Jardín en apuros
especiales

La Crassula Ovata es una suculenta popular difícil de aparecer en Cuba. En otros países es una planta tan común, que se puede encontrar de forma silvestre, incluso es usada en jardineras de los separadores de avenidas. Fotografía tomada de https://gardenerspath.com
¡Qué bonitas son las plantas, pero a veces qué difícil es entenderlas! Que si mucha agua, poca agua, sol intenso o sombra, que si abono y fertilizante para que estén lindas y saludables, pero no demasiado porque se asfixian, y ¡las plagas!
Es real que esto de ser jardinera es más que complicado, y no basta solo la voluntad. A veces me creo la asesina de la clorofila, sin empatía para entenderlas, porque si llevan poca agua, a veces me paso con el ahorro y las mato de sed, o por el contrario, a las otras las mando sin retorno al más allá de la flora porque con ellas me desahogo la necesidad de usar regadera.
El asunto es que no encuentro equilibrio. ¡Qué delicadas son! Se me ha muerto hasta la Sansevieria, que es casi de foami y se da salvaje en el parterre más descuidado a prueba de monóxido de carbono, pisotones, heces fecales, arañazo de gato, 40 grados en verano, lluvias intensas de octubre y la sequía de a inicios de año. Decían que es para principiantes, casi indestructible, decían, porque no requiere tanto cuidado y resiste cualquier ambiente. La mía está mustia.
También me falla el ojo clínico porque no me doy cuenta a tiempo que tienen cochinilla algodonosa en primavera, y cuando las descubro, ya a las pobrecillas no les queda savia para vivir —¡y tanto que las miro!—, aunque de este desliz puedo responsabilizar a mi creciente miopía.
Y, a veces, cuando las ignoro u olvido con todo propósito porque las creo moribundas y sin remedio, ellas, en un acto de completa resiliencia, como para demostrar que son más fuertes que yo en eso de llevar la contraria y sobrevivir, de un día para otro las encuentro hasta con flores, viviendo no sé ni cómo sin riego ni suficiente luz. Entonces me creo supersticiosa y no las quiero ni mirar directo, hago como que no me entero, para que no se sientan presionadas y sigan ahí, vivas.
La Crassula Ovata es originaria de África. Le otorgan la capacidad de purificar el aire, y se puede cultivar en interior y a la intemperie. Fotografía tomada de https://www.elmueble.com
Me esfuerzo en seguir al pie de la letra las indicaciones. Entro a foros online y a grupos de WhatsApp, no interactúo mucho, pero leo y descargo aplicaciones que sugieren, como la Pictures This.
Estudio, busco sus nombres científicos, les vigilo el sustrato, las horas de sol, cuento los días para darles agua y a veces les recojo de la gourmet que cae del cielo. Y ellas, tan caprichosas, a veces creo que me piden que las mueva de sitio porque donde están no les gusta, como una violeta africana que tuve repleta de flores hermosas en invierno, y con los primeros 30 grados corrí por toda la casa buscando el lugar de su agrado, hasta que ella decidió irse al Jardín del Edén sin escalas.
Es complejo encontrar ese punto exacto. No puedo decir en cuántas oportunidades me he dicho: ni una más, si claro está que no puedo con todas, pero soy tozuda, quiero demostrarme que puedo con ellas, si puedo con más de este mundo cruel.
Y así es que estoy ahora cercenando una Crassula Ovata —comúnmente jade— carísima que compré hace cuatro meses en el fin del mundo, y a quien reviso todo el tiempo como a bebé recién nacido porque este es mi cuarto intento desde 2019, y no quiero fallar. Los tres anteriores terminaron en el cielo de las plantas, y ya este perdió cuatro hojas y su color ha variado.
Me preocupa. Indago en Internet y todo es tan ambiguo, que estoy a punto de perder mi ateísmo, aprender a persignarme y pedir a la santísima fotosíntesis que esta vez me salve al jade porque no hay fortuna que aguante ni nostalgia que soporte un fracaso más de ver su maceta amarilla vacía.
Sin embargo, no me venzo. Por si acaso, contactaré al jardín de Guanabacoa, donde único los encuentro, para evaluar precio del domicilio hasta Playa, y ponerme a ahorrar porque la fe se me agota, aunque en el fondo aspiro al milagro de la divina verde providencia. Amen —así, sin tilde.
Añadir nuevo comentario