Cualquier video o imagen de gatito tiene un alto por ciento de ser exitoso y alcanzar millones de vistas en las plataformas digitales. Inclusive, no necesita ser editado, manipulado, enriquecido con música ni efectos, el gatito es suficiente para acaparar la atención, pocos se resisten a una mirada gatuna acompañada de un miau melódico.

Es casi adictivo, nos causa gracia, nos provoca ternura, no importa si acaba de romper un jarrón o de comerse el pollo que iba a ser nuestra cena, nos gusta mirarlo, nos resulta gracioso aunque solo estén quietos sin hacer el mínimo movimiento ¿Qué tienen las imágenes de gatitos que nos absorbe de esa manera? ¿Qué nos motiva a buscarlos?

Gatos grandes o pequeños que hacen todo tipo de monerías, fechorías, o simplemente, nada, así como lo común de caminar, pedir comida, jugar, bañarse, dormir. Gatitos que se asustan, trepan, que son afectuosos con sus humanos, o se molestan con intrusos. Muchas pueden ser las caras, las poses, las miradas felinas, atigradas, de suspenso, como si no les interesara nada su entorno, o por el contrario, de curiosidad extrema. Todo nos gusta a los gateros. ¿Qué efecto producen en nosotros?

No hay que ser experto psicólogo para entender que no es solo un fenómeno de la cultura popular de los últimos tiempos, tampoco es para todos. A quienes nos gustan los gatos, ese ensimismamiento que sentimos responde también a que nos relaja, nos saca momentáneamente de la rutina diaria. Es un oasis de calma y ternura en las redes sociales, hoy tan convulsas.

Sin embargo, el gusto por los gatitos no es nuevo. Tenemos referencia de lo importante que fueron para civilizaciones antiguas, como la egipcia. En esa nación árabe los admiraban y veneraban. Allí existen aún vestigios de la conexión milenaria con los felinos. Fueron más que mascotas, eran sagrados, los adoraban, y hasta varios de sus dioses fueron recreados con aspecto de gato. Y tal devoción se debe a que en Egipto creían que eran animales leales y que los protegían no solo de roedores y otras alimañas.

También están presentes en todas las manifestaciones del arte, tanto en la plástica, la literatura, el cine, como en la música, y más. Algunos de los gatos más famosos en la cultura son El gato con botas, de Charles Perrault; Cheshire en Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll; la enorme escultura en bronce de Fernando Botero emplazada en Barcelona; la serie de pinturas de Pablo Picasso; y para los cubanos, desde niños, Vinagrito es uno de los más conocidos, recordado por la canción que con tanta dulzura cantaba Teresita Fernández.

A Leela le encanta esconderse (Fotografía personal de la autora)

Volviendo al tema. Una imagen de gatito encierra mucho más que un rato de distracción, tiene una respuesta científica. Investigadores sostienen que al verlos se estimulan en nuestro cuerpo hormonas como la oxitocina y el cortisol, relacionadas con el placer, la empatía, el bienestar mental y la atención.

Es evidente que enseguida nos mejora el estado de ánimo, y por eso los buscamos para enajenarnos de las responsabilidades, aunque sea momentáneamente. Los expertos aseguran que a pesar de no ser conscientes de los beneficios, está comprobado que ver imágenes de gatitos con sus reacciones tiernas, casi ingenuas, pero sobre todo traviesas y espontáneas, reducen el estrés, bajan los niveles de ansiedad, y, además, disminuye la presión arterial y el ritmo cardíaco.

Por tanto, el fenómeno virtual no es tan tonto, y tiene carácter universal. No por gusto existen millones de imágenes y videos en Internet, y también son millones las personas a quienes gusta. Antes de llegar a la red comenzamos acosándolos constantemente con nuestras cámaras, no los dejamos vivir; queremos perpetuar cada instante, bostezo, estiramiento, postura cómica. No obstante, quienes tenemos gatos vivimos cautivados también por su astucia, son seres simpáticos y adorables. El universo gatuno es más que una reacción cómica, es casi una forma de terapia porque nos ofrece energía y optimismo, nos aleja por ratos de las emociones negativas, ¡lo dice la ciencia!

Desde inicios de siglo cuenta con su propia categoría denominada cat content o contenido gatuno. No solo sirve para divertir, también permite que recibamos información sobre ellos. Aprendemos cómo cuidarlos, entendemos su comportamiento, y nos relaja. Así, lógicamente, podemos pasar horas mirando gatitos en Internet.