¿Los gatos saben y los humanos a veces no?

Resulta que un estudio de la Universidad de Kyoto ha concluido que los gatos conocen los nombres de otros gatos y también los de sus dueños.

Dicha investigación aporta evidencia de que los felinos domésticos vinculan el nombre de un «compañero gatuno» y su cara sin necesitar un entrenamiento explícito, y también muestran cierta capacidad para aprender los nombres de los humanos que con ellos conviven.

Claro que no se puede ni remotamente aspirar a que todo el mundo conozca el nombre de uno, pero, al menos, sí a ser tratado con un elemental respeto; sin embargo, parece que también en ese sentido hasta las más elementales normas se han olvidado… o peor, se desconocen.

Así parece indicarlo la situación vivida por esta redactora hace solo unos días:

—Maestra, ¿usted es la última?

—No soy maestra, pero sí soy la última.

—Bueno, tía.

—Yo no soy tu tía.

—¿Y cómo quiere que le diga?

La expresión sincera del muchacho ratificaba que, en verdad, no conocía ninguna otra forma, supuestamente cortés, para referirse a otra persona.

Si hasta los gatos aprenden los nombres, ¿cómo hay humanos en esta Isla que no saben de qué modo dirigirse a su semejante?