René Portocarrero (La Habana, 1912-1985) es uno de los más importantes exponentes de las artes plásticas cubanas, fundamental para el estudio de la historia del siglo XX. Este mes de abril lo recordamos por cumplirse 40 años de su muerte, y queremos hacerlo a partir de una selección de su obra que es tan prolífera y diversa.

Aunque tomó clases de arte, su formación es, esencialmente, empírica. Se interesó en varias temáticas como lo afrocubano, la mujer, los paisajes, la naturaleza y el carnaval, todo recreado con estilos inconfundibles formados a partir de tendencias que van del surrealismo al expresionismo, lo naif y el cubismo, entre otros.

Su arte es muy ornamental, mitológico y simbólico, es un retrato de sus propias vivencias y de nuestras tradiciones, identidad y arquitectura colonial. El uso del color, líneas, trazo limpio a veces, barroco otros, siempre muy expresivo, es característico en su portafolio. Su lenguaje visual es único, cargado de mucha espiritualidad. Hoy, para recordarlo queremos compartirles algunas de sus pinturas más cosmopolitas que tienen que ver con su manera de ver la ciudad.

Portocarrero fue un habanero ensimismado, un cronista figurativo. Le atraían la estructura y composición urbana. Por eso tiene varias series de paisajes en las que vemos los elementos que la componen como campanarios, muchos edificios, cúpulas, columnas, ventanales, vitrales, tejados, escaleras, patios, balcones y calles.

Creó ciudades idílicas, abarrotadas y repletas de color y contrastes. Llama mucho la atención su ornamentación geométrica y dinámica, así como su tendencia al horror vacui al aprovechar cada espacio del lienzo muchas veces superponiendo planos y repitiendo patrones.

En su arte se lee una especie de melancolía en su obsesión por la metrópoli tanto desde una visión general y también particularizada cuando recrea interiores y fachadas.

Aparte de pintor Portocarrero se destacó como ilustrador, muralista, ceramista, escultor y diseñador escenográfico. Durante su vida realizó al menos una veintena de exposiciones personales y participó en 60 colectivas. Su legado se encuentra en las colecciones de mayor prestigio en el mundo y por toda Cuba. Además recibió los más altos reconocimientos nacionales e internacionales.

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