Ultraderecha aprovecha inopia en Europa Occidental

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Ultraderecha aprovecha inopia en Europa Occidental
Fecha de publicación: 
12 Junio 2024
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Aún sin estar todos los resultados de las elecciones de la semana pasada en los 27 países que integran el Parlamento Europeo, la ultraderecha ya ha asegurado buenos dividendos en la inmensa mayoría, aprovechando no tanto los esfuerzos propios, sino el producto general  del no hacer, animadversión injustificada y desconocimiento de los problemas que aquejan cada vez más a una población que habita sin grandes esperanzas en ese denominado Primer Mundo del llamado Viejo Continente.

Aunque inopia significa popularmente acerca de alguien que está en la extrema pobreza, sin medios a su alcance para sobrevivir, lo cierto es que esos gobiernos que se autonombran democráticos, con ideas que se dicen socialistas o socialdemócratas o rozando lo conservador, han estado vigentes en el occidente europeo en medio de la ignorancia de lo que sucede a su alrededor, desinformados y despistados en lo interno, aunque siempre atentos a los deseos de su socio mayor norteamericano.
    
La conmoción ha sido grande en el occidente europeo, con los partidos de extrema derecha o ultraderecha que han logrado grandes avances o van por delante, incluidos Alemania, Francia, Italia y Austria. 

Recordemos que ya en Finlandia, donde tras tres meses de negociaciones, el partido nacionalista de extrema derecha "Los Finlandeses" -que en gran medida hizo campaña con un programa antiinmigración y anti Unión Europea- se convirtió el fin de semana en miembro del gobierno de coalición.

Este tipo de partidos también participan o lideran gobiernos en Italia y Suecia, mientras que en España el conservador Partido Popular (PP) ha alcanzado una serie de acuerdos de coalición a nivel regional y local con el partido de extrema derecha Vox, un posible avance m de lo que podría suceder en las elecciones generales del mes que viene.

DESILUSIÓN

Según los analistas, las razones de esta tendencia varían de un país a otro: la inmigración, la economía o la guerra de Ucrania son algunos de los factores que impulsan el cambio.

"En algunos países, esto está muy relacionado -en muchos por cierto, no sólo en aquellos en los que luego asumen un papel de liderazgo en el gobierno o un papel en el gobierno- con la cuestión de la migración", explicó Janis Emmanouilidis, subdirector ejecutivo del Europea Policía Centre, con sede en Bruselas.

"En otros países, es una forma de mostrar la tarjeta amarilla o roja a los partidos mayoritarios por temas relacionados con la economía, con temas relacionados con los miedos que tiene la gente respecto a los procesos de transformación, que están ocurriendo delante de sus ojos", agregó.

Para Catherine Thorleifsson, profesora asociada de la Universidad de Oslo y responsable de la Comisión sobre Extremismo del gobierno noruego, esta tendencia no es nueva. Ha explicado a Euronews que los diferentes partidos de ultraderecha han ido aumentando su apoyo electoral durante la última década.

Para ella, la inmigración y el euroescepticismo son los principales motores. "Muchos votantes están bastante desilusionados con los partidos políticos convencionales. Y parece que estamos inmersos en una nueva crisis globalizada", explicó a Euronews.

“Primero tuvimos la crisis financiera, la pandemia, las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania y la crisis del coste de la vida. Y en tiempos de crisis, algunos de estos partidos populistas de derechas encuentran soluciones sencillas a estos problemas tan complicados y prometen proteger al pueblo y la soberanía frente a las amenazas reales y percibidas desde el exterior", detalló.

El sentimiento de la gente en tiempos de crisis ha sido históricamente el mismo, aseguró. "Muy a menudo también se hace hincapié en la religión. En el caso de España, ahora se apela a los valores tradicionales y al modo de vida. Es un llamamiento al catolicismo. Y en todos los países es también una amenaza velada a los valores liberales asociados a la democracia liberal y a la UE", afirmó.

El portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, hizo notar que si bien por el momento las fuerzas llamadas proeuropeas mantienen su liderazgo, con el tiempo los partidos de derecha “les pisarán los talones”.

Al ser preguntado por el triunfo de la ultraderecha francesa, que llevó a la disolución del parlamento de ese país, el portavoz del Kremlin dijo que “se trata de un asunto interno de ese país”.

“No queremos inmiscuirnos en sus asuntos internos. Pese a las calumnias que a veces se difunden en Europa y Estados Unidos, no interferimos en los asuntos internos de otros países”, afirmó.

Pero, a su vez, también desde Moscú, el vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvédev, afirmó a Sputnik que tras los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo, los líderes de Francia y Alemania deben dimitir.

Según Medvédev, el triunfo de la derecha se debe a una “inepta” política de Emmanuel Macron y Olaf Scholz en el ámbito de la economía y la migración, así como su apoyo a las autoridades ucranianas.

NO ES LO MISMO EN EL ESTE

Las cosas se ven diferentes en el este de la Unión Europea.

En la mente de muchos, esta región es un bastión de Viktor Orbán y Jaroslaw Kaczynski, nacionalistas y populistas de derecha, según la nomenclatura de los medios occidentales que hablan de populismo cuando en cualquier país del mundo un gobernante toma medidas a favor del pueblo. O sea, le dan un carácter peyorativo, cuando es todo lo contrario.

Desde los Países Bálticos hasta Bulgaria, los partidos nacionalistas, de extrema derecha y euroescépticos no cumplieron las expectativas o perdieron votos en casi todas partes. Sólo en Eslovenia y la República Checa ganaron las elecciones europeas dos partidos aliados con Orbán y su nacionalista de derecha Fidesz.

Por lo demás, el panorama es sorprendente y diverso. En Hungría, el partido de Orbán perdió una parte significativa de los votos en unas elecciones, por primera vez en muchos años, mientras que un recién llegado y aspirante a primer ministro recibió inmediatamente el 30% por ciento de los votos. En Polonia, la coalición proeuropea y liberal-conservadora del primer ministro Donald Tusk obtuvo inesperadamente el primer lugar en las elecciones europeas.

En Eslovaquia, un partido progresista ganó claramente por delante del partido gobernante SMER del primer ministro nacionalista de derecha Robert Fico, quien sufrió un ataque a tiros hace unas semanas. En Rumania y Bulgaria, los partidos nacionalistas de extrema derecha obtuvieron menos votos de lo que se temía o no lograron ningún avance.

En República Checa, en cambio, el partido liberal de derechas Acción de Ciudadanos Descontentos, del exprimer ministro y multimillonario Andrej Babis, ganó con un 26%. Forma parte del bando nacionalista de derechas del este de la UE, pero es, ante todo, antimigración y no antieuropeo. Le siguió de cerca la alianza de gobierno proeuropea, conservadora y liberal, del primer ministro Petr Fiala, con el 22%.

En Croacia, Rumanía y Bulgaria ganaron partidos y alianzas de gobierno de larga tradición, algunos de los cuales son difíciles de clasificar. En conjunto, sin embargo, representan posiciones proeuropeas y, al mismo tiempo, conservadoras-nacionalistas. El Partido Socialdemócrata de Rumanía (PSD), que se había aliado con el Partido Nacional Liberal (PNL) para las elecciones europeas, fue uno de los vencedores de los comicios. Los partidos de extrema derecha no lograron imponerse en ninguno de los tres países.
 

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