Nahui Olin, la musa que murió de amor

Nahui Olin, la musa que murió de amor
Fecha de publicación: 
24 Febrero 2024
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La mexicana Carmen Mondragón, más conocida como Nahui Olin, fue una original poeta y pintora, quien cuestionó la sociedad burguesa de su época. Destacada feminista, hoy se rescata su memoria y obra.

Como savia de vida; su intenso modo de ser y crear hicieron de ella, una de las mujeres más famosas de México en la etapa en que florecían las artes con aquel singular brillo que le otorgaron figuras como Antonieta Rivas Mercado, Diego Rivera, Frida Kalho, José Vasconcelos, entre otros.

La Olin quiso conquistar muchos sueños, más todo se fue deshaciendo; no hubo clemencia para esta mujer que se atrevió a retar al mundo al atacar la sociedad patriarcal de su  tiempo. Aunque estuvo olvidada, hoy renace con exposiciones de sus pinturas, novelas inspiradas en ella y un filme que la rescata para la posteridad.

Hija de un general del porfiriato, Manuel Mondragón, el verdadero nombre de Nahui era el de Carmen. Vivió en París cuando su familia se estableció en esa ciudad, donde comenzó su formación académica que complementó al regresar a México. Luego se destacó como escritora, poeta y pintora. Como forma de mostrar su inconformidad con las absurdas reglas timoratas de su etapa, no tardó en pelarse muy corto y llevar faldas por arriba de las rodillas, lo que suscitó un verdadero escándalo.  

Mujer de ideas avanzadas, militó en la Unión Revolucionaria de Obreros, Técnicos, Pintores, Escultores y Similares. También fundó la Liga Feminista de Lucha contra las Taxicomnías. Se pronunció por el voto femenino, la igualdad de derechos, la integración de las indias discriminadas y abogó por el acceso de todas las mujeres a la educación.  
 
Doloroso suceso

Su primer amor fue el pintor Manuel Rodríguez Lozano, con quien contrajo matrimonio. La pareja se estableció en París. Fue una etapa de mucha bohemia en la que se vincularon  con grandes artistas como Braque, Picasso y Matisse. Durante esa relación de ocho años muchos sucesos ocurrieron y, entre ellos, el fallecimiento de su único hijo que murió asfixiado en su cuna; entonces acusaron a Nahui de que había sido la culpable en venganza contra Lozano al enterarse de la homosexualidad de este.

El fracaso matrimonial la hace volver a México, donde se entrega a su arte. Por entonces sostuvo relaciones con Gerardo Murillo, conocido por el Dr. Alt, quien fue quien la  rebautizó como Nahui Olin, que significa renovación constante del universo. Vivieron una gran pasión en el claustro La Merced, famosa joya arquitectónica del período colonial. Al final todo concluyó, aunque sí quedó una interesante novela que el Dr. Alt llamó Gentes profanas en el convento, publicada en 1950. Se trata de un epistolario que reúne 200 cartas que definen la personalidad de Nahui.

El erotismo de esta artista quedó estampado en obras de Diego Rivera y, en especial, en  los desnudos de los fotógrafos Edward Weston y Antonio Garduño. Su bella figura, llamó la atención a varios productores de Hollywood que no tardaron en hacerle propuestas para filmar allí; ella se negó porque no quería que la utilizaron como objeto sexual.


    
Pasó el tiempo y conoció al capitán de la Marina Eugenio Agacino y pensó que este nuevo amor la salvaría de tantos sufrimientos. Un horizonte distinto se abría para Nahui. Muy compenetrados, ella sentía que amaba como nunca. Juntos reían, disfrutaban de la vida, visitaron varios países, incluso Cuba.

Cuando él debe volver a su trabajo, ella siente una gran desazón. Sacude la cabeza para alejar los malos pensamientos. El día fijado para el regreso del marinero, Nahui lo espera en el muelle. A cada rato mira el reloj. El tiempo pasa veloz... ¿Cuándo, cuándo llegará?, se pregunta cada vez más desalentada. Sus ojos se clavan en el mar. Finalmente, llega la dolorosa noticia: Agacino, el gran amor de su vida, se ha perdido en aquel azul inmenso y nunca regresará.
 
Nahui siente que han decapitado sus sueños y se hunde en un abismo del que nada ni nadie podrá salvarla. Se despide de la vida pública. Comienza el declive; la evitan los que un día la adoraron y admiraron su belleza, los dones de su intelecto. Por un tiempo trabajó como maestra en una escuela primaria. Por último, desaliñada, con la ropa a veces rota, deambulaba de un sitio a  otro. En su  residencia, solo una corte de hambrientos gatos que recoge maúlla a su alrededor.
 
Fue autora de los libros de poesía: Óptica cerebral. Poemas dinámicos (1922), Calinement je suis dedans (1923), A dis ans sur mon pupitre (1924), Nahui Olin (1927), Energía Cósmica (1937).

La pintora

Como sucedió con Frida y otras artistas, Nahui se autorepresentó. No escaparon a su preferencia las imágenes típicas de México. Ella participó en 1945 en la gran exposición colectiva realizada en Bellas Artes. En 1993, fue exhibida la muestra Nahui Olin, una mujer de los tiempos modernos, en el Museo Estudio de Diego Rivera.  

Al profundizar en su biografía hay hechos que se desdibujan y son un misterio que mantuvo en secreto; tal vez para engrandecer su propio mito. Nahui falleció en 1978. Sus restos están en el Panteón Español de Ciudad México.

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