Cuando el calor mata en América Latina
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Está a las puertas el invierno, pero con un clima cada vez más enloquecido, no es un absurdo hablar ahora mismo del calor.
Y eso ha hecho el más reciente informe “Cuenta atrás para América Latina 2025”, de Lancet, una colaboración entre 25 instituciones académicas regionales y agencias de la ONU que cada año dan seguimiento a 41 indicadores en 17 países latinoamericanos.
En esta oportunidad, ese aporte de la colaboración internacional multidisciplinaria que rastrea el progreso en la salud global y el cambio climático para Latinoamérica, ofrece una evaluación detallada de cómo el cambio climático anda afectando la salud de la población en el área.

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Según dicho estudio, publicado el 28 de octubre último, las poblaciones latinoamericanas experimentaron un incremento promedio de 1°C en la temperatura, en comparación con lo indicado por los termómetros en dicha región entre 2001 y 2010.
En particular, Bolivia registró un aumento de 2°C en la temperatura, seguido por Venezuela con 1,7°C, y por México con 1,6°C. Es así que la región ha transitado de una temperatura promedio de 23,3 °C al récord de 24,3 °C.

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Asimismo, el documento revela que, en particular, los niños menores de un año estuvieron expuestos a 4,5 más días de olas de calor, en tanto los mayores de 65 años sufrieron una exposición 10 veces mayor a esos calores.
Entre las consecuencias que tal situación acarrea, el informe hace un aparte al costo económico para los países: en 2024, los desastres climáticos extremos costaron a América Latina 19 mil 200 millones de dólares, el equivalente al 0,3% del PIB de la región.

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Datos que acaloran
El año pasado fue a nivel planetario el año más cálido jamás registrado, con una temperatura media que alcanzó 1,55 °C por encima de los niveles preindustriales.
Dicho récord se integra a una tendencia marcada por temperaturas que se han mantenido cuesta arriba durante casi dos años, sobre todo a consecuencias de la actividad humana.
Son esas mismas condiciones las que están poniendo en disímiles y simultáneos riesgos a toda América Latina.

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Desde olas de calor, incendios forestales e inundaciones, hasta consecuencias para la salud de los pobladores.
A tal punto se ha visto afectada la salud que la mortalidad relacionada con el calor aumentó un 103 %, lo cual equivale a unas 13 000 muertes anuales.
Esa mortalidad asociada al calor, además del dolor por las ausencias y de todas sus consecuencias en el ámbito familiar, generó un costo monetario anual promedio de 855 millones de dólares en el período 2015-2024. Tal cifra entraña un considerable aumento del 229% en comparación con el período 2000-2009.

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Se le agregan las pérdidas laborales, igual relacionadas con el calor, que el pasado año totalizaron 52 mil millones de dólares, un aumento sustancial del 12,6% con respecto a 2023, y que impactaron desproporcionadamente en la agricultura y la construcción.
De la mano del calor llegan las sequías -que han afectado a la mayoría de los países de la zona y de manera particular a Brasil, Bolivia y México- y los incendios forestales.
De cara a la COP 30
Aún cuando los países latinoamericanos están dando los primeros pasos para adaptar sus sistemas de salud, mejorar sus ciudades y reducir su vulnerabilidad al cambio climático, el progreso sigue siendo lento, desigual y dispar, concluye el informe citado.
Aun es lento el accionar para, por ejemplo, ir disminuyendo el predominio de los combustibles fósiles en el transporte y para el empleo de energías limpias en general.

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Esto, en tanto ha disminuido desde 2022 la autopercepción de una alta preparación para emergencias sanitarias, según agrega la investigación, que sí destaca cómo han ido aumentando las evaluaciones de riesgo urbano y el uso de sistemas de alerta temprana.
Los vacíos y carencias mencionadas, así como otras que igual recoge el informe, han de verse conectados a otras problemáticas de la realidad latinoamericana.
Profundas desigualdades y brechas económicas, tecnológicas y sociales, así como pendientes importantes en los campos de la alimentación y los servicios de salud y educación, marcan por igual la vida en esta Latinoamérica también golpeada por el calor.

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Es así que, aunque difícil, de cara a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2025 (COP 30 de la CMNUCC) que se realizará este noviembre en Belém, Brasil, la región tensa esfuerzos para impulsar la adaptación al cambio climático con enfoque en la salud.

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Todo eso desde el convencimiento de que para acelerar dichos empeños hacen falta gobernanzas sólidas y la participación inclusiva de todos los componentes del tejido social: gobiernos, científicos, medios de comunicación, empresas y ciudadanía.
Y, en especial, hacen falta esos recursos económicos y tecnológicos que en Latinoamérica no abundan, aunque sí las ganas y la necesidad de avanzar en bien de todos.












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