Para siempre: hijos y divorcio

Para siempre: hijos y divorcio
Fecha de publicación: 
27 Junio 2023
0
Imagen principal: 

Recientemente, con la miniserie italiana de seis capítulos Para siempre, la Televisión Cubana nos puso a reflexionar sobre el tema de la separación y los conflictos legales asociados, especialmente cuando se trata de una pareja con hijos.

Para quienes no la han visto, prefiero no contarla. Tampoco hace falta: con solo enunciar el tema, ya estaremos pensando en un sinnúmero de vivencias propias o ajenas, pues los índices de divorcios aumentan por año en todo el mundo, así que difícilmente no hayamos estado al tanto de algún proceso de este tipo.

Sí comparto la sinopsis desde la web Sensacine: «Para siempre es una serie drama que narra la historia de un matrimonio que atraviesa un bache sentimental que hace tambalear la relación. Tras 11 años de matrimonio, Anna y Enrico son conscientes de que su hogar se ha convertido en una prisión, y, pese a tener un hijo en común, creen que su única salida es el divorcio».

De la pantalla a la vida real

La Doctora en Psicología Roxanne Castellanos, con una amplia experiencia en la atención a niños, niñas y adolescentes, comentó en su perfil de Facebook, a propósito de la miniserie italiana en cuestión:

«En cada litigio de pareja que me ha tocado asistir desde mi especialidad, cada parte siente que tiene toda la razón en sus argumentos. Amar a un hijo debe, en gran medida, incluir una cuota de sacrificio individual para salirse de los intereses y los sentimientos personales y mirar al resto de los que forman parte de la situación conflictiva, en especial la posición muy particular de esos niños, niñas o adolescentes, que son ajenos a la decisión de sus padres de separarse, y que necesitan a toda costa mantener el vínculo con ambos de un modo natural, sin sentirse desleales con ninguno de los dos, sin presiones ni manipulaciones de ningún tipo». 

Antes, en el mismo post, había advertido: «Los afectos pueden llegar a ser insanos y eso es algo que los padres nunca debemos perder de vista; casi siempre pensamos que todo lo que hacemos en nombre del amor es correcto».

Siempre he pensado que no es el divorcio en sí mismo lo que realmente afecta y «trauma» a los hijos, sino el conflicto que los adultos generamos alrededor de esta decisión que sí, implica en sí misma transformaciones, a veces trascendentales, en la vida de los menores a nuestro cargo.

Sin embargo, estoy convencida de que ellos y ellas, así pequeños y dependientes como los vemos (o suponemos), están mucho más listos para el cambio que nosotros mismos. ¿Cuál es el quid de la cosa, entonces? La profe Roxanne también nos dejó pistas en su texto:

«Confieso que siento mucho respeto y admiración cada vez que tengo en consulta a una pareja que, a pesar de las tensiones de la ruptura, avanza rápido en la comprensión de la importancia de “pensar” desde el hijo o hija, y tratar con mucho empeño (¡mucho!) de entenderse uno al otro y colaborarse, porque sin ninguna duda, es la mejor fórmula para recuperar el bienestar de todos. Son los menos, lamentablemente, pero qué hermoso resulta verlos reconfigurarse como otro tipo de familia, pero familia al fin, no enemigos ni rivales».

Esta idea la confirma también un estudio de la Revista Chilena de Pediatría disponible en la plataforma para publicaciones científicas en Internet Scielo:

«El divorcio produce alteración del bienestar del niño, si es contencioso y si se asocia a empeoramiento de la situación económica, mal funcionamiento conductual y emocional de los padres, crianza ineficaz, pérdida de contacto con uno de los padres, persistencia de conflictos entre los cónyuges y ausencia de acuerdos en la crianza. Las alteraciones de la parentalidad que se presentan en divorcios contenciosos pueden ser estresores capaces de generar mala adaptación en respuestas neuropsicobiológicas, generando deterioro en la salud física y mental infantil».

Al parecer, todo, o casi todo, está en nuestras manos. No se trata de «hacer de la lástima amores eternos», como canta Silvio en su tema La familia, la propiedad privada y el amor. Tampoco va en la cuerda de la simpática canción de donde «solo Matilde y Ernesto viven junto a sus papás; como ellos no se divorcien, los van a traumatizar», pero sí de ponerle asunto a los mensajes que, entre risas, nos deja Virulo a través de Rosa Denís.

Nadie ha dicho tampoco que la separación sea un proceso fácil ni exento de contradicciones, sin embargo, es nuestra responsabilidad como padres encontrar los mejores caminos para afrontarla, desde el respeto y, preferiblemente, sin llegar a lo que la psicóloga llama «la batalla legal»:

«...la serie italiana nos muestra que Pietro y sus padres estuvieron a punto de perderse como familia por entrar en esa batalla. Es preciso que las personas entiendan que ese debe ser el último recurso luego de haberlos agotado todos, incluyendo la ayuda de los psicólogos o de la mediación familiar. Debe tenerse claridad acerca de que las personas pierden el protagonismo en la conducción de sus propias vidas cuando se ponen en manos de los tribunales de Familia, que las decisiones irán por parte de los operadores del Derecho, que tendrán que acatarse los fallos judiciales, sean los que sean. Que esto es útil cuando, definitivamente, no es posible ponerse de acuerdo, pero que, antes de determinar eso, es preferible confrontarse sanamente y dirimir las diferencias en espacios donde las partes sigan siendo actores claves en los acuerdos que se adopten. Insisto en que para eso sirven las consultas psicológicas de cualquier servicio de salud mental, y el servicio de mediación que ya existe en los bufetes colectivos. Y es que en nuestro país hay muy poca cultura sobre esto: las personas no ven como natural que, así como se unen, es parte de la vida separarse en algún momento; que los conflictos son normales y, aunque no son agradables, se pueden resolver mejor por vías pacíficas y colaborativas, lo cual no quiere decir que no haya que discutir mucho para ello (en buenos términos, claro)».

Aferrarse a los afectos durante el proceso y luego, concientizar que las familias no necesariamente se destruyen por el divorcio; pueden crecer y multiplicarse en nuevos lazos y personas. No es el divorcio, somos nosotros quienes construimos el drama y escogemos el final para nuestros hijos e hijas.

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.