ZAPPING: Pasión a la turca
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Las telenovelas turcas causan furor en toda América Latina y Cuba no es la excepción. Multivisión transmite Te alquilo mi amor (3:00 p.m. y 11:00 p.m.), una producción de 2015 que apasiona a muchos televidentes. Y no hay que indagar mucho para saber la razón: es un producto concebido para gustar, sin muchas complicaciones.
Se trata de una comedia romántica con todas las de la ley, muy al estilo de tantos filmes que hemos visto de la tradición estadounidense del género. Se repite una historia muchas veces vista: muchacha pobre que se enamora de muchacho rico que también se enamora... pero las cosas se complican con numerosos enredos.
Todos sabemos desde el principio cómo va a terminar todo, pero lo que nos importa (lo que nos entretiene) es la manera que se llegará a ese final: las peripecias de esa pareja, la defensa de su amor.
Nadie espere una reflexión social, ni una zambullida a conciencia en los conflictos íntimos de una pareja, de las relaciones humanas. La telenovela no lo promete ni lo propicia. El pacto ficcional es mucho más simple: vamos a enamorarnos de unos personajes hermosos, vamos a divertirnos con otros personajes muy simpáticos. Es una mezcla muy efectiva: comedia y romance.
Y el casting y la puesta tributan decididamente a esta apuesta. Todo es muy correcto, muy convencional, muy bien facturado. Contando, por supuesto, con la tan comentada belleza de los actores protagonistas turcos: aquí hay que encantar desde el principio.
Turquía ha encontrado un filón en este lado del Atlántico, sobre todo ahora que los modelos melodramáticos de la televisión latinoamericana parecen agotados por ciertos excesos. Allá sencillamente han decidido regresar a las esencias de un género que no va a pasar nunca de moda. Cambian los estilos, pero los móviles y las situaciones dramáticas seguirán siendo los mismos.
Cambia también el contexto, la herencia cultural... pero no tanto como para desvirtuar al folletín de toda la vida. Y para completar: altos estándares de realización y mejor gusto que el de buena parte de la producción mexicana.
No se pueden obviar cierto regodeo patriarcal, que puede resultar francamente machista en muchas historias: el hombre está casi siempre en plan del protector poderoso y la mujer es la flor delicada, que necesita ser salvada. El hombre al final decide. El hombre es dueño.
Tiene que ver con demandas no del todo resueltas en la sociedad turca. Las telenovelas, aunque las maticen asumiendo su público internacional, no escapan de ese influjo. Y no interesa tampoco problematizar sobre el tema.
Y algo que también les ha abierto las puertas a las series turcas es la capacidad de hacer confluir en el formato base del folletín varias maneras de asumir el drama: desde el thriller hasta la farsa. O la apacible comedia, como la telenovela de turno.
Multivisión mira a Turquía y cierto público lo agradece. No hay que romperse mucho la cabeza. Se trata de pasar el rato...
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Ana
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