Para cuidar a las cuidadoras

Para cuidar a las cuidadoras
Fecha de publicación: 
2 Diciembre 2020
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Imagen principal: 

Foto: tomada de periodicovictoria.cu

Herminia no quiere ni que le pregunten, pero, a tanta insistencia, accede de mala gana.

-¿Qué quieres que te cuente? Esto es para volverse loca, mi amiga; mírame nada más.

Y lo que veo es a una mujer de poco más de 50 años que parece que anda cercana a los 70. El cabello lleno de canas con los rastros de un tinte a mitad de la cabeza; las uñas cortas y disparejas, mil y una arrugas dibujándole un mapa de la vida en el rostro, sin un miligramo de maquillaje.

-¡¿Dime mami, qué pasa ahora¡? –pregunta a gritos en dirección al cuarto-. Espérate, me dice y abandona la sala con un repiqueteo de chancletas.

La espero, observo en derredor. Contemplar esa sala desangelada es como asomarse a la vida de Herminia, que no se llama así, pero me hizo prometer que no revelaría su nombre “por nada del mundo”.

Por nada del mundo pudo imaginarse esta habanera, nacida y criada en el Cerro, graduada de Farmacia y alimentos, que al pasar las cinco décadas iba a verse así: divorciada, con la hija viviendo fuera de Cuba, y ella encargándose de su madre, aquejada de alzhéimer. Sola, Herminia está solísima, y así se ha enfrentado a estos tiempos de Covid-19.

Tiene un hermano, mayor que ella, quien vive en Holguín, “pero él dice que nadie mejor que yo para atender a mami porque soy mujer, y lo único que hace es pasarme dinero cuando se acuerda, dime algo”.

Sin duda, hay mucho que decir porque el caso de Herminia no es excepcional. Aunque esta redactora no pudo encontrar la cifra oficial de cuántas se encuentran en una situación similar, podrían servir de referente algunos datos sobre envejecimiento poblacional: hoy, el 20,4% de la población cubana tiene 60 o más años, y para el 2030, será cerca del 30,1%. 
 


Foto: Abel Padrón Padilla

Si a ello se añade que el tamaño medio de los hogares en Cuba se redujo de 4,9 a 2,9 personas por hogar del censo de 1953 al último, efectuado en 2012, y que, de acuerdo a los datos de ese censo, en el 40% de los hogares cubanos vivía alguna persona adulta mayor y en un 32% de esos hogares residían 2 o 3 personas de 60 años y más, entonces no es difícil suponer que abundan las Herminias en Cuba.

Agréguese a lo anterior que, según la Encuesta Nacional de Envejecimiento Poblacional realizada por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información en 2010, la mayoría de los adultos mayores de 75 años y más (52,8%) convive con sus hijos, hijos adoptivos e hijastros debido a los cuidados que estos ancianos demandan en su vida diaria.


Los cubanos de la tercera edad han recibido una atención especial durante la pandemia. Foto: tomada de Escambray

Dicha Encuesta reveló que los adultos mayores con dos o más limitaciones en las actividades básicas de la cotidianidad necesitaban de la ayuda de 1,6 personas como promedio, mientras cada adulto mayor con dos o más limitaciones para las actividades básicas, necesitaba en promedio del auxilio de 1,49 personas. El 2,2% de los adultos mayores demandan cuidados diurnos, y el 1,3% de ellos requiere cuidados permanentes, constató dicha investigación.

Sucede que ese envejecimiento poblacional “constituye un reto importante para la equidad de género, al presionar hacia una mayor demanda de cuidados de adultos mayores, en un contexto donde las instituciones que prestan atención a la tercera edad aún son insuficientes”, al decir de los doctores Silvia Odriozola Guitart y Juan Carlos Imbert Mayola, de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana, en su artículo Trabajo, género y cuidado: una visión desde la realidad contemporánea de Cuba.

Sobre todo han sido mujeres, quienes también en estos tiempos de pandemia, han asumido o continuado brindando cuidados a personas, generalmente familiares,  que no cuentan con el necesario validismo físico o mental para llevar una existencia sin ayuda de terceros.
 


Foto: tomada de  radiohc.cu

Al respecto, el Primer Taller Nacional de Estudios sobre Cuidados en Cuba, realizado en febrero último, incluía en sus resultados que “aún está vigente una división sexual del trabajo, mediante la cual se reproducen patrones de socialización, mitos y estereotipos de género que limitan la equidad respecto al cuidado y sustentan una distribución desigual de estas labores en la familia y en el ámbito público”.

Aunque envejecer no es una desgracia

Está claro que el envejecimiento poblacional no tiene por qué ir acompañado por un signo negativo; de hecho, es el resultado de lo alcanzado por el país en materia de accesos a la salud, la educación, la seguridad, la asistencia social y otros derechos. 
 


Foto: Internet

Pero ese rápido envejecimiento de la población, resultado de una evolución demográfica bien singular en el ámbito de los países del llamado Tercer Mundo, va de la mano del lógico deterioro físico o mental, y también de enfermedades que se acompaña de una también singular demanda de atenciones y cuidados en el hogar.

Y es en este punto donde la mira de este trabajo se propone enfocar en los cuidadores porque sobre ellos -mejor decir sobre ellas, porque son una inmensa mayoría- recae una carga bien pesada, incluida la emocional.

Un estudio piloto, de años antes de la pandemia, citado por el Doctor en Ciencias Económicas y también en Ciencias Sociales, profesor titular de la Universidad de La Habana, Rolando García Quiñones, en su artículo Cuba: envejecimiento, dinámica familiar y cuidados , constató que la edad de la mayoría de los cuidadores de ancianos se concentraba entre los 41 y 59 años, y el 23% de la muestra estudiada entonces lo componían adultos mayores que cuidaban de otros adultos mayores.

El 54,1% de los cuidadores aseguró poseer nivel universitario, lo cual probablemente les permita entender mejor indicaciones médicas, pero, a la vez, dicha estadística podría estar indicando un potencial de experiencia y saber humano que no se está revirtiendo en la vida socioeconómica del país.

Más del 65% de los cuidadores entonces entrevistados declararon que su labor implicaba “una sobrecarga intensa” y el 71,7% de las mujeres calificó en particular dicha sobrecarga de “muy intensa”.

Sin dudas, Herminia, la habanera con quien dio inicio este texto, se ubica entre esas últimas. No lo dijo así, pero su quehacer, aunque imprescindible, permanece un tanto invisible y sin el reconocimiento social que debiera merecer, considerando sus implicaciones aun más allá del ámbito familiar, y sopesando que es una expresión más de esas inequidades de género, que deberán continuar desdibujándose.

Desde la ciencia y los afectos

Precisamente para acercarse a realidades como la de esa cubana y de muchas otras –dedicadas no solo al cuidado de ancianos sino de otras personas igual necesitadas de esa ayuda- y para arrojar en esa dirección luces desde las ciencias y su interdisciplinariedad, el Primer Taller Nacional de Estudios sobre Cuidados en Cuba , ya mencionado arriba y organizado por el Departamento de Sociología de la Universidad de la Habana en coordinación con el Instituto de Filosofía del CITMA, recomendó insertar en políticas y programas a las personas cuidadoras, así como promover programas de capacitación, sensibilización y especialización para directivos y población en general.

Además, propusieron avanzar en la formulación de marcos legales que den respuesta a necesidades y realidades del cuidado en Cuba hoy, reforzando el principio de corresponsabilidad; e Incluir en dichos marcos legales la protección a quienes necesitan cuidados y también a quienes cuidan.

Dicho evento científico subrayó entre las fortalezas de Cuba para asumir este tema del cuidado y las cuidadoras, la voluntad política que existe para responder a las demandas asociadas al envejecimiento poblacional, así como el contar con instituciones y organizaciones, con especialistas y profesionales de diversos sectores, asociados al cuidado.


Foto: Abel Padrón Padilla

Otra fortaleza, quizás la más importante, subrayada entonces fue contar con un proyecto socialista, de justicia y equidad, entre cuyas máximas se inscribe el propósito de dignificar la vida.

Como muchas son las Herminias que hoy mismo y en silencio, asumen el cuidado de otros para preservar la dignidad de esas vidas necesitadas de ayuda, bien valdría, junto a las acciones en su favor, también dedicarles a ellas el aplauso a las 9:00 de esta noche.

 

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