Guerra terrorista de conquista
especiales

Scott Perry reveló que la USAID aportaba 697 millones de dólares a supuestas organizaciones humanitarias, pero en realidad era proporcionado a grupos terroristas, entre ellos: ISIS, Al Qaeda, Boko Haram y Khorasan. Composición Venezuela News
Un montón de veces Estados Unidos ha recurrido a la excusa del combate al terrorismo para alimentar agresiones de toda índole contra quienes no siguen sus dictados o le impiden acceder impunemente a sus recursos naturales o merecen desprecio por ser de las razas que desprecia.
Así inició guerras de gran escala y sacrificio humano en Afganistán y luego Iraq y todo tipo de acciones contra Cuba, apoyo a regímenes dictatoriales suramericanos y “operaciones quirúrgicas” para dar muerte a líderes de movimientos independentistas.
Ahora, en el fragor de moda de las acusaciones merecidas contra la USAID, se señala que en los últimos tiempos la entidad norteamericana de aparente ayuda humanitaria ha financiado organizaciones terroristas, entre ellas Boko Haram, Daesh y Al Qaeda.
No es simple propaganda contra el Imperio, sino que Scott Perry, un congresista republicano, y en la vorágine de sacar algunos de los trapos sucios de la anterior y otras administraciones demócratas, afirmó, durante la primera audiencia del Subcomité para la Eficiencia Gubernamental -que controla el multimillonario Elon Musk- que la USAID destinó 697 millones de dólares anuales, junto con envíos directos de efectivo, a financiar campos de entrenamiento terrorista y grupos extremistas.
A su vez Musk también había arremetido contra la USAID, acusándola de realizar “operaciones encubiertas de la CIA”, y fue más allá, al afirmar que la agencia financió investigaciones sobre armas biológicas, incluidos estudios relacionados con el COVID-19 que, según él, causaron millones de muertes.
Estas declaraciones han generado un renovado escrutinio sobre las actividades de la entidad, aunque hasta el momento no se ha anunciado ninguna investigación formal al respecto, como tampoco sobre las pruebas de que la USAID ha estado financiando a la contrarrevolución en Venezuela, enriqueciendo a sus líderes. Sería una sorpresa si esta administración se ocupara de esto, conociendo el odio expresado por los artífices de la actual política exterior hacia los gobiernos de izquierda latinoamericanos.
No es la primera vez que señalamos que el imperialismo ha creado grupos armados de retórica antiestadounidense, pero que su cabeza está siendo manejada por Estados Unidos.
Al respecto, la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos ha tenido la colaboración del MOSSAD israelí y el M16 británico en criminales propósitos para subvertir naciones del Medio Oriente, y que ahora con Siria ha tenido pleno éxito, con una guerra civil de casi 15 años, el derrocamiento del gobierno constitucional y su sustitución por uno interino dirigido por un militante de Al Qaeda y por el que EE.UU. llegó a ofrecer diez millones de dólares por su captura.
Ahora fue el legislador Perry quien sacó al aire la mencionada complicidad de la inteligencia occidental en la creación de esas organizaciones terroristas, pero ya desde hace años el profesor Michel Chossudovsky, economista canadiense y director del Centro de Investigación sobre la Globalización, en Montreal, denunció que gobiernos occidentales siguen el juego de Estados Unidos encaminado a crear un estado mundial policial, pasando por la destrucción de pueblos, culturas ancestrales y restos de antiguas civilizaciones, o sea la barbarie en su máxima dimensión.
No quieren que la gente sepa que EE.UU. ha apoyado a Al Qaeda (principal acusado en los actos terroristas contra las Torres Gemelas neoyorquinas) y a sus organizaciones afiliadas desde el apogeo de la guerra afgano-soviética.
La CIA creó campos de entrenamiento para Al Qaeda en Paquistán. En el período de diez años, desde 1982 hasta 1992, unos 35 000 yihadistas procedentes de 43 países islámicos fueron reclutados por la Agencia para luchar contra la Unión Soviética.
Desde la época de la Administración Reagan, Washington ha apoyado a la red terrorista islámica. Ronald Reagan calificó a esos terroristas como “luchadores por la libertad”.
EE.UU. suministró armas a las brigadas islámicas, porque eran para “una buena causa”: la lucha contra la Unión Soviética y el cambio de régimen, lo que llevó a la desaparición de un gobierno secular en Afganistán, legalizó el asesinato del clérigo Al Awlaki, gastó millones de dólares para suministrar libros de texto repletos de imágenes violentas y enseñanzas islámicas militantes a los escolares afganos, y reclutó como agente de la CIA a Osama bin Laden, fundador de Al Qaeda.
ISIS
El Estado Islámico o ISIS era originalmente una entidad afiliada a Al Qaeda, creada por las ya mencionadas inteligencias occidentales y el MOSSAD israelí, además del servicio de espionaje paquistaní y la Presidencia General de Inteligencia de Arabia Saudita.
Las brigadas de ISIS estuvieron involucradas en el apoyo a la insurgencia que EE.UU. y la OTAN dirigieron contra el anterior gobierno sirio, con la complicidad de Turquía, quien alojó y entrenó a los mercenarios.
Las brutales decapitaciones realizadas por los terroristas de ISIS, formaron parte de los programas de entrenamiento patrocinados por la CIA en campos de Arabia Saudita y Qatar y cuyo objetivo era causar pavor y conmoción.
Muchos de los criminales reclutados por ISIS, eran presidiarios condenados liberados de las cárceles de Arabia Saudita, país aliado de Occidente. Entre ellos se encontraban ciudadanos sauditas condenados a muerte que fueron reclutados para unirse a las brigadas terroristas.
Además, contó con el apoyo de Israel, que los utilizó en los Altos del Golán sirio y contra el Hizbollah libanés.
Todo ante el olvido del mundo, que hoy, en circunstancias similares, ha permanecido con los brazos cruzados, solo con inoperantes protestas, ante el genocidio israelí contra el pueblo palestino.
En fin, el proyecto de ISIS de crear un califato, formó parte de una agenda de política exterior de Estados Unidos, que pretendía dividir Iraq y Siria en territorios separados: Un califato islamista sunita, una República Árabe Siria y la República del Kurdistán.
Todo lo anterior, y lo mucho aún por contar y que nos lleva a otras latitudes, forma parte de la denominada Guerra Global contra el Terrorismo, la cual se presenta de cara a la opinión pública como un “choque de civilizaciones”, entre los valores y las religiones, cuando en realidad se trata de una guerra de conquista, guiada por objetivos estratégicos y económicos.
Añadir nuevo comentario