se mantiene un perfil que indica alta preponderancia de consumo de drogas”, reza el informe preliminar, según el cual el 91,5% de los encuestados confesó el consumo de alcohol y drogas.
La adicción lleva a delinquir para poder comprar la cocaína y vuelven a prisión, con lo que se repite el círculo vicioso calle-droga-cárcel o viceversa.
También Prensa Latina da cuenta que la Sociedad de Psiquiatría del Uruguay publicó una carta abierta denunciando la “grave situación” en un hospital de referencia para la atención a enfermos mentales.
El gremio calificó así la atención a los usuarios, las condiciones de internación y de los trabajadores. “Gran número” de pacientes no cuenta con el seguimiento psiquiátrico en los últimos meses, tanto en salas del propio hospital como en sanatorios privados en donde se deriva la internación, consignó un comunicado.
Y en el tema de los sin techo entra también el fenómeno que convierte a Uruguay en destino de migrantes de diversas nacionalidades. La pesquisa encontró que 2,6% de los que pernoctan en calle eran extranjeros.
Para Oramas León “resultan aristas e ingredientes que tienen como trasfondo un drama humano y una de las caras feas de un país que se vanagloria de ostentar mejores índices de desarrollo social en el continente”.
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