Mali y la hipocresía francesa
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Un oficial de las Fuerzas de Operaciones Especiales de la Marina francesa entrena a los soldados de Mali, en el marco de la Fuerza Takuba, una misión militar multinacional en la conflictiva región del África subsahariana, en la base militar de Menaka, en Mali, el 15 de diciembre de 2021. Foto: AFP / Thomas Coex
«A Francia le preocupa que la llegada de mercenarios rusos socave su operación antiterrorista de una década contra Al Qaeda y los insurgentes vinculados al Estado Islámico en la región del Sahel de África occidental», es la versión oficial de Emmanuel Macron, al anunciar la retirada este lunes 15 de agosto del último soldado galo en Mali.
Esto fue exigido por el gobierno de Bamako, luego de haber puesto en práctica el acuerdo de cooperación militar con Rusia, que le ha suministrado armas, aviones y amplia asesoría a un ejército que París mantuvo enclenque, extremadamente dependiente e incapaz de afrontar acciones de los separatistas y, mucho menos, de los terroristas.
Pero los excolonialistas y hoy neocolonialistas e imperialistas no se iban a quedar de brazos cruzados y han actuado en consecuencia contra el gobierno maliense, producto de un golpe militar que ha contado con apoyo popular e incluso de manifestaciones de simpatía hacia Moscú y el presidente Vladimir Putin, como han admitido agencias occidentales de noticias, tales como Reuters, AP y la propia AFP.
Los devaneos de París con sus ahora aliados insurgentes y los denominados terroristas han hecho que Bamako denunciara ante Naciones Unidas el sobrevuelo de aviones, helicópteros y drones franceses del espacio aéreo maliense y el suministro de información de inteligencia, además de armas, a esos que decía que combatía.
El ministro de Exteriores de Mali, Abdoulaye Diop, ha pedido una reunión de emergencia en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ante las repetidas violaciones del espacio aéreo maliense por Francia y ha acusado a París de participar en «actos graves que pueden socavar la paz y la seguridad internacionales», afirmando que colabora con grupos terroristas.
«Desde principios del 2022, las Fuerzas Armadas de Mali, dotadas de nuevas capacidades, han registrado más de 50 casos deliberados de violación del espacio aéreo de Mali por aviones extranjeros, en particular operados por las fuerzas francesas, en diferentes formas», ha señalado, según recoge el portal de noticias Maliactu.
En una carta enviada el 15 de agosto del 2022 a la Presidencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, recogida este miércoles por los medios locales, Diop ha explicado que, en caso de persistir esta postura de Francia, Mali «se reserva el derecho de utilizar la legítima defensa», en virtud de la Carta de Naciones Unidas.
El Gobierno de Mali ya había acusado al Ejército de Francia de espionaje, después de que París afirmara haber grabado con un dron a presuntos miembros de la compañía privada rusa Grupo Wagner manipulando cuerpos en la localidad de Gossi para luego incriminar a las tropas francesas, lo cual fue refutado por Bamako: «Los resultados de la investigación judicial llevada a cabo por los servicios competentes de Mali establecieron que los cuerpos habían sido colocados allí mucho antes de la llegada de las fuerzas malienses a Gossi.
«El 21 de abril, una patrulla de Mirage 2000 sobrevoló muchas veces, sin coordinación previa, un convoy de las Fuerzas Armadas que iba a reforzar el dispositivo en Gossi. Esta maniobra se enmarca en una dinámica de intimidación a nuestras fuerzas», agregó.
Según el diario Jeune Afrique, las autoridades malienses tienen pruebas de que Francia ha recopilado información, e incluso armamento, para suministrárselos a grupos terroristas, por lo que se han mostrado dispuestas a presentar sus pruebas ante el Consejo de Seguridad, pero hasta ahora nada se ha hecho, aunque ya Estados Unidos se ha dispuesto a cooperar con Francia y ha anunciado una «nueva» política hacia África para eliminar la influencia de Rusia y China en un continente que tanto ha hecho sufrir.
La realidad
El Ministerio de Defensa de Mali explicó que «la opinión pública está a favor de una mayor cooperación con Rusia dada la actual situación de seguridad», y más cuando Francia no ha hecho nada en este aspecto en favor del pueblo.
Y es que la «ayuda» francesa ha mantenido a Mali, al igual que los demás países del Sahel, entre los Estados más pobres del mundo. La mayoría de su población vive de la agricultura. Durante estos últimos años, las reducciones de las ayudas al desarrollo decididas por las naciones ricas han afectado particularmente al país. Su principal producción, el algodón, se derrumbó a causa de las políticas de dumping que practica el primer exportador mundial, Estados Unidos, así como por las sequías que sufre de manera regular el Sahel debido al calentamiento global.
Por otra parte, las políticas neoliberales y las privatizaciones impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) han conducido a la reducción de los presupuestos sociales destinados a la educación y la sanidad. Los planes de ajuste estructural y las políticas de la Iniciativa de los Países Pobres Altamente Endeudados (PPAE) han tenido consecuencias desastrosas para Mali, que han dado lugar a la privatización masiva de sus empresas en beneficio de multinacionales, a la vanguardia de las cuales están las francesas.
La pobreza y el malestar social se han agravado. Esto ha empujado particularmente a una parte de los jóvenes a buscar una vía de salvación en la emigración, mientras que otros, ante tanta angustia social, son más sensibles a las llamadas de los salafistas que les ofrecen, sin mayor dificultad, armas, poder y dinero, y más cuando estas «ventajas» provienen de quienes aparentan que los combaten.
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