A la desesperada: Castillo allanó el camino para su destitución
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El expresidente de Perú, Pedro Castillo (2021-2022), fue detenido por el Ministerio Público (fiscalía) para ser procesado por el presunto delito de rebelión luego de intentar cerrar el parlamento el miércoles 7.
Asediado por una derecha controladora de un Congreso que busco tres veces su vacancia, el presidente de Perú, Pedro Castillo, dejó de serlo cuando decretó la disolución del odioso legislativo, anunciando el estado de excepción, la formación de un gobierno provisional que gobernaría por decreto y la futura realización de la Asamblea Constituyente ansiada, pero nunca realizada.
Simplemente, tras la información del mandatario, el legislativo se reunió y, lo que hubiera faltado en votos para haberlo destituido, se volcó en su contra, incluidos la mayoría de los diputados progresistas, por haber violado la Constitución y entregar en bandeja su vacancia, en una acción que estimo desesperada.
Algunos señalan que Castillo tuvo un error de cálculo, pensando que el Congreso tenía los 87 votos que servirían para destituirlo en este su tercer intento, cuando lo cierto es que apenas llegaban a 67.
Otros, más avezados, conocedores de las miserias de la política peruana, coincidieron en señalar que los llamados asesores del mandatario lo “embarcaron” en una acción que no tenía futuro.
Lo cierto es que desde el primer día en que asumió una presidencia que ganó cerrada, pero limpiamente, este maestro de escuela, campesino, pobre, se convirtió en el ser más odiado por una oligarquía que detenta las principales riquezas y mantienen a la población en general bajo su control, en una nación en que el 80% de los trabajadores viven en la informalidad y la educación y la salud se mantienen abandonadas.
A ello hay que agregar que este impopular Congreso, con apenas el 12% de aceptación, rechazó o engavetó el 95% de los proyectos gubernamentales, entre ellos la necesidad de una nueva Constitución, que reemplace a la fujimorista de 1992, así como declarar ilegales a los monopolios y oligopolios.
En este contexto, el mandatario perdió el apoyo de las agrupaciones políticas progresistas que, sin embargo, votaban a favor de sus proyectos, aunque no fueron muy eficaces en cuanto al nombramiento de los cinco gabinetes nombrados en tan breve tiempo, escogiendo a personas con un pasado nebuloso, por lo que se convertían en fáciles objetos de ataque.
A ello se sumó la falta de pericia en el manejo de los gabinetes, cinco en total, y no haber estado totalmente alerta acerca del señalamiento constitucional de que luego de dos rechazos consecutivos por el Congreso podía provocar su disolución.
Este no fue el caso de este miércoles 7 de diciembre, y ahora el ahora ex presidente se encuentra en una prefectura policial, ante una Fiscal de la Nación que siempre tuvo la tarea de hacerle la vida imposible. No obstante, a pesar de los 20 cargos levantados en su contra, incluso contra miembros de la familia, no ha sido señalado hasta el momento.
Mientras el gobierno norteamericano fue el primero en condenar severamente el golpe, los progresistas de México, Colombia, Chile y Honduras lamentaron lo inconstitucional del intento de golpe, y llamaron a la reflexión a diferentes sectores de la población.
Para los pocos periodistas que pueden expresarse abiertamente, sin temer al despido inmediato, se hace necesaria la movilización popular para que se cumpla lo prometido por Castillo y que no pudo cumplir, debido a una derecha reaccionaria que odia ser gobernada por pobres, indios y cualquiera otra persona que no pertenezca a su esfera social.
Más realista, la periodista Verónica Insausti estima que la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente podría ser la salida a la crisis política y social que mantiene en el limbo al país suramericano.
La comunicadora asegura que existen dos puntos en esta crisis. El primero, es que la oposición de derecha desde que asumió Pedro Castillo no ha dejado gobernar, y la segunda es el malestar generado por la situación económica y la inacción del gobierno.
Desde la óptica de la periodista, al Presidente ya se le había acabado el oxígeno, insistió en señalar que aplicó medidas impopulares y que incluso perdió fuerza en las zonas rurales que le apoyaban desde el principio. Algunos estudios han revelado, según Insausti, que “el 90% de la población si quiere una reforma del sistema político”.
En cuanto a Dina Boluarte la vicepresidenta que sustituyó a Castillo, algunos conocedores estiman que será más de lo mismo, o incluso peor, porque ha accedido a exigencias de la derecha de estar representada en el gabinete.
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Zarza
Javier Hernández Fernández
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