Onicofagia: Con uñas y dientes
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Cuando la interrogaron sobre si tenía el hábito de la onicofagia se indignó tanto que ofendió, porque sintió que la insultaban. Aquella inocente interrogante casi termina en escándalo público.
Sin embargo, solo le estaban preguntando si se mordía las uñas.
Y es una costumbre bastante extendida, a tal punto que se estima que cerca del 30 por ciento de los menores entre 7 y 10 años la practican, cifra que se incrementa en la adolescencia para luego disminuir en la adultez.
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No hay significativas diferencias entre geografías o profesiones. Desde celebridades como Messi o el príncipe Harry hasta el más común de los mortales muerden sus uñas como si fuera la más selecta confitura.
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Aunque no es usual conferirle demasiada importancia y tampoco es motivo de alarma extrema, más que hábito o costumbre aseguran que la necesidad apremiante de morderse las uñas es un trastorno emocional asociado con la ansiedad, el estrés, la inseguridad o la insatisfacción personal.
Quienes han estudiado el tema aseguran que no es común que los niños la emprendan con sus uñas antes de los tres años, y que, por lo general, empiezan a morderlas como una manera de aliviar la tensión psíquica que puede provocarles la entrada al colegio, problemas familiares, exigencias académicas o dificultades para adaptarse al entorno social.
Es sobre todo durante la pubertad cuando se aprecia una mayor incidencia de este hábito porque es en esa etapa cuando suelen aumentar las demandas grupales, escolares, familiares, tributando a un mayor estrés.
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No se considera una enfermedad en sí misma y por ello no abundan investigaciones y datos sobre la onicofagia, aunque esta en algunos casos podría estar asociada a otros trastornos psicológicos o psiquiátricos.
¿Ellas o Ellos?
Usualmente, la desaprobación social se encarga de ir borrando esa costumbre poco higiénica, y que comporta otros riesgos, a medida que la persona va madurando.
Parece ser que, como tendencia, son las mujeres primero que los hombres quienes primero la abandonan a partir de cierta cultura de la belleza asociada a las uñas.
Se trata esta de una cultura de larga data, porque desde el año 5000 a. C. ya mujeres de India, China y Egipto empleaban productos cosméticos para sus uñas, como la tintura de henna, un colorante vegetal también con otros usos.
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En la actualidad, aun cuando enfoques de género enaltecen a la mujer más allá de su belleza física, hay un mercado multimillonario de cosmética para las uñas, sobre todo femeninas, empujando fuerte, sus razones se sustentan en un negocio que reporta miles de millones de euros.
No siempre el buen gusto o la funcionalidad distingue a esa industria cosmética de las uñas. Foto: Matías Uris/ El País
La pandemia de Covid-19 puso uno de sus focos en las manos por las posibilidades de contagio si portaban el virus y eran llevadas a los ojos o la boca.
De ahí que, por una parte, quienes acostumbraban a comerse las uñas desplegaron en no pocos casos ingentes esfuerzos para dejar de hacerlo. Pero, en sentido contrario, el miedo, el estrés y otras malas hierbas vinculadas a esos años hicieron que también no fueran pocas las personas que se sintieran compulsadas a morderse las uñas. Toda una paradoja.
Peligros que van en las uñas
La onicofagia puede demandar de ayuda profesional si se convierte en una compulsión que afecta a la autoestima y a las relaciones sociales de la persona que la padece al sufrir vergüenza, culpa o aislamiento social. En ese caso son psicólogos y psiquiatras los que han de encargarse.
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Como está lejos de ser un hábito inocuo, puede también provocar infecciones en los dedos, la boca o el sistema digestivo, daños en las uñas, la cutícula y la piel circundante, además de problemas dentales como maloclusión (contacto irregular de los dientes de la mandíbula superior con los de la mandíbula inferior, conocida popularmente como “la mordida”) y desgaste del esmalte.
Debido a los gérmenes que se encuentran bajo las uñas, además de las infecciones cutáneas es posible que se produzcan inflamaciones de la garganta (faringitis) y parasitosis intestinales.
De acuerdo a la severidad con que se presenta la onicofagia, esta puede catalogarse de leve si se muerden las uñas ocasionalmente sin causar heridas o inflamación, aun cuando ello indique problemas de ansiedad o estrés.
La onicofagia es moderada cuando esa conducta tiene carácter recurrente, habitual, y puede asociarse a un estrés crónico. La onicofagia grave equivale a morder las uñas con una frecuencia e intensidad tan significativa que puede causar heridas profundas en las uñas y dedos, y perjudicar la realización de tareas cotidianas.
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Para evitar la onicofagia es importante identificar la causa que la provoca y así intentar modificar los pensamientos y emociones que llevan a morderse las uñas, desarrollando a la par habilidades sociales y de afrontamiento, entre otras; sin obviar el uso de recursos como aplicar sustancias amargas en las uñas.
En Cuba, una investigación sobre hábitos bucales deformantes y disfunciones neuromusculares en escolares de la escuela primaria Gonzalo de Quesada, del municipio Plaza de La Revolución, realizado entre septiembre de 2021 y marzo de 2022, determinó que, en los 94 estudiantes de segundo ciclo objeto de estudio, el hábito deformante y la disfunción más frecuente fueron la onicofagia y la disfunción lingual, respectivamente.
Por su parte, otro estudio acerca del estado de salud ortodóncico en estudiantes preuniversitarios, realizado en 145 alumnos del Instituto Preuniversitario “Pedro Valdivia”, del municipio Ciego de Ávila, durante el curso escolar 2019-2020 , obtuvo entre sus resultados que el 53,1% presentaban hábitos bucales deformantes con 35,8% de maloclusión. La onicofagia fue el hábito más frecuente, detectado en el 40,26 % de todos los casos.
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