OPINIÓN: Rusia no quiere la guerra. Nazis siguen matando en el Donbass

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OPINIÓN: Rusia no quiere la guerra. Nazis siguen matando en el Donbass
Fecha de publicación: 
19 Febrero 2022
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Miliciano dentro de una escuela destruida en el pueblo de Molodiozhny, en la línea de contacto de la República de Lugansk, el 17 de febrero de 2022.Maxim Zakharov / Sputnik

Quizás cuando esté leyendo estas líneas, Ucrania haya lanzado una invasión en gran escala contra las autoproclamadas repúblicas autónomas de Donestk y Lugansk, en la región oriental del Donbass, cuya población civil está siendo evacuada masivamente haca Rusia, donde el presidente Vladimir Putin, reiteró que no quiere una guerra en Europa, Ucrania debe respetar los acuerdos de Mlnsk y el gobierno de Kiev, encabezado por su presidente, Vladimir Zelenski, debe sentarse a conversar con las autoridades de ese territorio.

Putin ha sido llamado por el poder legislativo ruso, la Duma, para reconocer la independencia de ambos territorios, pero ha preferido por el momento evitar la consecución de un conflicto atizado por Estados Unidos, empleando a la sumisa Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que ha ignorado las advertencias y peticiones de Moscú, desplegando más tropas en áreas fronterizas.

En este contexto, la representación rusa se marchó el jueves de una reunión noratlántica la que fue invitada para tratar la cuestión, debido a la falta de objetividad, las declaraciones de las cancilleres de Gran Bretaña y Alemania contra Moscú, falseando la verdad, y la continuación de la campaña montada por Estados Unidos, que no da crédito, ni menciona, la opinión rusa al efecto, y subraya y amenaza en aumentar las sanciones contra la nación euroasiática si interviene en el conflicto montado por el imperialismo.

Se hace caso omiso a la declaración de Putin de que no quiere la guerra, tal como la impuso el Imperio para escindir Yugoslavia; a la acción rusa del retiro de sus tropas desplegadas en la frontera con Ucrania -en su territorio- para que regresaran a sus bases, y la petición del mandatario de que Kiev reconociera los acuerdos de Minsk, algo que Washington ha impedido, por lo cual es de difícil ejecución.

Los acuerdos de Minsk se firmaron entre Rusia y Ucrania en el 2015, con Alemania y Francia como mediadores. La intención era lograr un alto el fuego rápidamente y, a la larga, un desarrollo pacífico en el este de Ucrania, pero no se han respetado por Kiev.

Al mismo tiempo, Zelenski, quien siempre habla ruso y no se le conocía una posición furibunda contra Moscú, fue urgido por las autoridades de las autoproclamadas repúblicas a otorgar un estatus especial al Donbass y castigar a los criminales de guerra responsables de matar civiles durante el conflicto. 

La jefa de la administración del distrito de Kandinsky, de Gorlovka, en Donestk, Elena Matenchuk. expresó que “por séptimo año vivimos anticipando el fin de la guerra, pero creemos en una solución pacífica del conflicto. Esperamos que Zelenski, se dé cuenta de que necesita sentarse en la mesa de negociaciones y cumplir los acuerdos de Minsk”.

EL DERECHO A VIVIR EN PAZ

También exigió “el derecho a vivir en paz sin derramamiento de sangre, el derecho a hablar nuestro ruso nativo, el derecho a desarrollar nuestra economía. Exigimos la capacidad de juzgar y castigar a los criminales de guerra que iniciaron el genocidio de los habitantes del Donbass”.

En este contexto, las milicias de Donetsk impidieron este viernes 18 la destrucción de una fábrica de cloro, aunque no la explosión de un coche bomba por ultranacionalistas y neonazis que fueron enviados al Donbass para sabotear instalaciones industriales del territorio.

Los radicales están protegidos por Ucrania y forman parte de los destacamentos de sabotaje financiados y organizados por Estados Unidos en la región de Azov, donde son entrenados por jefes neonazis, quienes los preparan como francotiradores y en acciones de sabotaje.

Recordemos que el Grupo Azul fue reconocido como una organización terrorista aplicada en saqueos, violación de derechos humanos y otros crímenes de guerra en el Donbass, y adquiere un aspecto relevante en la ejecución de los planes de Occidente sin tener que rendir cuentas a Kiev.

Muchos de ellos tienen antecedentes familiares con los colaboracionistas ucranianos durante la ocupación militar de Ucrania por la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial. En ese momento, las nuevas divisiones territoriales incluían el Distrito Malicien y el Reichskommissariat Ukraine, que cubrían los territorios del sudeste de la Segunda República Polaca y la República Socialista Soviética de Ucrania. 

Las razones originales para la colaboración incluyeron aspiraciones políticas ucranianas para recuperar la independencia, y el resurgir del nacionalismo con resentimiento contra el gobierno soviético. 

Estos sentimientos se unieron con la creencia de que estos actos fueron orquestados por otros grupos étnicos (judíos, tártaros, romaníes y polacos), así como las nociones predominantes de antisemitismo. Sin embargo, la ausencia de autonomía ucraniana bajo los nazis, el maltrato por el ocupante y la deportación de cientos de miles de ucranianos como trabajadores esclavos, pronto llevaron a un cambio dramático en la actitud de algunos colaboradores.

Cuando el Ejército Rojo regresó a Ucrania, un número significativo de la población dio la bienvenida a sus soldados como libertadores. Este cuerpo militar fue apoyado por unos 250 000 guerrilleros ucranianos, un número muy superior al integrado en bandas paramilitares fascistas. 

 

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