El líder autonomista Rafael Montoro
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Foto tomada de Ecured. Rafael Montoro fue político, jurista, historiador, ensayista, crítico literario y escritor.
A 170 años de su natalicio, Cuba Sí rememora a la controversial figura de Rafael Montoro y Valdés. Nacido el 24 de octubre de 1852, en La Habana, fue uno de los más grandes pensadores cubanos de finales del siglo XIX e inicios del XX. Sin embargo, nunca apoyó la independencia y devino uno de los principales líderes del autonomismo en su última etapa.
Para exponer sobre su pensamiento político, la doctora en Ciencias Históricas Mildred de la Torre Molina, quien ha investigado en profundidad sobre el autonomismo en la Mayor de las Antillas, responde nuestras preguntas.
¿Tuvo Montoro alguna relación con el movimiento independentista?
Para condenarlo. Fue profundamente antindependentista y un autonomista convencido. Formaba parte del grupo de autonomistas de derecha. Era hegeliano de derecha.
Coincidió con Juan Gualberto Gómez, José Manuel Cortina y Enrique José Varona en la junta central del Partido Liberal Autonomista. A diferencia de estos ─que ubico en la izquierda del Partido Autonomista─, nunca se sumó al independentismo. También tuvo vínculos con Manuel Sanguily, por razones intelectuales. Conoció a José Martí, con quien compartió en el liceo de Guanabacoa, aunque no hubo relación política ni de amistad.
Se inscribió entre los filósofos más geniales que ha dado este país, pero nunca concibió la posibilidad de la independencia. Según sus pensamientos, no estábamos preparados para tener una república soberana.
Foto tomada de Habana Radio. Mildred de la Torre Molina es investigadora del Instituto de Historia de Cuba y profesora de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana. Ha recibido premios y distinciones, como la Distinción por la Cultura Nacional.
¿Qué pensamientos lo inclinaban hacia el autonomismo?
Sostuvo los pensamientos propios de su partido, tales como la continuidad de la tutela española. Apostaba por la autonomía de una colonia moderna, al estilo de Canadá respecto a Gran Bretaña. Admiraba el modelo inglés; estaba influenciado por la filosofía de la Revolución Inglesa, más que por la de Francia.
¿Cómo fue su relación con la Corona española?
Tenía con la metrópoli las mismas contradicciones, en general, que el resto de los autonomistas. Estos, al principio, estuvieron contra la abolición de la esclavitud. Después la aceptaron cuando ya era un hecho y apoyaron el patronato.
Denunciaron la corrupción político-administrativa reinante, el abuso de poder, el nepotismo y el fraude. El partido favorito del gobierno español era el Unión Constitucional. Contra los autonomistas hubo censura y su periódico debió cambiar varias veces de nombre. Cuando eran elegidos como diputados, se les obstaculizaba su ejercicio ante las Cortes.
¿Cuál resultó su postura ante la intervención norteamericana?
La apoyó, como la mayoría de los autonomistas. Al igual que otros, coqueteó con el intervencionismo, incluso, antes de producirse la entrada de Estados Unidos en la guerra.
¿Qué caracterizó su desempeño político durante la república?
Respecto a la Enmienda Platt, se enfrentó a Salvador Cisneros Betancourt y otros. Decía que sin esa concesión, los americanos no se irían de Cuba. Fue contrario al voto femenino y al divorcio; aunque más adelante estuvo de acuerdo. Condenó abiertamente al Movimiento de los Independientes de Color.
Estuvo vinculado a los gobiernos republicanos, dentro de los que asumió importantes cargos. Nunca creyó en el triunfo de los movimientos revolucionarios. Representó los intereses de las clases altas. Su familia tenía propiedades de ingenios y fincas. Fue perjudicada con la Revolución Cubana y salió del país.
Fue un hombre muy culto…
Eso sí: fue un escritor de extraordinaria cultura y un gran historiador de la Filosofía. Pasó a los anales de la oratoria. Su biblioteca era de las más espectaculares de Cuba. Formó discípulos; por ejemplo, su sobrino, un marxista. Pero no influyó en las posiciones revolucionarias como Varona, que fue un valioso maestro de la izquierda juvenil.
Hay una estatua de Montoro en el Vedado capitalino. Desde la república neocolonial, una calle en las cercanías de la Terminal de Ómnibus Nacionales, en el municipio Plaza de la Revolución, lleva su apellido, en homenaje.
Tuvo una larga vida: murió pocas horas después de la caída de Gerardo Machado, el 14 de agosto de 1933. Es una pena ─como dijo Martí─ que asumiera un papel contrario a nosotros.
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