Patricia Ariza, un símbolo de la Colombia nueva

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Patricia Ariza, un símbolo de la Colombia nueva
Fecha de publicación: 
12 Febrero 2023
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Es la mujer, la artista visceral, la teatrista fundadora del legendario grupo La Candelaria. La militante de la Unión Patriótica en la Colombia profunda, que vio como asesinaban uno a uno a sus hermanos de lucha y vivió mucho tiempo amenazada de muerte. Y así, con un chaleco antibalas, salía cada noche al escenario por su compromiso con el teatro y con la vida. «Cuando el telón caía, al fin de cada noche, Patricia Ariza, marcada para morir, cerraba los ojos. En silencio agradecía los aplausos del público y también agradecía otro día de vida burlado a la muerte», contaba Eduardo Galeano en el Libro de los Abrazos.

«Patricia estaba en la lista de los condenados» —escribió Galeano— «por pensar en rojo y en rojo vivir; y las sentencias se iban cumpliendo, implacablemente, una tras otra. Hasta sin casa quedó. Una bomba podía volar el edificio: los vecinos, obedientes a la ley del miedo, le exigieron que se fuera».

Hoy Patricia Ariza es un símbolo de la Colombia nueva. La artista antes perseguida, ahora forma parte del Gobierno del Cambio de Gustavo Petro, como ministra de Cultura. De las Culturas, las Artes y los Saberes (MICASA), corrige ella, y la distinción no es poca, porque lleva implícita la inclusión, y la sabiduría centenaria de los pueblos.

A la Feria del Libro de La Habana, dedicada a su país, llegó junto a la vicepresidenta Francia Márquez, otro símbolo, y una amplia delegación de escritores y artistas. En uno de los tantos paneles en que ha participado en el evento literario, esta vez organizado por el Minrex bajo la convocatoria de Cuba como presidenta protémpore del Grupo de los 77+China, donde compartió espacio con el Ministro de Cultura de Senegal y el intelectual cubano Enrique Ubieta, tuvimos el privilegio de escucharla:

«Estoy muy honrada de estar aquí en Cuba, un país con el que he tenido relaciones desde hace muchos años, relaciones afectivas, personales y culturales, con el grupo Teatro La Candelaria, con el movimiento teatral, y ahora vengo como gobierno del cambio liderado por el presidente Gustavo Petro».

Con dolor recuerda que su país ha vivido en los tiempos recientes un genocidio político: el exterminio de la Unión Patriótica, como parte de un conflicto armado interno con saldo de miles de muertos, desaparecidos y nueve millones de víctimas.

«Esta guerra ha hecho un daño muy profundo. El tejido social de Colombia, como el de muchos países de América y de países que han vivido la guerra, está roto, por el odio, por la muerte, por el desafecto, por la violencia.

«Y eso tiene que ver mucho con el relato común; es muy difícil para nosotros tener un relato compartido, una leyenda común que nos unifique a todos, porque hemos sido contados por la política contrainsurgente, por la política del enemigo interno».

Después de repasar el exterminio que aniquiló a su organización por el antiguo ejército y, más recientemente, la tragedia de los falsos positivos que dejó más de seis mil jóvenes asesinados, un hecho que le «rompe el alma y el corazón», Patricia confirma su creencia de que Colombia está en otro momento, del gobierno y del ejército.

Construir la cultura de paz

En esta nueva etapa, ¿cómo reconstruir el tejido social? Su propia experiencia de vida le permite participar y aportar. «Tenemos que cambiar no solamente las condiciones sociales de la gente, que, por supuesto, se están cambiando, pero primero Colombia tiene que hacer la paz. Y uno de los propósitos de este nuevo gobierno no es solamente hacer la paz, sino la paz total», reflexionó ante el público asistente a la Sala Nicolás Guillén de La Cabaña.

Desde el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes encaran ese enorme empeño. Porque la paz no es solo parar las armas, explica. Un país que ha vivido en guerra es también una cultura. Y hay que construir la cultura de paz.

«Nos han enseñado a construir esta cultura de paz las propias víctimas, los y las sobrevivientes. Creemos que la cultura, como decía Amilcar Cabral, está hecha de las respuestas que los pueblos son capaces de dar a las crisis. Nosotros queremos que la paz se convierta en una manera de ser y de pensar, por eso creemos que está profundamente ligada a la cultura, a las artes y a los saberes».

Otra de las fuertes aspiraciones del ministerio que dirige es trabajar contra la estigmatización, que considera «es el combustible de la guerra, porque primero se estigmatiza a un pueblo, a una persona, a un movimiento político, y después es fácil aniquilarlo físicamente».

A la vez, se han planteado forjar en Colombia un nuevo saber, no solo desde la Academia, sino con el concurso de las artes y la cultura toda: una Sociedad del conocimiento, la ha llamado el presidente Gustavo Petro. «Yo creo eso también, pero me parece que el conocimiento sin sensibilidad no sirve. Hay que tener sensibilidad».

Consciente de que la paz en Colombia por una parte es la paz de la región, y por otra es la paz del mundo, Patricia, a pesar de los dolores de su vida, es optimista: «El futuro de la humanidad tenemos que verlo desde la resistencia, desde la capacidad para encontrar las salidas iluminadoras. No nos podemos resignar a esperar sentados a qué hora el mundo se acaba.

«Los pueblos que hemos vivido una guerra tan cruda tenemos una autoridad enorme para hablar de la paz, porque la estamos construyendo».

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